«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Basta de tratar a los palestinos como si fueran niƱos

Una bandera de Palestina

Ya es hora de que la comunidad internacional abra los ojos a ciertas realidades palestinas que muchos preferirĆ­an eludir.

David Harris, Director ejecutivo del American Jewish Committee (AJC), ha pedido en un artículo publicado por elmed.io que se acabe con la «infantilización de los palestinos» y se empiece a hacerles responsables de sus actos como vía hacia la pacificación.

Para su interƩs reproducimos ƭntegramente el artƭculo:

Ya es hora de que la comunidad internacional abra los ojos a ciertas realidades palestinas que muchos preferirĆ­an eludir.

Los Ćŗltimos acontecimientos en la región –incluido el brutal asesinato de dos policĆ­as israelĆ­es y de tres miembros de una familia israelí–, asĆ­ como las demenciales teorĆ­as conspirativas que circularon en torno al Monte del Templo, ponen aĆŗn mĆ”s de relieve esa necesidad.

Por cierto, para dar contexto: escribo como representante de una organización, el AJC (Global Jewish Advocacy), que lleva mucho tiempo comprometida con la búsqueda de un acuerdo duradero de dos Estados, la coexistencia de musulmanes y judíos y los lazos de amistad con los países Ôrabes moderados. De hecho, los logros del AJC en estos Ômbitos son bastante extraordinarios.

La fijación con Israel y lo que debería (y no debería) hacer impide a numerosos observadores de la región ver la otra parte de la ecuación: lo que los palestinos deberían (y no deberían) hacer.

He aquí cinco puntos que podrían terminar con la infantilización de los palestinos y conducir, quizÔ, a un ambiente mÔs propicio para el reinicio de un proceso de paz que lleva mucho tiempo aletargado.

El primero: ¿cómo puede haber conversaciones serias sobre un acuerdo de dos Estados cuando los palestinos estÔn divididos entre la Margen Occidental y Gaza?

Como recordatorio: cuando Israel retiró a todos sus soldados y colonos de Gaza (2005), dio a los residentes de la Franja la oportunidad para que, por primera vez en la historia, se gobernaran a sĆ­ mismos, algo que nadie mĆ”s –ni los egipcios ni ningĆŗn otro ocupante– llegaron ni remotamente a considerar.

ĀæQuĆ© pasó? Para 2007 HamĆ”s –considerada organización terrorista por EEUU y la Unión Europea– estaba en el poder y la Autoridad Palestina (AP), literalmente expulsada del territorio. El presidente de la AP, Mahmud AbĆ”s, nunca –ni una sola vez– ha visitado Gaza en todo este tiempo. AsĆ­ que lo de los dos Estados podrĆ­a perfectamente ser de tres.

Israel no puede resolver el problema de esa división. Sólo los palestinos pueden, posiblemente con ayuda exterior, del resto del mundo Ôrabe y mÔs allÔ. Pero ¿lo harÔn?

Segundo punto: siempre que se habla de Gaza se aluda a los ā€œcampos de refugiadosā€. Pero, dĆ­ganme, por favor, Āæpor quĆ© hay campos de refugiados en Gaza?

Han pasado doce años desde que Israel abandonó esa franja costera. ¿CuÔl es el sentido de mantener esos campos, que sólo han servido para perpetuar la idea, generación tras generación, de que hay un pueblo desplazado que anhela su retorno? ¿Retornar a dónde? A Israel, presumiblemente, y eso significaría el fin del Estado judío.

Noticias de última hora: los palestinos no son los primeros refugiados del mundo, ni mucho menos; ni, por cierto, son los únicos refugiados generados por el conflicto Ôrabe-israelí. Casi un millón de judíos de los países Ôrabes fueron arrojados de sus hogares a la fuerza, pero todos ellos se reasentaron en otras partes, en vez de optar por languidecer ad infinitum en campos de refugiados.

Los palestinos sĆ­ son los primeros que la ONU ha designado como ā€œrefugiados a perpetuidadā€, legando el tĆ­tulo a sus hijos y a los hijos de sus hijos. ĀæCuĆ”nto mĆ”s debe durar este estatus Ćŗnico? ĀæNo deberĆ­a haber algĆŗn estatuto de limitación con el fin de empezar a cambiar la mentalidad imperante y acabar con esos campos, que sirven como incubadoras de odio y venganza?

