«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) es escritor. Ha sido en dos ocasiones Premio Nacional de Literatura. Ha ganado el Planeta, el Fernando Lara y el Ondas. Como periodista de prensa, radio y televisión ha hecho de todo en medio mundo. Ha sido profesor de Lengua, Literatura e Historia en trece universidades de Europa, Asia y África. Sigue en la brecha.
Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) es escritor. Ha sido en dos ocasiones Premio Nacional de Literatura. Ha ganado el Planeta, el Fernando Lara y el Ondas. Como periodista de prensa, radio y televisión ha hecho de todo en medio mundo. Ha sido profesor de Lengua, Literatura e Historia en trece universidades de Europa, Asia y África. Sigue en la brecha.

Andalucía: un test de inteligencia

30 de mayo de 2022

Aludo a lo que sucederá el 19 de junio, pero implícita en esa alusión va lo que volverá a suceder en las siguientes convocatorias electorales, sean cuales sean y donde sean.

Toda llamada a las urnas es como uno de esos cuestionarios que miden el coeficiente de inteligencia de las personas que responden a ellos. De inteligencia y, en definitiva, de información, por no decir de memoria histórica, dicho sea tan pestilente horresco referens a guisa de simple metáfora y con un poderoso desinfectante en la punta de la lengua y en las yemas de los dedos que lo escriben en el ordenador.

Lo que, llegados a este punto de descomposición del país, se dirime en las elecciones andaluzas y en todas las venideras antes de que la huella de los desmanes cometidos por el actual gobierno se desvanezcan y de que las instituciones vuelvan a ser lo que fueron, es una pugna a cara de perro entre la derecha, que es de natural poliédrico (Vox y el PP), y la izquierda, que en teoría es monolítica, pero que en su versión extrema tiende, como las amebas, a reproducirse por fisiparidad. Tome nota, quien lo dude, de esos siete partidos, o más bien grupúsculos, que se han unido para morder el polvo de la derrota en los comicios de Andalucía. ¡Siete! ¡Madre mía! ¿A cuánto tocarán por barba? En el ínterin, y a la espera de que el pequeño rey de la Moncloa reciba los tres avisos y salga de ella como Cagancho lo hizo del ruedo en Almagro, doña Yolanda, esa simpática rubiales a una quevedesca nariz pegada, tira de pegamento para hilvanar, hilvanar e hilvanar retales de podemismo mohoso y de feminismo sulfuroso. Olvida, al hacerlo, que si dos gallos (Pablo Iglesias y Errejón, verbigracia), según se dice, no caben en el mismo corral, tampoco dos gallinas caben en la misma cocina, y menos aun si son más de dos. 

Y, así las cosas, me pregunto cómo es posible que aún haya gente que sigue siendo de izquierdas

Con lo del test de memoria y de información aludía, insisto, a la abrumadora evidencia de que a lo largo de la historia, siempre, siempre, sin una sola excepción, que la izquierda ha llegado al poder, el resultado ha sido miseria económica, aumento del paro, confiscación tributaria, sectarismo institucional, adoctrinamiento ideológico, coladero penal para los delincuentes comunes, oclocracia, cacocracia, persecución política y, sobre todo, pérdida de libertad. 

Todo eso es así, y punto. Obras y hechos son amores. No ha lugar a debate alguno ni está sujeto a controversia. Consulten las hemerotecas. Lean a historiadores neutrales y solventes. Recuerden lo que ha sucedido si algunos entre ustedes han tenido la mala pata de vivir alguna vez sometidos a la izquierda. Cierto es que no todos los gobiernos de la derecha han sido Jauja ni mucho menos, pero sus errores han sido menos nocivos y menos repetitivos. A las pruebas me remito. Y, así las cosas, me pregunto cómo es posible que aún haya gente que sigue siendo de izquierdas. Mejor, en todo caso, no ser de nadie.

Andalucía: test de inteligencia. Demuestren los votantes que su coeficiente es alto. Lo tienen fácil. A buen entendedor…

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