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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Las procesiones de Semana Santa

Soy un entusiasta de las procesiones de Semana Santa. Me parecen una catequesis viva en muchísimas ciudades y pueblos de España. Cuidadas, sentidas, sacrificadas, muestra de un gran amor a Cristo y a su Santísima Madre. Y una evangelización viva en días en los que es tan necesaria.

Alguien me decía en una ocasión que no hay niño andaluz que no sepa quién es Cristo y la Virgen.Les ha visto muchas veces, asombrado siempre, conmovido no pocas, pasar por las calles.  Mientras que en su Barcelona son muchos los niños que ni saben de su existencia. Pues aunque sólo fuera por eso, benditas procesiones. 

Este año he visto no pocas en Televisión. Y 13TV tan inútil eclesialmente en no pocas ocasiones, esta vez se ha portado. También la madrileña. E Interconomía. Supongo que algunas más aunque no las haya visto.

Las Hermandades y Cofradías, que ya he aprendido que son lo mismo, las primeras en su vida cotidiana y las segundas cuando salen a la calle, siguen pareciéndome un campo ubérrimo para la evangelización. Ahí está el trabajo de los trabajadores en la viña del Señor. Si quieren recibir su paga cuando comparezcan ante Él.

La televisión te permite apreciar detalles que al simple espectador se le pueden pasar desapercibidos. Y que los comentaristas pueden resaltar o hacer un papel lamentable. Los que he oído hasta este momento me han parecido dignísimos. Y sobre todo no insoportables.

He asistido a procesiones castellanas, impresionantes. Valladolid, Zamora, Ríoseco. También a una multitudinaria de León con innumerables «papones». De Andalucía sólo he estado en Linares. Muy digna pero que evidentemente no es Sevilla, Málaga o Jerez. Las de mi Vigo de la infancia eran humilditas. Allí lo impresionante es el Cristo de la Victoria el primer domingo de agosto. Veo que las de Ferrol son notables, Aunque no se puedan comparar con otras.

Este año me he dado cuenta, por lo que he visto de Málaga y Sevilla, lo habría visto en otras ocasiones pero no había caído en ello, que en esos sitios procesionan el Crucificado y su Madre. Y en alguna ocasión Jesús con la Cruz a cuestas. Una vez más el Señor del Gran Poder, el Señor de Sevilla, de la Sevilla católica, de la turística y de la agnóstica, ha sido impresionante. Y no era un crucificado. En otras localidades, por ejemplo en la Murcia del extraordinario Salzillo, la catequesis procesional se extiende a otros sucesos de la Vía Dolorosa. Bien está todo. El Crucificado y su Santísima Madre y el doloroso camino hacia el Calvario.

Impresionante la entrega de los cofrades. Algunos tal vez ni vayan a misa y otros posiblemente vivan en situación de pecado permanente. ¿Qué sabemos nosotros lo que Dios va a medir en sus altas balanzas de cristal?  Pero estoy seguro de que Cristo y su Santísima Madre van a tener en cuenta, de algún modo, a los que con tanto sudor y sacrificio les han llevado sobre sus hombros. Me parece digno del mayor respeto aquellos que, año tras año, ocultados bajo el caperuz acompañan a Cristo en su paso por las calles de su ciudad, Y los que, viviendo lejos, se acercan ese día para acompañarle. Año tras año. Peo hay otros que cargan sobre sus espaldas o sus hombros, horas tras horas, el peso de Cristo en la Cruz. Y a veces en situaciones inverosímiles. Hasta de rodillas. La salida del gran paso de Rioseco, la de Jesús el Pobre en Madrid, seguro que va a pesar sobre pecados. Esfuerzo sobrehumano que en ocasiones concluye en lágrimas. Mucho más de amor que de sufrimiento. Por mucho que éste sea. Y algo parecido cabe decir de esas lágrimas, también de amor, que vierten tantos cofrades cuando sus imágenes por adversa meteorología no pueden salir a la calle.

Lo de la Legión en Málaga, con el Cristo de la Buena Muerte, es indescriptible. En quienes lo presencian, multitud, y en los legionarios. Al fin de una largísima jornada las voces de los soldados ya están roncas. Pero siguen siendo impresionantes. Quizá más todavía. Hay sin duda folkclore pero bendito flokclore en honor de Cristo. Veo que los paracas se apuntan a lago parecido en Murcia. Busquen una canción que es lo que queda. Si no se les ocurre otra piensen en La muerte no es el final.

Quedan por último los obispos.A los que no se les ve nada. Y se les debería ver. Hemos pasado, gracias a Dios, de un odio a las peocesiones, inconcebible, a un notable aprecio. Pero sin vérseles. O yo no les he visto. Y de algún modo deberían estar ante esa impresionante manifestación de fe. Con defectos, seguro, pero campo fértil para su ministerio. Acabo de ver unas declaraciones del obispo de Mondoñedo-Ferrol a la televisión local muy positivas. Aunque no sea Galicia tierra procesional por excelencia. Busquen el modo de estar más presentes. Que se les vea. Ustedes iban a ser los más beneficiarios de esa presencia. Entre sus hijos. 

     

 

 

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