«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Oriente Medio que viene: Siria, Irán y Arabia Saudí

Las derrotas del ISIS en Siria e Irak han terminado con una parte del autoproclamado califato. Pero lo más peligroso, su ideología, está más presente que nunca en todo el mundo.

La caída del Estado Islámico abre un nuevo panorama en Oriente Medio. Los grandes fastos del autoproclamado califato han quedado atrás. El Ejército sirio, con la inestimable colaboración de la aviación rusa, las milicias kurdas y la coalición internacional, ha reconquistado uno a uno cada bastión de la organización terrorista y los pocos muyahidines que permanecen leales a Abu Bakr Al Baghdadi se refugian en el desierto.
Bashar Al Assad se ha convertido en actor principal del conflicto. Las milicias rebeldes, financiadas y alentadas por la Administración Obama, no lograron doblegar al pueblo sirio. Unos ciudadanos que han sufrido los estragos de un conflicto terrible, eterno y cuyas consecuencias son, aún hoy, una incógnita.
Al Assad aseguró que las victorias frente a los terroristas, desde Alepo hasta Deir al Zur, suponen un «golpe decisivo» para hacer fracasar los proyectos de división y los objetivos del terrorismo.
Las principales potencias occidentales, con la excepción de Rusia, buscan entrometerse en la política del país y desalojar a Al Assad del poder. Esta misma semana, el presidente francés, Emmanuel Macron, presionaba a su homólogo ruso, Vladimir Putin, para que cesara en su apoyo al presidente sirio.
Desde Estados Unidos, el secretario de Estado, Rex Tillerson, aseguró que en el futuro de Siria «no caben Al Assad y su familia». «Estados Unidos quiere una Siria unificada sin un rol para Bashar Al Assad en el Gobierno», sentenció. Sin embargo, el ambiente en Damasco es totalmente diferente y la ciudadanía es consciente del papel jugado por el líder durante la larga guerra.
Por si fuera poco, la situación en Arabia Saudí es, cuanto menos, llamativa. La dictadura islámica vive un proceso de purga de los principales líderes del país a manos del heredero, Mohammed bin Salman, para consolidar su poder absoluto. Salman no está dispuesto a ceder una porción de poder y así lo demostró el pasado fin de semana. Los arrestos, anunciados el sábado por la cadena Al Arabiya, se produjeron horas después de que el rey anunciara la creación de una comisión anticorrupción encabezada por el príncipe heredero de 32 años.
La disidencia ha crecido en Arabia Saudí. Es un hecho constatable que la monarquía saudí ya no goza de la unanimidad de antaño. Parte del pueblo ya no acepta ese pacto para intercambiar bienestar a cambio de permanecer ajenos en las decisiones del país y los precios del petróleo en los últimos tiempos no han ayudado a ello.

Damasco y Teherán

¿Cómo afecta todo esto a Siria e Irak? Las relaciones entre Irán y Arabia Saudí no pasan por un buen momento y la situación de inestabilidad en Riad podría desencadenar un conflicto que, sin duda, tendría como escenario los citados países. El propio Al Assad afirmó esta semana que el aumento de las hostilidades hacia Teherán estaba relacionado con el declive de las organizaciones terroristas en la zona.
El mandatario declaró que «la escalada de algunos Estados regionales y occidentales en sus posturas hostiles hacia Irán y los intentos de desestabilizar otros países de la zona no se pueden desvincular del declive de los grupos terroristas» en el territorio sirio y el iraquí.
El jefe de Estado sirio subrayó que las actitudes hostiles no disuadirán ni a Damasco ni a Teherán de continuar consolidando la estabilidad en la zona y defender los intereses de sus pueblos. Al Assad aseguró que el Ejército sirio y sus aliados no sólo se enfrentan al terrorismo, sino también a los intentos de emplearlo para dividir y debilitar Estados.
Irán es uno de los principales aliados de Al Assad, a quien ha enviado efectivos de la Guardia Revolucionaria y asesores militares que colaboran con las Fuerzas Armadas sirias. Por su parte, Riad y Teherán, las potencias suní y chií de Oriente Medio, mantienen una tradicional rivalidad por la influencia regional que se ha exacerbado en los últimos tiempos con los conflictos de Siria y el Yemen.

