La libertad de culto es una libertad fundamental y el gobierno se ha olvidado de ella, afirman preocupados 67 diputados en una tribuna publicada en Le Figaro.
Por razones sanitarias, estamos en un periodo de restricción considerable de nuestras libertades: libertad de desplazamiento, de trabajar, de actividades de las asociaciones, de ver a nuestros familiares y amigos. Y de restricción de la libertad de culto para todas las religiones, cristianas o no. Esta restricción de libertad ha sido hasta ahora aceptada por una gran mayoría de nuestros conciudadanos, conscientes de la necesidad de dominar la epidemia; sin embargo, esto no es óbice para que sean igualmente conscientes de que esta restricción de las libertades fundamentales es temporal.
El presidente de la República nos ha anunciado el fin gradual del confinamiento a partir del 11 de mayo, es decir, la recuperación progresiva de las libertades cuya pérdida se había permitido de manera provisional.
Llevarlo a la práctica no es fácil; se necesitan normas que vienen de arriba y confianza en el sentido de responsabilidad de nuestros compatriotas.
El gobierno ha elegido un plan de desconfinamiento progresivo. Ha promulgado una orden que enumera las prioridades y que se ha convertido rápidamente en un orden de importancia.
A este respecto, los ciudadanos franceses creyentes y que practican su religión en un lugar de culto no comprenden este orden de importancia.
En primer lugar, constatan la ignorancia de nuestros gobernantes en lo que atañe a las prácticas religiosas, y la pereza de algunos de ellos cuando se trata de hacer el esfuerzo de conocer mejor y comprender las religiones. Cuando el primer ministro ha dicho, en la tribuna de la Asamblea Nacional, que los lugares de culto permanecerán abiertos, pero que no se podrán celebrar «ceremonias», ha tomado el camino equivocado. Las ceremonias no están prohibidas, sólo las reuniones lo están. Es a causa de este tipo de inexactitud por lo que la policía nacional entró armada en la iglesia de San Andrés de Europa, en París, mientras el sacerdote celebraba la misa, sin fieles. Nunca como ahora han sido nuestros gobernantes tan ignorantes sobre la realidad religiosa de nuestros conciudadanos.
Los franceses creyentes y practicantes constatan que nuestros gobernantes consideran la práctica religiosa como algo accesorio en sus vidas, cuando la realidad es que para la mayoría de ellos es fundamental en el sentido etimológico del término. Estos gobernantes, debido tal vez a que ellos no son practicantes, no se imaginan lo imprescindible que la práctica religiosa pueda ser para nuestros conciudadanos que sí lo son. Creen que se puede prescindir de la práctica religiosa como se prescinde de un hobby superfluo. Su ignorancia les lleva a tomar medidas que hieren a los franceses practicantes, o que juzgan indispensable reunirse en un lugar de culto para celebrar un funeral. ¿En qué se convierte una civilización que ya no honra a sus muertos?
Los ciudadanos franceses practicantes han dado prueba de una gran sabiduría, de una gran «resiliencia» desde el principio de la pandemia. Muchos han dedicado su tiempo a acciones de solidaridad. No son menos responsables que los demás cuando se trata de organizar el culto respetando las normas establecidas debido a la pandemia, y no comprenden que sus propuestas de organización sean descartadas como si nada.
El tamaño de los lugares de culto permite tomar las medidas necesarias para separar las sillas y distribuir a los fieles de tal modo que se cumplan las normas sanitarias. Estos no son menos que el resto de los franceses, dignos de confianza. La prohibición de reunión en los lugares de culto antes del 2 de junio próximo, es decir, después de las grandes fiestas cristianas de la Ascensión y Pentecostés, es vivida como una humillación y un ataque inédito a la libertad de culto.
No, los franceses practicantes no son ciudadanos de segunda, que valen menos que los franceses que consumen y que han sido autorizados a ir a su tienda preferida.
Los prefectos podrían reunir a los representantes departamentales responsables de los cultos para estudiar, a nivel local, las condiciones para restablecer las celebraciones religiosas a partir del 11 de mayo. Los distintos cultos son capaces de respetar las mismas medidas sanitarias que los otros lugares públicos que ya están abiertos. Es, por tanto, incomprensible que tan pronto como las medidas sanitarias básicas sean respetadas en los lugares de culto, no se autoricen las reuniones para celebrar las funciones religiosas.
