Funeral en Argentina. Yolanda Díaz ha dado su más sentido pésame «a los millones de argentinos que, tras décadas de intachables políticas sociales y económicas, perderán derechos y libertades». No se trata de un chiste, de humor socarrón, sino de crudo cinismo. Esas intachables políticas han convertido a Argentina en un país corrupto, arruinado y desmoralizado. En suma, socialista. Un 40% de sus habitantes vive en situación de pobreza. De ahí que a nuestra prologuista del Manifiesto Comunista le duela la muerte del peronismo, responsable de tal calamitosa situación.
Un raro testimonio. La terrificante victoria de Milei fue también seguida en TVE. Tal era el dolor que enviaron a una reportera a las calles para medir el sentir general. Casualidades del periodismo independiente, en seguida sacaron a hablar a un argentino que pasaba por allí. Todo lamentos por la llegada del ultraliberal con pelazo. Sin embargo, qué sorpresa, resultó ser el testimonio callejero un asesor de Más Madrid.
Premio. La misma Yoli, aquella chica de provincias iletrada y llena de sueños políticos que llegó a Madrid de la mano de Iglesias, ha conseguido, tras haber finalizado con nota la cancelación de su competencia podemita, mantenerse arriba. El gran jefe, que ya no es Pablo sino Pedro, premia así su fidelidad y dotes de agente purgante dándole de nuevo una vicepresidencia. Y aunque la señora siga siendo intelectualmente nula, a la gobernanza de España no le hacen falta cerebros amueblados, sólo blandas y maleables cabezas.
Puigdemont, director de la orquesta. Desde Waterloo, el muy honorable fugado llevará la batuta de la orquesta monclovita, vigilando que no desafine en la interpretación de su obra cumbre: el desmantelamiento del régimen del 78 y la subida a los altares de la nación catalana.
Alto perfil político. Así ha calificado Sánchez al nuevo ejecutivo, mezcla de intachables siervos, incompetentes sin rival, zumbadas comunistas y chulos tabernarios. En realidad, un puñado de sujetos ideales en el propósito de mantener ese muro que el felón mayor del Reino ha decidido levantar entre españoles. Es la culminación del guerracivilismo reavivado por Zapatero en sus años de presidente.
Ministros de Hamás. Hubo una votación en el foro europeo y parece que los 705 parlamentarios veintiuno votaron en contra de condenar la masacre perpetrada por Hamas en Israel a principios de octubre. ¿Y quiénes son esos veintiún pacifistas pero amigos del terrorismo palestino? Sabemos ya que dos de ellos tienen ahora cartera de ministro de España.
Sánchez frente a Netanyahu. Durante el reciente encuentro, el español tiró de sensiblería y derecho internacional (ese artefacto legal que sirve para un roto y un descosido, a conveniencia), recordó a las víctimas de Gaza y asumió la cháchara del humanitarismo. A lo cual, el israelí le hizo ver unos cuantos vídeos de la masacre de civiles del 7 de octubre. Y le advirtió: «Si [los terroristas] salen victoriosos, intentarán destruir Oriente Medio, y luego irán a por Europa».
España, en el eje del mal. La visita del presidente español al Estado hebreo ha abierto una crisis diplomática entre ambos países. «Israel está actuando conforme al Derecho Internacional y luchando contra una organización terrorista peor que el Estado Islámico que comete crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad», una obviedad a la que pone peros Sánchez, alineándose así con los enemigos de la democracia y del mundo libre. Putin debe estar encantado.
La náusea. El mismo día que los comandos palestinos entraban en suelo israelí para acabar con todo viviente, la ministra Sira Rego manifestaba: «Palestina tiene derecho a resistir tras décadas de ocupación, apartheid y exilio. Frente a quienes hoy defienden volver al castigo colectivo bombardeando la Franja de Gaza, es urgente defender el derecho internacional». Digamos que la equidistancia de la señorita sitúa la náusea política en cotas de esplendor.
Más Rego. La ministra de Juventud e Infancia se dedicaba así a escribir tuits reivindicativos de la causa palestina mientras sus comandos degollaban bebés y abrían en canal a embarazadas. Y pelillos a la mar. Resulta, por otra parte, interesante repasar el currículum profesional de este sujeto. Desde 1999 hasta 2014 fue administrativa en una agencia de eventos deportivos y en un centro médico; nutricionista en un proyecto de agroecología y en una cooperativa de salud sensual y reproductiva; y asesora técnica en sostenibilidad y agroecología en el Ayuntamiento de Fuenlabrada. Apabullante.
Mónica García. Entre la izquierda existente, las trampas y olvidos para con las obligaciones dinerarias tienen premio. La diputada de Más Madrid, recién nombrada ministra de Sanidad, fue condenada a devolver 13.000 euros por haber cobrado como parlamentaria con dedicación exclusiva mientras permanecía de baja laboral. Qué descuido. Pero Ayuso.
Lágrimas podemitas. Irene se despide del público haciendo pucheros. Mas no se ilusionen, no perdemos de vista el infantilismo, condición importante del fenómeno de la nueva izquierda, pues llegan refuerzos de la mano de papá Sánchez. Me viene al pelo esta cita: «Un día os gobernarán los niños, y será el peor día de vuestros días» (Elías). Y ya les advierto, la guardería se renueva con retoños malcriados y quejicas.
El look Colau. Hay que reconocer dos cosas en esta mujer. Una sería su capacidad destructora. Paquidermo en una cacharrería, toro en una tienda de porcelana, ha logrado, sin despeinarse y en tiempo récord, acabar con el prestigio, la seguridad, la limpieza, la suave melancolía y hasta el plan urbanístico barceloneses. Otra de las peculiaridades de Inmaculada ha sido el lamento, la lágrima de Calimero por una suerte de falta de cariño, de debida atención que nadie le ha prestado. En numerosas ocasiones se ha manifestado así, presentándose ella también víctima de algún peligro (confesó haber estado a punto de ser violada en dos ocasiones) o bien protagonista de las más interesantes vivencias (dijo en televisión que se había fumado «un par de porrillos» y que tuvo una novia italiana. Estas confesiones traslucen un nosequé de ternura, de necesidad de que le hagan caso. El martes pasado apareció en televisión con un look capilar que no ha dejado a nadie indiferente (un tuitero malicioso lo comparó al de aquel Crispín Klander interpretado por Florentino Fernández), soltando a la cámara una postrera ternura: «Me propusieron ser ministra pero no quise». Finalmente, Inmaculada ha tomado una decisión sabia.
La sinceridad. Óscar Puente, quizás en un ataque de realismo mágico, ha declarado que si no necesitasen la amnistía para la investidura «no la adoptaríamos». Corruptos, sí; francos, también. Bravo, a brindar con Terry y a por todas.