«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Vaticano pide que se asuman responsabilidades en los casos de abusos

El excardenal Theodore E. McCarrick, acusado de abusos y presunto encubridor de varios casos de pederastia. EFE
El excardenal Theodore E. McCarrick, acusado de abusos y presunto encubridor de varios casos de pederastia. EFE

«Ante el informe que se ha hecho público en Pensilvania esta semana, hay dos palabras que pueden expresar los sentimientos frente a estos horribles crímenes: vergüenza y dolor», dice el Vaticano.

La Santa Sede ha calificado de «criminales» los abusos de sacerdotes a menores descritos en un informe de la Corte Suprema del estado de Pensilvania (EEUU) y ha considerado que «debería haber asunción de responsabilidad» por parte de los que los cometieron y de quienes los «permitieron».
«Los abusos descritos en el informe son criminales y moralmente reprobables. Estos hechos han traicionado la confianza y han robado a las víctimas su dignidad y su fe», declaró el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Greg Burke, en un comunicado.
«La Iglesia debe aprender duras lecciones de su pasado y debería haber asunción de responsabilidad tanto por parte de los abusadores como por parte de los que permitieron» los abusos, añade el texto.
La nota oficial recalca que «la Santa Sede condena inequívocamente el abuso sexual de menores» y subraya que «las víctimas deben saber que el papa está de su parte».
«Aquellos que han sufrido son su prioridad y la Iglesia quiere escucharlos para erradicar este trágico horror que destruye la vida de los inocentes», prosigue.
El portavoz del Vaticano señala que «ante el informe que se ha hecho público en Pensilvania esta semana, hay dos palabras que pueden expresar los sentimientos frente a estos horribles crímenes: vergüenza y dolor».
Destaca que «la mayor parte del informe se refiere a abusos cometidos antes de los primeros años 2000» y que no se han encontrado «apenas casos después de 2002», lo que demuestra «cómo las reformas hechas por la Iglesia Católica en Estados Unidos han reducido drásticamente la incidencia de los abusos cometidos por el clero».
«La Santa Sede empuja a estar en constante reforma y vigilancia en todos los niveles de la Iglesia Católica, para garantizar la protección de los menores y de los adultos vulnerables. Subraya también la necesidad de obedecer a la legislación civil, incluida la obligación de denunciar los casos de abusos a menores», dice el comunicado.
Finalmente, se indica que el papa Francisco «comprende bien cuánto pueden sacudir la fe y el ánimo de los creyentes estos crímenes y reitera el llamamiento a hacer todos los esfuerzos posibles para crear un ambiente seguro para los menores y los adultos vulnerables en la Iglesia y en toda la sociedad».
Estas declaraciones se producen después de que la Corte Suprema del estado de Pensilvania publicara un informe de un gran jurado que documenta 300 supuestos casos de «sacerdotes depredadores» sexuales en seis diócesis, tras investigar denuncias de abusos de menores.
El jurado explicó en el documento, que consta de 1.356 páginas, que ha identificado a unos 1.000 menores que han sido víctimas, algunos de ellos varones, aunque también hay chicas, y entre los que hay adolescentes y muchos preadolescentes.
En el informe, el jurado criticó que todos los casos fueron dejados de lado por la jerarquía católica, «que prefirió proteger a los abusadores y a la institución, sobre todo».

El plan de EEUU

La Conferencia Episcopal de Estados Unidos, mientras, ha anunciado tres objetivos clave y un plan integral para abordar la «catástrofe moral» que sufre el seno de la Iglesia estadounidense tras este nuevo escándalo.
En una larga carta dirigida a todos los católicos del país, el presidente de la Conferencia Episcopal estadounidense, el cardenal Daniel DiNardo, explicó que el plan plantea «involucrar a laicos, expertos laicos, el clero y el Vaticano» para abordar lo sucedido.
«La meta general en todo esto es una protección más fuerte contra los depredadores en la Iglesia y cualquiera que los oculte, protecciones que mantendrán a los obispos bajo los más altos estándares de transparencia y responsabilidad», explicó DiNardo.
DiNardo reconoció la necesidad de una «participación sustancial de los laicos» para la aplicación de la ley y su implicación en asuntos vinculados a la psicología, así como en otras disciplinas que serán esenciales para el proceso. Además, consideró que es evidente que «una causa raíz» de lo ocurrido «es el fracaso del liderazgo episcopal».
El primer objetivo del plan es una «investigación completa» sobre «las preguntas que rodean» al arzobispo Theodore E. McCarrick, el excardenal y arzobispo retirado de Washington involucrado también en un caso de abuso sexual a un menor.
El Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal estadounidense pedirá al Vaticano que lleve a cabo una visita apostólica y responda a los interrogantes sobre el ascenso de McCarrick en el seno de la Iglesia pese a que esta conocía sus prácticas.
DiNardo describió el segundo y el tercer objetivo, respectivamente, como una apertura de canales nuevos y confidenciales para denunciar quejas contra obispos, y de otro de carácter legal para una resolución más efectiva de denuncias futuras.
Los tres objetivos «se perseguirán según tres criterios: independencia propia, autoridad suficiente y liderazgo sustancial de los laicos», dijo.
«Hace dos semanas, compartí con ustedes mi tristeza, enojo y vergüenza por las recientes revelaciones sobre el arzobispo Theodore McCarrick -destacó el cardenal-. Esos sentimientos continúan y se profundizan en vista del informe del Gran Jurado de Pensilvania».
«Nos enfrentamos a una crisis espiritual que requiere no solo de la conversión espiritual, sino también de cambios prácticos para evitar repetir los pecados y fracasos del pasado que son tan evidentes en el informe reciente», agregó.

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