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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

5 cosas que aprendí en Panda Raid 2018

En marzo de 2018, gracias al apoyo de SIGAUS, la Entidad que se encarga en España de recuperar el aceite industrial usado, pudimos participar por primera vez en Panda Raid, un rally amateur de larga distancia que nos ha permitido conocer un país fascinante, Marruecos, y a compañeros de aventura que, también a bordo de Seat y Fiat Panda, se han embarcado como nosotros en el reto de recorrer en 7 etapas, un total de 3.500 kilómetros.  Del raid volvimos con una gran experiencia vivida y muchas cosas que compartir con todo aquel que esté pensando en afrontar esta aventura.

1.- Mucho más que un raid
Durante la preparación de la carrera fuimos tomando conciencia de las verdaderas razones por las que queríamos participar, y que iban más allá de vivir una nueva experiencia. Una de las más importantes fue el espíritu del propio rally y la decisión de la organización de compensar el impacto de las emisiones contaminantes de los vehículos que se producían durante la carrera. A esta acción pudimos sumar el mensaje de SIGAUS que llevamos en nuestro coche, con el que concienciábamos al resto de participantes y a la población local del país de la importancia del reciclaje en este tipo de pruebas. No queremos olvidar otro de los puntos que más nos hizo sonreír a lo largo de todo el recorrido: el reparto de ayudan solidaria entre los más pequeños. Gracias a la donación totalmente desinteresada de SIGAUS fue posible llevar el coche cargado de material y poder repartir niño a niño un pack escolar realizado con material 100% reciclado. Ver sus caras de alegría y el brillo de sus ojos es de los mejor que nos llevamos de esta vivencia.
2.- Más complicado de lo que nos esperábamos
Al ser una prueba que atraviesa Marruecos de norte a sur esperábamos unos niveles de dificultad que fueran en ascenso, pero ya en la primera etapa nos sorprendió su grado de complicación. Recuerdo que nos mirábamos al final de esta primera etapa y pensamos que sería muy complicado terminar todo el raid sin una avería en el coche o algo peor. Veíamos cómo que el camión de la organización se llenaba con coches averiados y ahí es donde decidimos que nos plantearíamos el resto del raid etapa a etapa. Nuestro objetivo cada mañana era terminar, no pensar en el día siguiente. Avanzar día a día, metro a metro, tratando de superar cada obstáculo y cumplir únicamente dos premisas básicas: llegar a la meta con luz del día y con el coche en marcha. Al final, lo conseguimos sin ninguna avería grave que nos hiciese pasar por el taller, aunque sí tuvimos que superar una gran variedad de pequeños “contratiempos” que, afortunadamente, pudimos solucionar nosotros mismos.
3.-La colaboración, clave del éxito
La solidaridad entre los equipos fue impresionante. Tenemos una anécdota curiosa: cuando tuvimos que parar a ayudar a otro coche a realizar una reparación, advertimos que habíamos perdido una de las tuercas que sujetaba el palier de una de nuestras ruedas, es decir, la tuerca que va en el centro y sujeta todo el sistema. No teníamos ese recambio, así que nos plantamos en medio de la carretera a esperar a que otro equipo tuviese ese repuesto. Tras una media hora, el equipo con el Dorsal 133 nos cedió la pieza, continuó su camino y nosotros pudimos asegurar la rueda y continuar la carrera. Al volver a la pista, varios kilómetros más adelante, encontramos de nuevos al equipo 133, esta vez atrapado en un “mar” de arena. Intentamos empujarle pero fue imposible, el coche se había calentado y temimos que se averiara, así que optamos por “engancharle” con una cuerda a nuestro coche y sacarles de allí. Después de eso, abrazos, reencuentro en el campamento y visita al ‘camión taller’ de la organización para conseguir el recambio de la rueda que habíamos perdido y devolver a nuestros amigos del Dorsal 133 el que nos habían prestado. Este tipo de gestos se repetía continuamente: la ayuda mutua y el apoyo entre todos los participantes fue una constante a lo largo de toda la carrera.
4.- Mantenimiento previo, cabeza fría y mucha atención al volante
Nuestro Panda llegó a la carrera únicamente con el equipamiento ‘de serie’, así que, sin demasiados extras, la clave era el mantenimiento previo. Por suerte, sus antiguos dueños habían revisado el motor de forma exhaustiva, así es que, cuando lo adquirimos para participar en esta edición 2018 sólo tuvimos que ponerle un nuevo juego de amortiguadores y realizar algún pequeño ajuste, como la limpieza del alternador o el cambio de batería. Gran parte de las averías que vimos en otros participantes se debieron a la falta de mantenimiento previo o a algún comportamiento erróneo a la hora de abordar algún obstáculo por encima de la velocidad que la mecánica de un Panda soporta. Por eso, nuestro consejo es primar siempre el mantenimiento previo del vehículo y estar muy pendiente a lo largo del recorrido, ya que en cada metro nos podemos encontrar con una trampa.
5.- Nuestra experiencia mecánica y lo que nos faltó llevar
Los caminos que se recorren en Panda Raid son complicados y con muchas vibraciones, lo que hace que alguna tuerca del coche pueda salirse. Este tipo de inconvenientes es de los que más hemos tenido. En los primeros días se nos aflojaron los tornillos que sujetan uno de los amortiguadores y desde entonces nuestra rutina al levantarnos era, además de hacer una revisión general del motor, realizar un reapriete de todos los tornillos de las ruedas y las suspensiones.
Pese a ello, tuvimos algunas averías menores, pero cada día seguíamos con nuestro proceso de revisión, más completo en cada etapa. Finalmente nuestro ‘saldo’ de averías se cerró con: la cremallera de dirección con holgura, una rotula de dirección, el rodamiento trasero y el alternador que limpiamos antes de ir al Raid y que parece que necesitará ser desmontado y vuelto a revisar.
Nos faltó llevar una mejor iluminación. Este año se llegó a Marruecos para comenzar el rally de noche, con un tramo de unos 100 kilómetros en medio de una lluvia bastante copiosa y lo pasamos mal en el trayecto hasta el primer campamento. Con unas bombillas que iluminasen más hubiésemos mejorado un poco esta parte de la aventura.
En ocasiones veíamos a grupos de 4 o 5 pandas que circulaban muy juntos y eso añadía iluminación adicional en la parte trasera para ser vistos de forma más fácil. Nosotros solíamos rodar en solitario, pero si volvemos a realizar esta aventura quizá será bueno plantearnos hacer algo similar y viajar ‘en grupo’.
Respecto al peso en la parte superior del coche, en nuestro caso optamos por llevar las ruedas de repuesto en el techo del panda, con el fin de dejar hueco al material solidario que llevaríamos en el interior. Durante la vuelta, y con el coche ya descargado, pasamos las ruedas al interior y la mejora en carretera fue mayor de lo que esperábamos. Para la próxima edición intentaremos llevar una de las ruedas en su ubicación original, junto al motor, y la segunda dentro del coche.

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