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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

América se moviliza unida para ayudar a los más afectados por el COVID-19

Gobiernos y organizaciones de América se movilizaron este miércoles para ayudar a los más afectados por el coronavirus, enfermedad de la que este continente es el centro mundial, algo que llevó hoy mismo a Estados Unidos, el país más afectado por la pandemia, a asegurar cientos de millones de dosis de una vacuna que aún no existe formalmente.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) comenzó a repartir material de protección médica en Venezuela, lo que incluye mascarillas, gafas de seguridad y batas de protección individual, para atender la pandemia gracias a un acuerdo firmado con el Gobierno y la oposición.

El reparto se inició en los estados de Zulia, Táchira, Bolívar, Apure y Miranda, así como en Caracas, zonas «que presentan los brotes de contagios más altos» del país, indicó en Twitter el diputado Miguel Pizarro, nombrado por el líder opositor Juan Guaidó comisionado para los Derechos Humanos ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Canadá, por su parte, anunció que sus Fuerzas Armadas llevarán este jueves a Honduras varias toneladas de material de protección contra la COVID-19, en el primero de una serie de vuelos que durante los próximos días distribuirán en países de Centroamérica y el Caribe material facilitado por el Programa Mundial de Alimentos de la ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En Chile, el Gobierno anunció que va a suavizar las condiciones de cuarentena para los adultos mayores, quienes podrán salir de casa durante una hora al día dependiendo de las diversas etapas del plan de desconfinamiento que tiene el país, el octavo más afectado por la COVID-19 en el mundo.

Y la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia demandó al Gobierno de Nicaragua, el único país de Centroamérica que no ha suspendido las clases presenciales, el cierre de las escuelas, para proteger a los estudiantes y sus familias, con base en que «el Estado (debe) asumir su rol de garante y protector de los derechos de las niñas, niños y adolescentes».

1.950 MILLONES DE DÓLARES POR UNA VACUNA

Por su parte, EE.UU., que con 142.756 muertos y casi 4 millones de casos sigue siendo el epicentro mundial de la pandemia, firmó un acuerdo con las farmacéuticas Pfizer y BioNTech para recibir 100 millones de dosis primero y 500 millones después de BNT162, la vacuna en la que trabajan conjuntamente ambas compañías, una vez que sea aprobada por la Administración de Alimentos y Fármacos.

El secretario estadounidense de Salud, Alex Azar, destacó que con este acuerdo, por el que las farmacéuticas recibirán 1.950 millones de dólares del Gobierno estadounidense, «se amplían las probabilidades» de tener «una vacuna segura y efectiva tan pronto como a final de año».

Esto mientras el país se enfrentó hoy a nuevos cierres paulatinos de actividades debido al avance de la enfermedad. Por ejemplo, el alcalde de Baltimore, Bernard Young, ordenó que los restaurantes suspendan a partir del viernes y durante al menos dos semanas el servicio en el interior de los locales y que limiten la atención a zonas externas o para llevar, y ordenó el uso de mascarillas en público.

«Probablemente la herramienta más poderosa que tenemos es una simple máscara facial», afirmó por su parte el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Robert Redfield, que dijo que si todos los estadounidenses asumen su uso como parte de su responsabilidad habrá un impacto «muy significativo» en las próximas semanas.

MÉXICO DUDA Y EL SALVADOR SE PREOCUPA

La crisis sanitaria sigue siendo más que preocupante en todo el continente americano, que está al borde de los 8 millones de contagios y cerca de las 320.000 muertes, según cifras de la OPS.

En México, superados el martes los 40.000 muertos y 350.000 contagios, el control de la pandemia está en duda, aunque el Gobierno insiste en que «va a la baja» tras casi cinco meses del primer contagio y 51 días después de iniciar su «nueva normalidad».

«Estamos llegando a una meseta, aunque todavía no es muy claro porque hay que recordar que en muchos países esta curva no es que suba a un pico y luego baje, sino que a veces es una meseta que puede durar un buen rato», comentó a Efe hoy Rosa María Wong, responsable del Laboratorio de Investigación en Enfermedades Infecciosas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Algo preocupante si se tiene en cuenta que la COVID-19 ya es la cuarta causa de muerte en el país y puede terminar el año como la segunda, según Xavier Tello, médico y consultor de políticas de salud pública.

Igual de preocupante es la situación en El Salvador, donde los casos de coronavirus se dispararon más de un 200 % desde mediados de junio pasado, cuando el Gobierno implementó la primera fase de su plan de reactivación económica y finalizó la cuarentena domiciliaria obligatoria.

Tendencia que parece estar lejos de remitir: los casos diarios no han retrocedido en el país centroamericano durante julio y el martes marcó su cifra más alta de nuevos casos desde que comenzó la pandemia con 393, para un total de 12.975 enfermos y 363 muertos, según los datos más recientes.

CIERRE EN BAHAMAS Y BRASIL SIGUE «IGUAL»

Bahamas decidió «cerrar» por dos semanas los enlaces de la isla de Gran Bahama con el resto del archipiélago después del abrupto incremento de casos, al tener 61 nuevos contagios desde el 8 de julio. Gran Bahama no había registrado ninguno desde el 5 de mayo, de manera que el archipiélago se ha convertido ahora en uno de los territorios del Caribe con más rápido crecimiento de enfermos.

A su vez, en Brasil el presidente Jair Bolsonaro volvió a dar positivo en un nuevo examen de coronavirus, un resultado que frustró su ansiada «vuelta a la normalidad» cuando se cumplen 15 días de confinamiento tras haber sido diagnosticado con la enfermedad el pasado 7 de julio.

Mientras, su país contabilizaba 82.771 muertes, con una media de 1.000 decesos diarios desde finales de mayo, y 2,2 millones de casos, datos que, según la OMS, sugieren que Brasil podría haber llegado al pico de contagios de la enfermedad y se estableció en una meseta, aunque en niveles que aún son extremadamente elevados.

Con una aparente estabilización en regiones como Sao Paulo y Río de Janeiro, dos de las más afectadas al comienzo de la crisis, en otras zonas como la sur, donde se empiezan a sentir los rigores del invierno austral, y la centro oeste de Brasil, incluida Brasilia, la situación también se ha agravado en las últimas semanas.

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