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Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.
Iván Vélez (Cuenca, España, 1972). Arquitecto e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: Sobre la Leyenda Negra, El mito de Cortés, La conquista de México, Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.

Amparo Rubiales: patriota de Ferraz

17 de junio de 2024

Confieso entrar, de vez en cuando, al perfil oficial del PSOE en X. Confieso, también, ver las televisiones amigas (léase subvencionadas) del PSOE. Lo hago, especialmente, después de visitar, hace casi una década, la Fundación Pablo Iglesias, en la que se custodian documentos que cuentan cómo el PSOE, el actual PSOE, se convirtió en la principal herramienta transformadora y configuradora de la sociedad española.

En la fundación con sede en Alcalá de Henares se conservan algunas de las más refinadas esencias de la empresa con sede en Ferraz, y es tal la convicción de que allí se aloja el progreso, que sus guardianes dejan hacer a un investigador que, en realidad, sólo podrá desvelar el camino de perfección trazado por el clan de la tortilla y sus sucesores. Para cada generación, para cada oleada, existe un PSOE bueno y nunca real, siempre situado en el lado —del muro— correcto de la Historia.

Culminado el primer cuarto del siglo XXI, los socialistas pueden fantasear suponiéndose sucesores del trabajo emprendido por Pablo Iglesias Posse; pueden, también, creerse herederos del exilio de Rodolfo Llopis. En el caso de ser madrileños, existe la posibilidad de verse reflejados en la prosa arcaizante de un Tierno cuyo cadáver fue llevado dentro de una fúnebre. Para los veteranos, quedan los retazos de pana que se columbran en las manifestaciones de Felipe González y Guerra. Existe también la posibilidad de ganar la Guerra Civil agarrado al discurso, siempre reivindicador del diálogo, de Zapatero. Por último, Pedro Sánchez lo ofrece todo: una cosa y la contraria. La fidelidad perruna hacia el Presidente permite luchar contra el fascismo siempre vivo, siempre dispuesto a retoñar. Recientemente, el doctor se refirió a ese espectro de la sociedad española como una parte de la internacional ultraderechista, imagen especular de la internacional socialista.

La convicción de pertenecer a una suerte de élite marcada por la tolerancia, siempre impulsora del progreso, permite todas esas mutaciones, todas esas variadas lealtades que tienen su reflejo tras cada elección, cuando el PSOE, siempre en busca del poder, cede y vuelve a ceder ante toda la morralla secesionista, que no debería tener representación en instancias nacionales, con la que comparte viaje.

Esta falta de escrúpulos, junto a una bien tejida red clientelar, mantiene al PSOE, cuyos movimientos son siempre seguidos en la distancia por el PP, organización gestora que deja siempre intacto lo construido por los de Ferraz. El PSOE es el arquitecto del Estado de las Autonomías, el principal configurador de la sociedad actual, a la que marca el paso ideológico. Ello explica declaraciones como las que recientemente ha hecho Amparo Rubiales bajo el asentimiento, por una vez comedido, de María Jesús Montero. Socialista desde 1982, Rubiales, anterior militante del PCE, es miembro del Consejo de Estado, institución que debería velar por ese Estado que figura en su nombre.

La Rubiales ha confesado que, de ser patriota de algo, lo es de partido. La razón es que ella lo eligió. El resto de las patrias, en plural, no importan. Aunque, según dijo, la «han nacido», como si de una esencia eterna se tratase, en Madrid, alcanzado el uso de razón escogió el PSOE. Por tal razón, Rubiales es patriota del partido. Tuiteadas sin rubor alguno por el perfil oficial de su patria, es decir, del PSOE, las palabras de doña Amparo son reveladoras: muestran hasta qué punto la lealtad a esas cuatro siglas está muy por encima del patriotismo real, el vinculado a una patria con un territorio concreto y delimitado.

La confesión pública explica con claridad por qué el PSOE no acusa, apenas, la erosión de haber indultado y amnistiado a los golpistas catalanes. Al fin y al cabo, para muchos votantes de Sánchez la única patria defendible se circunscribe a Ferraz y a sus ramificaciones, por encima de un concepto discutido y discutible: España.

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