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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La oposición interna a las políticas migratorias de Merkel se desata

La canciller de Alemania, Angela Merkel

La canciller ha dedicado las últimas jornadas a censurar las declaraciones de su ministro de Interior, Horst Seehofer, acerca del islam o el espacio Schengen.


Angela Merkel logró que los socialdemócratas dieran su brazo a torcer e inició su cuarta legislatura prometiendo una «reforma a gran escala» de la Unión Europea. Bruselas vive una crisis sin precedentes y cada vez más Estados han decidido plantarse ante sus exigencias en materia migratoria o exterior. En 2015, la canciller proclamó el Welcome Refugees y decretó la apertura de fronteras.
La Europa de 2018 es muy diferente a la de aquel entonces. La crisis migratoria ha golpeado duro a varios países y los atentados terroristas, cometidos por islamistas que se aprovecharon de la libertad de movimientos para viajar a siria, han provocado un cambio sin precedentes en las legislaciones nacionales.
Hace unos días, el nuevo ministro de Interior Alemán, Horst Seehofer, aseguraba que “el islam no pertenece a Alemania”, desmarcandose así de una posición defendida en el pasado por la canciller Merkel. Seehofer, de 68 años, es el jefe de la Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera, partido hermanado con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel.
Durante la pasada legislatura hubo duras diferencias entre los partidos -y entre Merkel y Seehofer- con respecto al manejo de la crisis migratoria. Seehofer, como ministro de Interior, quiere crear las condiciones para que solicitantes de asilo cuya petición haya sido rechazada pueden ser expulsados más rápidamente del país.
“Pondremos en práctica lo que estamos pidiendo desde hace años. Entre otras cosas declarar como seguros más países de origen, un plan maestro de deportaciones y la intensificación de la lucha contra las causas por las cuales la gente huye”, dijo el ministro.
Merkel tardó apenas unas horas en salir a desautorizar a su ministro: «El islam y los musulmanes son parte del país». Sin embargo, tan sólo unos días después, Seehofer volvió a la carga para pedir la suspensión del tratado de Schengen por tiempo indeterminado.
«El control de nuestras fronteras tiene que mantenerse mientras la UE no esté en condiciones de proteger sus fronteras exteriores y eso es algo que no veo posible en un futuro próximo», sentenció Seehofer.
La respuesta de la canciller no se hizo esperar y, aunque admitió estar de acuerdo en mantener los controles, subrayó que estos no «podían durar para siempre». «La canciller y el ministro coinciden en la necesidad de prolongar los controles por un tiempo indeterminado y mientras siga habiendo un déficit en la protección de las fronteras exteriores», apuntó el portavoz del Gobierno, Steffen Seibert.

La ‘normalidad’ de Merkel

La normalidad de la que Merkel presume en Alemania no existe. A pesar de que las autoridades traten de esconder la realidad que se vive el país, en 2017 se han batido cifras históricas de detenciones de personas relacionadas con el islamismo radical.
El fiscal federal alemán ha anunciado que en 2017 se llevaron a cabo más de 1.000 investigaciones preliminares, aunque por el momento sólo dos han sido llevados a juicio hasta el momento. “El número de detenidos por islamismo ha aumentado y ya no se puede esconder que el país vive una nueva situación”, ha argumentado Peter Frank.
Frank ha alertado ante el aumento de detenciones de mujeres, que en los últimos tiempos han cobrado gran importancia en la escena radical. La Agencia para la Protección de la Constitución (BfV) en Renania del Norte-Westfalia advirtió el pasado año que las mujeres estaban desempeñando un papel mucho más activo en la radicalización y estaban entrenando a una nueva generación de potenciales terroristas.
Según la citada agencia, el número de extremistas islámicos detenidos ha aumentado drásticamente desde el comienzo de la crisis migratoria. En octubre, la Agencia de Espionaje Nacional anunció que habían identificado a más de 1,800 radicales violentos, un 64 por ciento más que el año anterior. Su presidente, Hans-Georg Maassen, también advirtió que las ideas islámicas radicales estaban ganando terreno con los jóvenes en las escuelas de todo el país.

La inmigración real

Alemania ha sufrido una profunda transformación en los últimos 10 años. Merkel aceleró este cambio con unas políticas migratorias favorables a la acogida masiva en un país tradicionalmente receptor de inmigración, especialmente de los vecinos del este y Turquía.
El nombre de Mohammed y sus múltiples variaciones ortográficas ya es uno de los nombres más populares en el país y, en menos de una década, ha pasado del puesto 97 al 26 en la lista, según los datos publicados por la Gesellschaft für Deutsche Sprache, considerada la sociedad lingüística más importante de Alemania.
En la ciudad de Herne, donde el 17,2% de la población es inmigrante, el nombre de Mohammed fue el tercero más popular. Andrea Ewels, Directora General de GfdS, explicó: “El desarrollo está, por supuesto, relacionado con la ola de inmigración” y agregó que esperaba que Mohammed estuviera en los 10 primeros nombres para 2021 o 2022.
 

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