«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Aznar reclama la unión de la oposición en Venezuela para vencer al chavismo

El ex presidente también ha advertido de que «no es aceptable imponer sobre la oposición democrática un deber de negociar sin garantías con quien ha dado pruebas sobradas de hacer de la negociación un artificio para su provecho».


El ex presidente del Gobierno y presidente de FAES, José María Aznar, ha asegurado que ante los desafíos de los populismos y los nacionalismos «la unidad de la oposición democrática es un imperativo indiscutible, y la exigencia de elecciones libres, indeclinable».
Aznar se ha expresado así en su discurso de entrega del Premio FAES de la Libertad al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, a quien ha elogiado por su defensa cerrada y valiente de la libertad y la democracia, especialmente en Venezuela.
El ex presidente también ha advertido de que «no es aceptable imponer sobre la oposición democrática un deber de negociar sin garantías con quien ha dado pruebas sobradas de hacer de la negociación un artificio para su provecho».
En su intervención, Aznar ha advertido de la velocidad con que se produjo la transformación y «destrucción de Venezuela« que pasó de ser una democracia «consolidada» que «muta primero en un régimen populista, de esos que ahora parecen tener cierta aceptación, y por último se convierte en un régimen autocrático».
Por eso, el «apoyo a toda medida en pro de la libertad debería ser una prioridad» para los gobiernos occidentales y «uno de los puntos centrales de la política exterior del Gobierno de España», ha señalado.
Para Aznar, «cuando lo que está en juego es la construcción de un marco de convivencia para todos, el dilema no es entre derecha o izquierda sino entre democracia o autocracia».
Por eso, ha apostado por la unidad de la oposición democrática: «A mi juicio, la unidad sigue siendo un imperativo indiscutible, y la exigencia de elecciones libres, una exigencia indeclinable e innegociable», ha mantenido.
Este consejo vale tanto para Venezuela como para aquellos países en los que los partidos tradicionales se están viendo superados por nacionalismos y populismos, como por ejemplo en España, donde hay «desafíos que van a exigir un esfuerzo de acuerdo amplio y duradero entre las principales fuerzas políticas».
Ante este tipo de tendencias es preciso estar alerta y no «dar la libertad como un logro adquirido para siempre, ni como un bien del que sólo algunas sociedades pueden disfrutar».
Así, «no hay lugar para la doble moral de aceptar para otros lo que no soportaríamos para nosotros; no hay lugar para la benevolencia con un régimen por no se sabe qué falaces complicidades ideológicas».
Es entonces cuando ha subrayado que «no es aceptable imponer sobre la oposición democrática un deber de negociar sin garantías con quien ha dado pruebas sobradas de hacer de la negociación un artificio para su provecho».
Esta misma idea la ha desarrollado en su discurso de aceptación del premio el secretario general de la OEA, para quien la «palabrería» de determinados dirigentes extranjeros que dicen querer mediar en Venezuela y los «silencios» de la comunidad internacional ante la evolución política del país en los últimos años es igualmente dañina.
El pueblo venezolano «ha pagado un precio muy alto por el silencio» de la comunidad internacional, ha asegurado Almagro, quien no obstante ha señalado que «la reacción ha sido lenta, pero está cobrando fuerza».
Así, ha pedido seguir imponiendo sanciones «cada vez más duras» a los dirigentes venezolanos sin temor a perjudicar al pueblo ya que «no hay peor sanción que seis años más de dictadura».
«No podemos seguir permitiendo que siga imperando la impunidad», ha concluido.

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