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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Lo que Évole consiguió no ver en Siria e Irak

ISIS atenta a diario contra la libertad religiosa

Évole no es en absoluto excepcional en la práctica de dirigirse a un evento con el esquema listo para encajar en él todas las piezas que se vayan encontrando. Es solo uno de los más infames en esta infame tarea

En Siria, como en Irak, se libran dos guerras, no una. La primera enfrenta, sobre el terreno, a un ejército gubernamental y sus aliados contra uno o varios grupos de radicales islámicos, siendo el ISIS el más poderoso y conocido.
La segunda se libra en la información que nos llega a los particulares en Occidente, en los departamentos de propaganda (no los busquen así, nunca tienen ese nombre), en los grandes medios, en las redes sociales.
Hay, pues, una narrativa dominante, un guion, que a menudo tiene muy poco que ver y en ocasiones es diametralmente opuesto a lo que realmente está sucediendo. Lo hemos ido viendo muy especialmente en el asedio y liberación de dos ciudades, la siria Alepo y la iraquí Mosul, dos casos extraordinariamente similares que han coincidido en el tiempo y de los que se ha informado de forma descaradamente distinta. Lo vimos también este domingo en un magnífico ejemplo de manipulación, la del programa Salvados de Jordi Évole en La Sexta.
Évole no es en absoluto excepcional en la práctica, ya rutinaria, de dirigirse a un evento con el esquema ya en la mochila, listo para encajar en él todas las piezas que se vayan encontrando. Es solo uno de los más infames en esta infame tarea.
La figura de intrépido e insobornable reportero en busca de la verdad a cualquier precio, aunque la cultive con mimo, le sienta a Évole como a un santo dos pistolas. Évole no es que vaya con su plantilla ideológica preparada para aplicarla rígidamente a lo que vea; no es que esté dispuesto a hacer el pino puente con las orejas para que la realidad quepa en su angosto y repetitivo guion; es que ni siquiera es propiamente suyo, sino la más fiel transliteración del dogma progresista que une en fraternal entendimiento a banqueros y antifas.
El explorador en busca de lo desconocido encuentra siempre, oh casualidad, lo mismo que sus jefes, desde sus cómodos despachos, esperan que les traiga.
Y de Siria e Irak trajo el esquema narrativo que sus patrones llevan tanto tiempo vendiendo, hasta la última tilde, aderezado con el blando sentimentalismo que estamos acostumbrados a tragarnos en sus crónicas.
Pero lo del último programa es una catástrofe indisimulable, un fracaso evidente hasta para el fan más incondicional del periodista, porque lo tenía todo delante y sus esfuerzos por no enterarse de nada resultaron verdaderamente heroicos. No digo ya un gacetillero mediocre; incluso un simple turista hubiera indagado algo más, se hubiera preguntado y hubiera interrogado sobre lo que tenía delante de los ojos.
Tenía, además, a mano al periodista Mikel Ayestaran, autor del libro ‘Oriente Medio, Oriente Roto’, a quien dejó escapar sin apenas interesarse por las revelaciones extraordinarias que hacía.
Unos pequeños botones de muestra sobre las obviedades que, al parecer, no animaron la nula curiosidad del curioso reportero:
¿Cómo llega el dinero al ISIS, que es evidente que dispone de ingentes recursos para ser un grupo terrorista universalmente vilipendiado, de qué paises, por dónde, por qué nadie lo impide?
¿Por qué, según declaración del propio Ayestaran, se retiró en su día el Ejército iraquí, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos, de varias ciudades bien provistas de arsenales que dejaron en manos del ISIS? ¿De dónde salieron todas esas armas?
¿Qué responsabilidad tuvo Obama en el crecimiento y desarrollo del ISIS, un grupo criminal que, según desveló en su día The Washington Post, el 44 presidente usó contra Assad?
¿Qué papel ha tenido Turquía -miembro de la OTAN y, como tal, aliado de Estados Unidos- en el abastecimiento de petróleo al ISIS, y por qué nadie impidió este tráfico organizado en columnas fáciles de atacar, tal como denunció Rusia en su día?
¿Por qué se oculta que fue la intervención rusa la que puso fin -en cuestión de horas- a estas descaradas ayudas atacando los convoys, como podría haber hecho en cualquier momento la aviación americana?
Más: ¿por qué en el programa se minimiza o ignora el papel de Rusia y del propio ejército de Assad en la derrota y paulatina desaparición del territorio controlado con el ISIS, cuando son los únicos responsables de este logro? Es casi tan prodigioso como contar el desembarco de Normandía sin contar con británicos y americanos.
No se habló de los asombrosos medios ‘cinematográficos’ de los terroristas, su fácil acceso a la tecnología y a las redes, la profesionalización de su equipo de propaganda.
Milagrosamente, Évole ha conseguido viajar al lugar de los hechos y no ver nada; más aún, ha logrado volver con la historia que querían sus jefes sin dejar que la realidad manchase en lo mínimo el rígido guión.
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