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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Jaume Vives antes de Tabarnia: una vida dedicada a los cristianos perseguidos

Gabriel Rufián tachó de racista a este impulsor de Tabarnia y de Resistencia Catalana por su visión del islam. Sin embargo, su pasado le avala.

Hoy Jaume Vives es uno de los rostros más reconocidos de la causa contra el nacionalismo en Cataluña y uno de los principales impulsores de Tabarnia. Los independentistas han aprovechado unos tuits antiguos para tacharle de xenófobo por una visión del islam valida tras años en Oriente Medio.
En 2015, lejos de los focos mediáticos, entrevistamos a Jaume Vives coincidiendo con la publicación de su libro, ‘Viaje al horror del Estado Islámico’, un relato sobrecogedor de aquellos cristianos que fueron expulsados de Siria e Irak por el fundamentalismo islámico.
La entrevista original se publicó horas antes de los atentados de París y su titular adelantó lo que iba a ocurrir los siguientes años en Siria: «Los rebeldes moderados también cortan cabezas», aseguró Vives.
Para su interés reproducimos la entrevista completa:
– ¿Cómo y cuándo surge la idea de viajar a El Líbano?
Siempre me ha encantado contar historias que me llegaran al corazón y que, en la medida de lo posible, me ayudaran a cambiar y modificaran la forma de pensar de las personas. Me empezaron a llegar noticias sobre la cantidad de cristianos que están muriendo por Cristo, las personas que por su Fe están dispuestas a perder su “seguridad” (casa, trabajo y educación) y decidí que tenía que escribir sobre ello. Además, pronto mucha gente importante comenzó a mostrar su repulsa a lo que está ocurriendo en Oriente Medio y entendí que había un problema, pues nosotros escondemos a diario nuestras creencias por la presión social, mientras ellos no renuncian a ellas aún habiéndolo perdido todo.
– ¿Hay violencia o problemas de convivencia?
En el Líbano no hay grandes problemas, es un milagro, pero es así. Hay una convivencia milagrosa entre cuatro millones de libaneses, dos millones de sirios -más todos aquellos que no están registrados-, 500.000 palestinos y miles de iraquíes. Claro que hay problemas en algunas zonas, pero es muy sorprendente lo que ocurre allí viendo los problemas en los países vecinos.
– ¿Están siendo utilizados los cristianos por ambos bandos del conflicto sirio-iraquí?
El campo de batalla de la guerra está en Irak y especialmente en Siria, pero las verdaderas cabezas, los líderes del conflicto, se encuentran a muchos kilómetros de distancia, tal vez en Occidente. Los cristianos se sienten muchas veces utilizados como monedas de cambio y hay que reconocer que el único que ha protegido su Fe es Bashar al Assad.
Los cristianos no te van a justificar las cosas malas que ha hecho el presidente sirio, que han sido muchas, pero sí te dicen que con él podían vivir en paz. Ahora, y viendo lo que ocurre en Siria e Irak, son conscientes de lo que se les viene encima y saben que es mucho peor de lo que tenían antes.
– Durante tu viaje has podido conversar con muchos refugiados iraquíes. ¿Qué opinan de Sadam Hussein?
La situación que vive ahora Siria sucedió antes en Irak y ellos mimos te lo dicen. Después de la caída de Sadam, los cristianos lo perdieron todo, pues lo único que les protegía de los fundamentalistas era la ley. En los años de Gobierno de Sadam había procesiones católicas por las calles y eso es algo que es impensable en países como Arabia Saudí o Pakistán. Los cristianos han visto cómo la escala de violencia y persecución ha ido a más, pero en Occidente no lo entendemos porque nos regimos por unos principios morales que creemos correctos, pero que no siempre funcionan. La sociedad internacional piensa que derrocar a un dictador, sin plantear o estudiar sus consecuencias, siempre va a ser algo bueno y no es así.
– ¿Fueron las incursiones extranjeras en la zona un error?
Totalmente. La intervención de Estados Unidos en Irak sólo ha fomentado más odio. Los patriarcas cristianos apoyan a Al Assad porque saben que lo que se les viene encima es mucho peor.
– Las Primaveras Árabes se vendieron en Europa como la revolución del pueblo. ¿Cómo las vivió la población local?
