Una reflexión original del Blog de Hermógenes
«Renuncié a “El Mercurio” hace casi diez años precisamente cuando el diario, que había sido el principal baluarte del “Sí” que salvó y reconstruyó a Chile, se trasladó a las filas del “No” al apoyar la candidatura presidencial de Sebastián Piñera, exponente del “No” y recién condenado por comprar acciones con información privilegiada. Tenía otras razones, aparte de las políticas y morales, para alejarme del hogar periodístico que me había cobijado 46 años (y a mis antepasados más de sesenta), pero la fundamental fue ésa.
Nunca me he arrepentido. La edición de hoy sábado del diario viene a ratificar esa rendición incondicional del “Sí” y de la derecha, siendo “El Mercurio” el baluarte más representativo de ella en el país.
Ya antes el Ejército –que se define como “siempre vencedor y jamás vencido”— se había rendido a la izquierda cuando, en 2004, su comandante en Jefe, Juan Emilio Cheyre, declaró urbi et orbi: “El Ejército de Chile tomó la dura pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que como institución le caben en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado” (“El Mercurio”, 10.12.04). ¡Declaró a su institución como la gran culpable de todo lo malo! Pero formó parte de ella, no renunció ni nunca levantó la voz. Clavó así un puñal en la espalda de su todavía vivo, pero muy disminuido, antecesor, Augusto Pinochet. Y proclamó a la izquierda como la gran inocente, pues “todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado” ya no eran culpa suya.
En esta línea, “El Mercurio” de hoy editorializa diciendo: “La concesión del beneficio de libertad condicional a condenados por delitos de lesa humanidad que se encuentran en Punta Peuco ha reflejado una discusión anterior…”
¿Cómo? ¿Militares condenados por delitos de “lesa humanidad”? Pero si los militares salvaron a la democracia, a pedido de los demócratas, de la guerra por las armas que le había declarado a aquella la extrema izquierda armada. Camionetas que trasladaban armas en 1973 lo hacían con padrones que registraban como domicilio La Moneda (“El Mercurio Bajo la Unidad Popular”). ¿Cómo los militares iban a vencer al ejército clandestino sin usar sus armas? Además, los delitos de lesa humanidad fueron creados en Chile por la ley N° 20.357 de julio de 2009 y los presos de Punta Peuco lo están por hechos de los años 70 y 80, cuando actuaron ante el llamado de los demócratas. La Constitución “asegura a todas las personas” (art. 19) que “ningún delito se castigará con otra pena que la que señale una ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos que una nueva ley favorezca al afectado”. Ese “principio de legalidad” es universal y forma parte del derecho internacional de los derechos humanos. Sólo “juristas” de izquierda y del “No”, que no respetan el derecho, los hechos ni la verdad histórica, pueden sostener que los militares cometieron “delitos de lesa humanidad” cuando éstos no existían y cuando actuaban a petición de los civiles para salvar la democracia y la legalidad. Pero ahora “El Mercurio” afirma que están presos por haberlos cometido.
Es que ya nada puede sorprender en materia de miedo a la izquierda. Hemos visto días atrás al presidente de la Corte Suprema, Hugo Dolmetsch, negar la libertad condicional a un preso de Punta Peuco por tener éste otras causas pendientes, cuando días antes el mismo Dolmetsch votó a favor de la libertad condicional de otros presos de Punta Peuco que tenían otras causas pendientes. ¿Tanto lo aterrorizó la izquierda con su amenaza de acusación constitucional y eso cambió su jurisprudencia?
Leo a continuación a los columnistas sabatinos de “El Mercurio”. Uno, se supone, de derecha y otro de izquierda, para “mantener el equilibrio”: Francisco Covarrubias y Francisco Vidal, respectivamente. Pero opinan igual sobre el Museo de la Memoria: ¡ambos pulverizan la tesis del “contexto”! ¿Para qué tener columnista de derecha si escribe lo mismo que el de izquierda y ambos son del “No”?
Le agradezco a Vidal haber dicho en reciente conferencia que estaba leyendo mi último libro, “Historia de la Revolución Militar Chilena 1973-1990” y más le agradezco aún la recomendación al público presente de también leerlo, pero su columna de hoy revela que esa lectura no le ha enseñado nada. Según él, el “contexto” fue “el fusilamiento el 11 de septiembre de 1973 de quienes defendían el orden institucional en La Moneda”. ¡Dice que defendían el orden institucional cuando habían hecho una práctica la de violar la Constitución y las leyes! Y que fueron “fusilados”. ¿Y los 17 soldados muertos alrededor de La Moneda ese día, documentados por James Whelan? ¿De qué “fusilamientos” habla? Cita los 44 balazos a Víctor Jara, pero no los 50 al coronel Roger Vergara. Todo su “contexto” es por el estilo: “Atropellos” a los “inocentes” que llamaron en sus Congresos Socialistas de 1965, 1967, 1969 y 1971 a tomar el poder por las armas y lo estaban concretando en 1973. Querían vía armada, tenían un ejército clandestino, pero si el adversario respondía el fuego cometía “delito de lesa humanidad”. ¿Qué hacen norteamericanos e israelíes con los terroristas? ¿O a Osama Bin Laden no lo mataron a sangre fría y luego no lanzaron su cadáver al agua?
Y Vidal habla de “tortura”. ¿Con qué ropa? “Punto Final” documentó en 1970 las torturas generalizadas bajo Frei Montalva. El Acuerdo de la Cámara de 1973 denunció igual práctica de la UP. Para qué seguir con el “contexto”. Pues otra gran frescura de Vidal es citar como “torturados” a los 38 mil interrogados por las policías en torno a atentados terroristas entre 1973 y 1990, que fueron escandalosamente premiados por Lagos en 2005 con pensiones vitalicias. No se ha visto en ninguna otra parte que “indemnicen” de por vida a los sospechosos de terrorismo. Además, ésos, el resto de los extremistas y hasta los falsos exonerados denunciados por su propio dirigente máximo nos cuestan a los contribuyentes lo mismo que el déficit del Transantiago, pues debemos compensarlos por no habérseles dejado tomar el poder por las armas.
Es que acá la derecha se ha rendido ante la izquierda y el extremismo. Ha perdonado todo y se ha echado la culpa. “Cómplice pasiva”. Como si hubiera sido ella y no el marxismo-leninismo el de los cien millones de muertos.
Pero no ha sacado nada, salvo humillarse y hacer el ridículo llenando de plata a una izquierda que, ahíta (basta verlas y verlos), mantiene vivo el odio. Pues es la izquierda (Alejandro Goic) la que se niega hasta a sentarse en un panel de TV con la derecha (Patricia Maldonado). En efecto, la raíz del mal estuvo y está en el odio, en matar: “las armas son la única vía para ganar el poder”. Y el Ejército que salvó a Chile y la derecha que lo convocó se han rendido ante el odio. No les ha servido de nada, porque la izquierda está más odiosa que nunca. Declaró la guerra y la perdió, pero se ha quedado con todo: se ha echado al bolsillo la verdad, la historia, la ley, “El Mercurio” y, cada día más, la plata. De no creerlo».