Entidades ecologistas afirman que hacen falta «medidas más ambiciosas» para mejorar la calidad del aire en las ciudades y cumplir los «objetivos climáticos» propuestos por la Unión Europea para el año 2030, e insisten en que se necesita «una ley de aire limpio» en línea «con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud».
Algunas de las medidas que proponen son el aumento del número de zonas de bajas emisiones —ya hay más de 300 en todo el continente y para 2025 están planificadas casi 200 más— y los confinamientos de la población, una práctica ya «ensayada» durante la pandemia de COVID.
Según publica LibreMercado, desde el medio ecologista Green Matters reconocen que este tipo de propuestas generan un gran rechazo entre la población, pero no las descartan, y subrayan que bastaría con que una parte de la ciudadanía aceptara quedarse encerrado en casa «para que se produzca un descenso de las emisiones».
En 2020, con los estados de alarma —declarados ilegales por el Tribunal Constitucional— medios de comunicación como El País resaltaron —y celebraron— que los confinamientos desplomaran el uso de los vehículos de combustión «y, como consecuencia directa, los niveles de contaminación».
En septiembre de aquel año, la profesora y activista italiana Mariana Mazzucato escribió un artículo en el que afirmaba que «en un futuro cercano» era posible que el mundo volviera a recurrir a los confinamientos (…) «para hacer frente a la emergencia climática». «El hielo cambiante del Ártico y los incendios forestales en los estados del oeste de EEUU (…) son señales de advertencia de que nos estamos acercando a un punto de inflexión en el cambio climático».