Todas las personas con las que hablé coinciden en lo mismo: las Primaveras Árabes fueron un cuento chino.
– ¿La única solución para estos países pasa por un dictador?
La historia y la experiencia han demostrado que la línea de Al Assad lograba equilibrar el país, evitar graves conflictos. A lo mejor existen otras soluciones mejores, pero aplicar la democracia occidental, que tampoco es una maravilla, no funciona. Los europeos nos creemos con el derecho de decidir cómo deben vivir estas personas cuando ni siquiera conocemos sus costumbres. El arzobispo de Mosul ya advirtió que Occidente no había entendido nada de lo que pasaba aquí.
– ¿Los cristianos tendrían libertad con los rebeldes moderados en Siria?
Complicado. Cuando hablas con la gente de allí siempre remarcan que el Estado Islámico, Al Nusra y el Ejército Libre de Siria son los mismos. De hecho piden a Estados Unidos que cese en su empeño de armar a los “rebeldes moderados”, pues son parte del mismo sistema: cortan cabezas igual y quieren aplicar la misma ley, la sharia. Estos grupos ya gobiernan en Turquía, Pakistán o Arabia Saudí. ¿Qué libertad hay allí? Ninguna.
– Turquía es criticada por todas las partes, ¿por qué?
La mayor parte de los refugiados en El Líbano acusan a Turquía de ser uno de los mayores compradores de petróleo procedente de los pozos en manos del Estado Islámico. El sur del país ha servido de cobijo a terroristas y allí han estado entrenándose y preparándose para llevar a cabo la yihad. A la periodista que se atrevió a denunciar los hechos se la quitaron rápido del medio.
El Gobierno de Erdogan ha entrenado facciones yihadistas y hay mucho rencor entre la población. Cuando visité una localidad donde vivían armenios, sus habitantes denunciaron las prácticas turcas y me explicaron cómo los yihadistas habían provocado un éxodo masivo y de madrugada de la ciudad donde antes vivían. De hecho, ellos creen que Turquía intenta que los muyahidines perpetren un nuevo genocidio, pues los armenios que hoy viven en El Líbano son descendientes de aquellos que masacraron.
– ¿Por qué Arabia Saudí sigue siendo socio de Occidente?
Arabia Saudí tiene mucho dinero y eso altera las hormonas de los países occidentales. Es un país donde es imposible ir a misa libremente, está prohibido rezar en casa y si contratas a un trabajador y lo hace, el dueño va a la cárcel. Tampoco puedes beber alcohol libremente y si invitas a un musulmán a beberlo, también vas preso. Es algo parecido a lo que ocurre en Siria e Irak, pero aquí no existe una guerra de por medio sino que es la propia ley la que lo ampara.
Se cometen crímenes y atrocidades a diario, pero las grandes potencias únicamente hacen algo cuando los casos saltan a la escena mediática. Es imposible saber qué ocurre en Egipto o Pakistán, pero no cabe duda de que muchos cristianos están sufriendo.
– ¿Qué debemos aprender de aquellos que, aun habiéndolo perdido todo, conservan su Fe?
Los católicos de Occidente debemos empezar a replantearnos las cosas. Estamos acostumbrados a que la Fe en Cristo sea una idea: ir a misa los domingos o tener caridad por el prójimo, pero no son principios que vertebren nuestra vida. Allí, sin embargo, Cristo no es una idea, una teoría, sino algo que estructura sus vidas, algo concreto, tan real como sus casas, su vida y algo tan importante que están dispuestos a perder todo eso con tal de no perder a Cristo. Aquí, por vergüenza, muchas veces escondemos nuestras creencias, pero allí no.
En los países europeos tendemos a quejarnos por todo, cuando algo nos viene mal nos preguntamos por qué. En El Líbano, la gente más mayor, que ha tenido que huir por el desierto durante días sin agua y sin comida, no duda de su Fe y te dice que cree y ama a Dios. De hecho, siempre les extrañaba que les hiciera este tipo de preguntas.
Los cristianos están desapareciendo en Siria e Irak, pero allí los que tienen verdaderos motivos para dar la espalda a Dios no lo hacen. Ese amor por la iglesia es algo que nosotros, los cristianos de Occidente, hemos perdido.
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