Las arcas de Hamás están rebosantes. El grupo terrorista de resistencia islámica lleva más de una década ocupando Palestina, con no poco apoyo popular. Sin embargo, en un enclave repleto de pobreza y crisis humanitaria, el grupo terrorista maneja unas cifras millonarias.
Según estiman autoridades internacionales, apenas un 20% de la población de Gaza se mantiene con sus propios ingresos, mientras que el 80% de palestinos dependen de la ayuda humanitaria. De ese altísimo porcentaje también se calcula que más de un millón de gazacíes viven bajo el nivel de pobreza.
Esta bonanza de los terroristas yihadistas se explica sólo a través de las millonarias donaciones de regímenes aliados —como Irán—, y una red de organizaciones caritativas, que actúan como tapadera del entramado de Hamás. Según funcionarios estadounidenses, Hamás posee una cartera de inversiones en la región que supera los 500 millones de dólares. De hecho, estos investigadores del Capitolio llevan tiempo denunciando la lujosa vida en Catar de Ismail Haniya, actual líder de Hamás, que coordina la acción terrorista desde fuera de la Franja.
Una cifra similar es la estimada dentro de Gaza. Si Hamás posee inversiones millonarias en los países aliados de la región, Matthew Levitt ha cifrado en más de 400 millones el presupuesto del grupo terrorista en la Franja de Gaza. Levitt, exfuncionario estadounidense especializado en antiterrorismo, estudia las cifras de Hamás desde el Instituto Washington para la Política de Oriente Próximo. En su testificación en el Capitolio, aseguró que la mayoría de los ingresos provienen de impuestos en Gaza, transferencias de Irán y Catar y donaciones de multimillonarios yihadistas. Otros fondos, sin embargo, provienen de la corrupción de las ayudas internacionales.