En plena polémica por la ofensiva que ha lanzado el Gobierno sudafricano, presidido por Cyril Ramaphosa contra los blancos, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, decidió viajar a esta nación para comprometer 5.100 millones de dólares de todos los europeos en inversiones centradas en energía verde y producción de vacunas. La visita se enmarcó en la reanudación de las relaciones de alto nivel entre la Unión Europea y Sudáfrica, tras siete años sin celebrar una cumbre bilateral.
El gesto de Ursula von der Leyen contrasta con la postura adoptada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha endurecido su discurso hacia el país africano tras la aprobación de una ley que permite al Estado sudafricano expropiar tierras a blancos sin compensación económica. Según el Ejecutivo norteamericano, esta legislación atenta contra los derechos humanos y es una forma de persecución hacia una minoría, especialmente hacia los afrikáners.
En respuesta a esta situación, Trump ha anunciado que Estados Unidos abrirá sus puertas a ciudadanos sudafricanos blancos que, según su criterio, están siendo víctimas de una ofensiva racial. Estos ciudadanos podrán ingresar en territorio estadounidense como refugiados. Además, la administración Trump ha suspendido recientemente toda ayuda financiera a Sudáfrica y ha acusado al gobierno de Ramaphosa de alinearse con «actores hostiles» como Irán, Hamás o China.
Mientras tanto, en Ciudad del Cabo, Von der Leyen, acompañada del presidente del Consejo Europeo, António Costa, se reunió con Ramaphosa para sellar el compromiso europeo con el país. Parte del paquete económico –unos 4.700 millones de euros– se destinará a acelerar la transición energética de Sudáfrica, actualmente muy dependiente del carbón. La Comisión Europea también subrayó su respaldo al liderazgo sudafricano en el G20, un foro del que Estados Unidos ha decidido distanciarse, boicoteando varias reuniones.
La presidenta del Ejecutivo comunitario justificó el desembolso como una apuesta por un socio «estable, confiable y predecible» en la región. «Sabemos que otros se están retirando, así que queremos ser muy claros con nuestro apoyo», afirmó Von der Leyen. «Estamos aquí para quedarnos», insistió, marcando diferencias con la reciente retirada de Washington de un plan de transición energética para países en desarrollo, entre ellos Sudáfrica.
Además del tema energético, Bruselas y Pretoria acordaron explorar nuevos acuerdos comerciales y reforzar sus lazos estratégicos. Sin embargo, el contraste entre la diplomacia europea y la ofensiva diplomática de Estados Unidos evidencia la creciente división internacional respecto a cómo abordar el papel de Sudáfrica en el actual escenario global, especialmente tras su acercamiento a potencias como China y sus críticas a Israel en el conflicto de Gaza.