DespuƩs de todo, muchos de nosotros provenimos de familias refugiadas, pero ese estatus se aplicaba a quienes realmente perdƭan sus casas, no a sus descendientes.

Tercer punto: ¿por qué la comunidad internacional no muestra mÔs firmeza e insiste en que los palestinos asuman las consecuencias de sus acciones?

Los palestinos han podido conseguir un Estado en mÔs de una ocasión entre 1947 y 2017, y sin embargo han rechazado cada oportunidad que se les ha presentado. Esto no es una opinión, sino un hecho.

Naturalmente, el precio era el reconocimiento de Israel como nación soberana junto al Estado palestino; un precio que no han estado dispuestos a pagar.

Así que, mientras que Israel ha evolucionado en su propio pensamiento y llegado a aceptar el nacionalismo palestino, no ha habido un movimiento recíproco en el lado palestino para aceptar la autodeterminación judía.

AdemÔs, los palestinos lanzan espantosos ataques terroristas contra Israel, como el que se saldó con el asesinato de tres personas en Halamish el mes pasado, y después recompensan a los asesinos y a sus familias con generosos salarios mensuales. Según un cÔlculo, los palestinos gastarÔn hasta 300 millones de dólares en 2017 sólo en este rubro. Se debería tener esto en cuenta la próxima vez que alguien se pregunte por qué no se construyen mÔs colegios y hospitales en la Margen Occidental.

ĀæEs esta estrategia –si es que lo es– un camino a la mesa de negociaciones? ĀæEs probable que esto disipe las legĆ­timas preocupaciones de Israel en materia de seguridad y aumente su confianza en que tiene un verdadero socio para la paz con el que alcanzar un acuerdo definitivo? ĀæEstĆ” contribuyendo la incitación palestina que rodea a esos viles ataques, y que comprende llamamientos a matar israelĆ­es, sionistas y judĆ­os, a un clima que conduzca a la confianza y la seguridad?

Cuarto punto: hay que hacer frente a la creencia popular palestina de que los judĆ­os son ā€œde fueraā€, ā€œintrusosā€, ā€œcolonialistasā€ y ā€œcruzadosā€. Los judĆ­os son originarios de la región. El antiguo vĆ­nculo entre el pueblo judĆ­o y el territorio estĆ” documentado y es irrefutable.

Sin embargo, demasiados países estÔn dispuestos a adherirse a ese relato inventado, como demostró, por ejemplo, la reciente votación en la Junta Ejecutiva de la Unesco y en su Comité del Patrimonio Mundial.

Negar el vĆ­nculo judĆ­o con JerusalĆ©n equivale a negar el vĆ­nculo musulmĆ”n con La Meca, o el vĆ­nculo católico con Roma. Es totalmente ridĆ­culo, y sin embargo ocurre una y otra vez, y –hay que decirlo– paĆ­ses como Suecia y Brasil ponen en riesgo su credibilidad aceptando tal farsa. Consentirles a los palestinos que se regodeen en su historia inventada les permite vivir en un universo alternativo, donde Israel no existe o, si lo hace, es sólo un fenómeno ā€œtemporal e ilegĆ­timoā€.

Y el quinto punto: el mundo deberƭa dejar claro que el terrorismo es terrorismo. FijƩmonos en Europa. Paƭses como Francia y BƩlgica han sido objetivo de fatƭdicos atentados. Y responden como deben: con una lucha sin trabas para dar con los perpetradores y sus redes de apoyo y declarando una polƭtica de no tolerancia a semejante bestialidad.

Pero cuando se trata de ataques a los israelĆ­es, el lenguaje suele cambiar, sutil o abiertamente. Puede haber una pizca de racionalización aquĆ­ y una inmediata llamada a la contención israelĆ­ allĆ”. Se oyen expresiones como ā€œciclos de violenciaā€, que sugieren que nadie sabe realmente –o se le quita importancia– quiĆ©n empezó el proceso, o que esto es solamente un conflicto como el de los Hatfield y los McCoy, sin hacer ninguna distinción entre las partes.

Pero, por supuesto, siempre debe haber una clara distinción entre el bombero y el pirómano y entre el demócrata y el déspota, como la hay en Europa y en otras partes cuando se cometen dichas atrocidades. De lo contrario, la turbiedad sustituye a la claridad moral.

Acabar con la infantilización de los palestinos y empezar a hacerles responsables de sus actos podría ser una prometedora vía hacia la pacificación.

 

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