Interpelamos formalmente a nuestro gobierno para que dé marcha atrás y examine con más «benevolencia» y atención la petición de las grandes religiones de Francia, que desean poder ejercer el culto en total libertad. Llamamos su atención sobre las graves consecuencias que se pueden derivar del ataque sin precedentes a una de las libertades fundamentales de los ciudadanos franceses: la libertad de culto.
Marc Le Fur, Vicepresidente de la Asamblea Nacional, Diputado de Costas de Armor
Damien Abad, Diputado de Ain, Presidente del Grupo de los Republicanos en la Asamblea Nacional
Bruno Retailleau, Senador de Vandea, Presidente del Grupo de los Republicanos en el Senado
François-Xavier Bellamy, Eurodiputado, Presidente de la delegación francesa en el grupo del PPE
Emmanuelle Anthoine, Diputada de Drôme
Julien Aubert, Diputado de Vaucluse
Serge Babary, Senador de Indre y Loira
Philippe Bas, Senador de la Mancha
Jérôme Bascher, Senador de Oise
Thibault Bazin, Diputado de Meurthe y Mosela
Valérie Beauvais, Diputada de Marne
Jean Bizet, Senador de la Mancha
Céline Boulay-Espéronnier, Senadora de París
Bernard Bonne, Senador de Loira
Jean-Claude Bouchet, Diputado de Vaucluse
Xavier Breton, Diputado de Ain
Bernard Brochand, Diputado de Alpes Marítimos
Anne Chain-Larché, Senadora de Sena y Marne
Marie-Christine Chauvin, Senadora de Jura
Guillaume Chevrollier, Senador de Mayenne
Martha de Cidrac, Senadora de Yvelines
Pierre Cordier, Diputado de Árdenas
Pierre Cuypers, Senador de Sena y Marne
Laure Darcos, Senadora de Essonne
Marc-Philippe Daubresse, Senador del Norte
Jacky Deromédi, Senadora de los Franceses en el Extranjero
Dominique de Legge, Senador de Ille y Vilaine
Louis-Jean de Nicolay, Senador de Sarthe
Catherine Di Folco, Senadora de Ródano
Julien Dive, Diputado de Aisne
Pierre-Henri Dumont, Diputado de Paso de Calais
Dominique Estrosi-Sassone, Senadora de Alpes Marítimos
Daniel Fasquelle, Diputado de Paso de Calais
Joëlle Garriaud-Maylam, Senadora de los Franceses en el Extranjero
Annie Genevard, Diputada de Doubs
Philippe Gosselin, Diputado de la Mancha
Pascale Gruny, Senadora de Aisne
Patrick Hetzel, Diputado de Bajo Rin
Brigitte Kuster, Diputada de París
Antoine Lefèvre, Senador de Aisne
Constance Le Grip, Diputada de París
Olivier Marleix, Diputado de Eure y Loir
Jean-Louis Masson, Diputado de Var
Gérard Menuel, Diputado de Aube
Sébastien Meurant, Senador de Valle del Oise
Brigitte Micouleau, Senadora de Alto Garona
Jean-Marie Morisset, Senador de Deux-Sèvres
Philippe Mouiller, Senador de Deux-Sèvres
Jérôme Nury, Diputado de Orne
Jean-François Parigi, Diputado de Sena y Marne
Bernard Perrut, Diputado de Ródano
Didier Quentin, Diputado de Charente Marítimo
Damien Regnard, Senador de los Franceses en el Extranjero
Frédéric Reiss, Diputado de Bajo Rin
Jean-Marie Sermier, Diputado de Jura
Bruno Sido, Senador de Alto Marne
Eric Straumann, Diputado de Alto Rin
Guy Teissier, Diputado de Bocas del Ródano
Jean-Louis Thiériot, Diptuado de Sena y Marne
Claudine Thomas, Senadora de Sena y Marne
Laurence Trastour-Isnart, Diputado de Alpes Marítimos
Michel Vaspart, Senador de Costas de Armor
Pierre Vatin, Diputado de Oise
Patrice Verchère, Diputado de Ródano
Jean-Pierre Vial, Senador de Saboya
Stéphane Viry, Diputado de Vosgos
Eric Woerth, Diputado de Oise
Publicado en Le Figaro.
Traducido por Verbum Caro para La Gaceta.