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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Arabia Saudí: así funciona la dictadura islámica que comercia con España

La crisis económica y los bajos niveles del precio del crudo en los últimos años han perjudicado la economía de Riad, que ya no es tan fuerte como antaño, y los príncipes buscan nuevas vías de financiación.


España recibe con honores al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, que mantendrá encuentros con los Reyes, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, con quien firmará un acuerdo de colaboración que facilitará la próxima firma del contrato para la construcción de cinco corbetas.
Con este documento se trata de allanar el camino a un próximo contrato con la empresa Navantia para la venta de cinco corbetas de tipo Avante 2200 por valor de unos 2.000 millones de euros, la construcción de una base naval en Arabia Saudí, donde atracarán los barcos, y la instrucción de militares saudíes para el manejo de los buques.
Un proyecto que sacaría de la depresión a los astilleros españoles, pues las corbetas serán  construidas en las instalaciones de Navantia en la Bahía de Cádiz, San Fernando, y el contrato sería clave para la viabilidad a medio plazo de estos astilleros y los de Ferrol (La Coruña).
Las críticas no han tardado en llegar. Las ONG de la campaña Armas Bajo Control han pedido a la Casa Real y al Gobierno de España que «pongan fin a las exportaciones de armas a Arabia Saudí». Desde el PP y Ciudadanos han defendido los acuerdos por la «cantidad ingente» de puestos de trabajo que generan.
No obstante, conviene conocer cómo funciona Arabia Saudí, un reino islámico que aplica la sharia al mismo nivel que el Estado Islámico. Un régimen que año tras año bate el récord de ejecuciones públicas y donde las mujeres son obligadas a vivir oprimidas por sus maridos.

El papel de la mujer

Las últimas decisiones de Riad en torno a la libertad de las mujeres han recibido el aplauso de la comunidad internacional y las principales organizaciones en favor de los Derechos Humanos, pero conviene entender los motivos que han llevado al régimen saudí a tomar estas medidas tan impopulares entre su principal núcleo de apoyo: los musulmanes más conservadores.
El monarca ordenó emitir permisos de conducir para las mujeres, que hasta el día de hoy tenían prohibido ponerse al volante de un vehículo en el país musulmán. La agencia oficial de noticias saudí, SPA, informó de que la orden real entrará en vigor el mes de junio próximo, pero no ofreció más detalles sobre su aplicación.
La oposición interna al régimen de Riad cada vez es más poderosa. Aunque el silencio impuesto por la sharia hace que buena parte de la población permanezca callada, otros han decidido levantar la voz ante las desigualdades de un país donde el dinero procedente del petróleo sólo se reparte entre unos pocos.

Patrocinador del ISIS

El principal proveedor de terroristas del Estado Islámico es un aliado de Occidente. Tal y como ha señalado la cadena Fox News en un reportaje, citando a fuentes militares iraquíes, la mayoría de islamistas del grupo provienen de Arabia Saudí.
El país comparte alrededor de 800 km de frontera con Irak, totalmente devastada por la guerra. Sin embargo, según explica la cadena, eso no es impedimento para que los yihadistas saudíes entren al país por la franja que comparte con Siria y Turquía.
La información, ofrecida por fuentes de la inteligencia iraquí, revela que los terroristas saudíes suponen el 30% de todo el contingente del ISIS en Irak -siendo el país que más muyahidines aporta-. En segundo lugar se encuentran los rusos chechenos.
“La presencia saudí en el ISIS es muy grande. Lo que quedan son mayoritariamente iraquíes y saudíes”, ha comentado el oficial de alto rango a la cadena norteamericana.
Fox News señala que ha visto varias fotografías y documentos relacionados con el ISIS que muestran las identidades de terroristas sauditas.

Promotora del wahabismo a nivel mundial

Las autoridades saudíes llevan años financiando la expansión del wahabismo, una de las versiones más radicales del islam, por todo el mundo y cuentan con especial preeminencia en Francia. La evidente islamización que vive el país ha provocado que el régimen de Riad considere el territorio francés como el escenario ideal para difundir su particular visión del islam. En 2016, Pierre Conesa, ex alto funcionario de Defensa francés, desvelaba los 8.000 millones aportados por las autoridades saudíes para difundir la “palabra de Mahoma” por todo el mundo.
El fenómeno se repite a menor escala en España. El ejemplo ideal es Madrid donde la conocida como ‘mezquita de la M-30 es un lujoso complejo de más de 12.000 m2 y 6 plantas construidos íntegramente con dinero saudí. De hecho, el país árabe entregó unos 12 millones de euros para erigir un templo al wahabismo en España con muros de mármol, un enorme minarete y exposiciones acerca de la vida del profeta Mahoma.
La Brigada Al Ándalus encontró en el centro saudí el lugar ideal donde lograr financiación para sus acciones terroristas. Sorprendentemente, los dirigentes de la mezquita no alertaron a las autoridades españolas sobre lo que allí estaba ocurriendo. Los yihadistas utilizaban las horas de culto para recaudar dinero en favor de la guerra santa.

Las lagunas del 11-S

El 11-S es otro de los episodios oscuros de Riad. A mediados de 2016, la Casa Blanca difundió el informe oficial de la Comisión de Investigación del 11S, que fue creada por el Congreso y estuvo formada por varios expertos independientes. El punto clave del informe -publicado con censuras en algunos párrafos y frases- fue la participación de Arabia Saudí en los atentados.
Según la investigación, agentes de los servicios de inteligencia del país de Oriente Medio cooperaron con varios de los secuestradores del 11S. Además, el líder de Al Qaeda Abu Zubaidah tenía en su poder el teléfono de una empresa encargada del mantenimiento de una de las residencias oficiales del embajador saudí en Washington cuando fue arrestado en 2002. El embajador era el príncipe Bandar, cercano a la familia Bush y uno de los personajes más influyentes de la capital estadounidense en la década de los noventa.
Los documentos divulgados también prueban que Bandar entregó varios cheques a financiadores del 11S. Pese a que las alegaciones no indicaron que el régimen saudí cooperara con la organización terrorista, sí señalaron que los terroristas estaban conectados. En este sentido, certificaron que Arabia Saudí no estaba demasiado interesada en cooperar en la búsqueda.
 

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