Yemen de fondo

El presidente iraní, Hasan Rohaní, advirtió a Arabia Saudí del «poder» de la República Islámica. Ambos países llevan días intercambiando amenazas en relación al conflicto de Yemen, donde la ONU ha exigido a la coalición árabe que permita la entrada de la ayuda humanitaria que permanece paralizada tras el cierre de puertos y aeropuertos. Riad, que lucha contra los rebeldes hutíes en Yemen desde 2015, anunció este lunes el cierre temporal de todos los puertos aéreos, marítimos y terrestres yemeníes, sin indicar durante cuánto tiempo se mantendrá la medida.
«Conocéis bien el poder y la posición de la República Islámica, aquellos superiores a vosotros no han podido hacer nada contra la nación iraní», mantuvo Rohaní, que recordó que «Estados Unidos y sus aliados movilizaron todas sus capacidades sin éxito».
Sobre la situación en Yemen, punto de discordia actual, Rohaní se preguntó: «¿Por qué está mostrando hostilidad hacia el pueblo yemení y bombardeándolo regularmente?». Riad acusó hace unos días a Teherán de suministrar a los insurgentes el misil balístico, un punto que niega el presidente, a la vez que critica la injerencia saudí en Siria, Irak y el Líbano.
El exprimer ministro libanés, Saad Hariri, renunció a su cargo el pasado sábado desde Riad y en su discurso acusó a Irán de interferir en los asuntos del Líbano. «No hemos visto antes en la historia que un país obligue a un responsable a renunciar sólo para interferir en sus asuntos internos», contraatacó Rohaní.

‘Irán es una amenaza peligrosa’

La respuesta de la Liga Árabe a Rohaní no se hizo esperar. El secretario general de esta organización, Ahmed Abulgueit, reafirmó su apoyo a Arabia Saudí frente a las «amenazas peligrosas contra su seguridad».
«La obligación árabe exige el apoyo a Arabia Saudí, que se está enfrentando a amenazas peligrosas a su seguridad», aseguró Abulgueit en declaraciones desde la sede de la Liga Árabe en El Cairo.
Además, Abulgueit destacó que el conflicto de Yemen se ha ampliado y acusó a partes «conocidas» de estar detrás de esta ampliación con el «objetivo no sólo de continuación de la guerra, sino también de tensar la situación en toda la región», dijo en referencia a Irán, país al que Arabia Saudí acusa de proporcionar misiles a los rebeldes.
Abulgueit aseguró que «la estabilidad regional no se establecerá hasta que esas partes cambien su visión completamente sobre los árabes» y mientras no «hagan una revisión verdadera de la política que han seguido durante años y que conduce a la zona hacia el conflicto y la confusión».
Hace dos días, el ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Adel al Yubeir, advirtió a Teherán de que su país se reserva el derecho a responder a las «acciones hostiles del régimen iraní en la forma y el tiempo adecuado», tras responsabilizar a Irán del misil lanzado por los hutíes y que fue interceptado antes de llegar a Riad.

El ISIS

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, advirtió de que el Estado Islámico puede centrarse más en preparar atentados terroristas contra países de la Alianza ahora que está perdiendo terreno en Siria e Irak.
Stoltenberg celebró los progresos realizados por la coalición global de 73 miembros que combate al ISIS liderada por Estados Unidos y alertó de que «estamos preocupados o al tanto de que esto no termina la lucha contra el Estado Islámico«.
«Esto es una lucha global, no sólo en Irak o Siria, sino también en otros países y fuera, en las calles», señaló el político noruego, que explicó que «al haber perdido el control de territorio en Irak y Siria, puede ser que esté ahora aún más centrado en organizar ataques terroristas contra los aliados«.
 
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