«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
la gaceta de la semana

De la propaganda de la guerra al mito del fútbol

Periodista pregunta a militares israelíes por el ataque del movimiento terrorista Hamás. Europa Press.

Terrorismo y periodismo. Entre el rosario de oprobios que cierto periodismo patrio ha coreado esta semana con motivo de la matanza palestina en Israel destaco uno. Y lo hago porque fue, sin muchas metáforas, el pistoletazo de salida para la justificación de la barbarie. Hasta hoy mismo, y lo que nos queda. La fuente, o sumidero residual, rezaba, tan solo un día después de los crímenes, el siguiente titular:  «La diezmada Gaza se enfrenta a una brutal operación de Israel tras el histórico ataque de Hamas». El medio Público adelantaba así, con asombrosa perspicacia, lo que iba a ocurrir: triunfo del relato antisemita. Porque, a la postre, el éxito del relato depende no ya del discernimiento entre verdad y mentira, sino de la capacidad mediática de retorcer la realidad.

¿Por qué está perdiendo esta guerra Israel? Porque, en Occidente, ya nadie escribe ni habla de las matanzas del día siete. La opinión pública ha sido convenientemente desviada hacia la nauseabunda propaganda del terrorismo árabe. Y esto se ha hecho con pasmosa eficacia y rapidez, también con toneladas de inmoralidad. Basten dos episodios dramáticos y su grosera manipulación: el candado a la salida de población civil palestina lo puso un país árabe (Egipto) en su frontera con Gaza; la explosión en el parking del hospital Al Ahli fue provocada por un artefacto lanzado por terroristas de la franja. En ambos hechos el culpable señalado es, cómo no, Israel.

El humor negro del Tío Sam. «No estoy diciendo que Hamás lo hiciera a propósito, pero tienen que aprender a disparar recto» (Joe Biden).

Occidente ante el espejo. Unos terroristas exterminaron a más de mil judíos y lo que hemos visto en nuestras calles y plazas son numerosas manifestaciones a favor de los ejecutores, no de sus víctimas.

Equidistancia socialista. Borrell, que en 1969 fue voluntario en una comuna agrícola hebrea (kibutz), donde se enamoró de la que sería madre de sus hijos, ha declarado en sede europea: «De la misma manera que podemos decir que es una tragedia abominable matar a 270 jóvenes que estaban celebrando la vida, ¿no podemos decir que es una tragedia igualmente reprobable que hayan muerto bajo las bombas 700 u 800 niños en Gaza?» A mí esto, más que expresión de luto y responsabilidad institucional, me recuerda vivamente a la legendaria equidistancia del PSC respecto a cualquier asunto grave.

Genocidio. La prostitución del lenguaje no es una novedad de nuestra época. Sin embargo, asistimos hoy a un desparrame extraordinario. La insolencia efectista y el analfabetismo reinantes manosean a placer palabras que antes eran respetadas. Poseían una carga simbólica. Comenzaron los calenturientos globales a llamar «negacionistas» a toda voz crítica con el ecodogma, cuando su significado histórico alude a quienes niegan el holocausto judío. Y, esta semana, miembros del ejecutivo español, al alimón con el ayatolá Jamenei, han calificado de «genocidio» la operación antiterrorista en Gaza. Falso: en 1948 había un millón de palestinos; en la actualidad, más de siete. Sorpresas da la vida, en ambos casos la izquierda gobernante actualiza el diccionario del nazismo.

Podemos. La histérica e incendiaria agenda pública de Pam, todas esas declaraciones diarias, son mensajes dirigidos a Sánchez, no sea que en el reparto tras la investidura peligren sus confortables sillones. Esta semana ha exigido, en nombre del Gobierno, la ruptura de relaciones diplomáticas entre el (aun) Reino de España y el Estado de Israel. Y ha pedido para Navidad un nuevo juguete, un “ministerio de cuidados”.

Mentiras de una guerra. Vázquez Montalbán prologó en 1991, cuando la invasión de Irak, un libro con ese mismo título. La izquierda siempre se ha mostrado muy sensible y puntillosa respecto a las intervenciones militares norteamericanas por el mundo, del Vietnam bajo las garras del maoísta pensativo Ho Chi Minh al régimen de un Sadam Hussein admirador del socialismo y el gas mostaza. Si bien la pulcritud estética no consideraba la represión castrista en Cuba o la invasión soviética de Afganistán. Cito una reciente joya para gloria del periodismo (antes arrodillado que muerto de hambre). Papell, rendido vocero sanchista, dejaba para más adelante (o ya veremos) comprobar la «información» de Hamas: «brutalidad israelí, 500 muertos civiles asesinados en un bombardeo, es un gravísimo delito de lesa humanidad», escribía. Hago una lectura alternativa al tic papelludo, de éxito entre muchos periodistas españoles: se trata de una traslación. O sea, el paso del «cualquier cosa menos que gobierne la derecha» al actual «cualquier cosa mejor que EEUU e Israel». Aunque esa cosa sea el terrorismo islámico.

Mito del balompié. Como un colapso de la potencia futbolera, recibimos negras noticias del Olimpo. Benzemá ha sido acusado por el ministro del interior francés de cultivar amistad con los Hermanos Musulmanes, organización que Egipto, Emiratos Árabes o Arabia Saudí consideran terrorista. Esta cofradía islámica, fundada en Egipto cuando los británicos, presenta un largo historial de influencia social, golpismo, clandestinidad y juego democrático. Al caudillo Nasser le provocó algunos dolores de cabeza y el paternalista Mubarak la trató con cierta condescendencia, lo que allí se traduce en penas de cárcel en lugar de muerte. Más tarde, y gracias a aquella nefasta primavera árabe, ocurrencia envenenada de la señora Clinton, ganó las elecciones, aunque el general Al Sisi, nuestro hombre en tierra de faraones, la devolvió a la clandestinidad. Veremos si la camiseta, los goles y la gloria de Benzemá deberán bajarse a los sótanos del museo madridista.

Guardiola. Otra voz autorizada dando lecciones de geopolítica cuqui. María Guardiola, influencer, hija de Pep, catalán arabesco como Xavi Hernández, ha puesto el dedo en la llaga: «Dios mío. ¿Es esto realmente lo que vamos a hacer ahora? ¿Simplemente sentarse y ver cómo ocurre un genocidio en la televisión?». Y apostilla: «Estamos viendo a un pueblo ocupado y oprimido enfrentarse a la aniquilación por parte de un Estado nuclear». Ese «nuclear» ha disparado las alarmas en las principales cancillerías y agencias de inteligencia. Bomba informativa, pueden ver en Instagram a la señorita, imágenes de su vida y hondas preocupaciones.

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