Trump ficha y descarta personal para su equipo como si no hubiera mañana, entre otras cosas porque, por un lado necesita perentoriamente gente de la política que conozca los intrincados vericuetos de Washington, y por otro no puede fiarse de esos mismos políticos a los que no conoce ni son ‘su gente’.
La prueba es que todo lo que hace y dice todo un presidente de Estados Unidos en la necesaria opacidad de las decisiones de gobierno acaba saliendo a la luz. Las filtraciones a la prensa protagonizadas por saboteadores de una Administración a medias heredada y a medias entregada al establishment de los de siempre están siendo la pesadilla sin fin de sus primeros meses de mandato. Y, a pesar de los despidos -el otro día, su jefe de Comunicación, el recién nombrado Scarammucci; antes, Priebus, su jefe de Gabinete-, siguen apareciendo en los medios.
Las últimas han sido las conversaciones telefónicas mantenidas por Trump con los líderes de México y Australia, publicadas por el Washington Post de Jeff Bezos, del que el presidente se ha hartado de echar pestes.