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Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

Ayudemos a las pymes

10 de julio de 2023

Estos años de sanchismo se han caracterizado por la virulencia contra la España que no le votaba —hay que personalizar, pues es nuestro presidente quien ha levantado un régimen personal con sus amores y fobia—. Los empresarios, las PYMES y autónomos no se han librado de la virulencia sanchista y de sus esbirros.

Aunque hubo una época en la que a nuestro Sánchez más woke le gustaba reunirse con ejecutivos de grandes empresas que le contaban sus heroicidades en el campo del capitalismo moralista, esos tiempos también pasaron, pues al final aquellos ejecutivos, aunque se les llene la boca de responsabilidad social, economía circular, electrificación y todas esas cosas tan chulis, lo que buscan es llenar sus bolsas y bolsillos.    

Como prueba evidente, está el pelotazo que siguen pegando nuestras empresas eléctricas con el precio del kilovatio que lo marca oficialmente la tecnología más cara (es como ir a un supermercado y que todo lo que va en el carro lo tengamos que pagar a precio de jamón ibérico, del producto más caro, así es la tarifa eléctrica). O el uso de los fondos europeos que algunas grandes empresas han usado para seguir depredando, comprando empresas con dinero público.

Pero volvamos a nuestras PYMES. Este tipo de empresas son imprescindibles, crean el 50% del PIB y el 70% del empleo a nivel mundial. En España son aún más importantes, pues constituyen el 99% del tejido empresarial, suponen el 65% del PIB y generan el 75% del empleo.

En España hay casi tres millones y medio de PYMES de las que sólo la mitad tienen asalariados. Es decir, tienen actividad económica relevante. De estas, más del 80% son microempresas. Estas microempresas, son aquellas que facturan menos de dos millones de euros y tienen menos de diez empleados. Pequeñas, muy pequeñas pero la principal fuente de empleo de España.

La expectativa de supervivencia de una empresa en España desde su creación hasta los cinco años es de poco más del 40%. Estamos como país en línea con la media de la UE, pero hay países que consiguen un ratio más alto, casi del 60%. Estos países, que habría que estudiar en profundidad, son Irlanda, Suecia y Bélgica.

Si bien mejorar la supervivencia de nuestras empresas es crucial también facilitar que aumenten su tamaño. En España es muy difícil que una PYME crezca y se convierta en una gran empresa.  

No tenemos el tejido empresarial italiano o alemán por poner un ejemplo, caracterizado por las mezzos y su equivalente alemán, la mittelstand, que tienen una resiliencia y una capacidad innovadora admirable.

Podemos intuir algunas de las causas que llevan a nuestras empresas a crecer con muchas dificultades.

La primera sin duda es un marco fiscal y regulatorio enormemente complejo para crecer. Hace falta mucho esfuerzo y dedicación para expandir una fábrica o un negocio. Se penaliza enormemente la venta de activos incluso cuando se reinvierten con unos costes fiscales directos e indirectos que disuaden del esfuerzo. Además están todas las regulaciones medioambientales, sindicales y de otro tipo, también el género aparece, que hacen costosísima la expansión.

No ayuda en absoluto la excesiva regionalización de nuestra economía. Para muchas PYMES es más fácil vender fuera de España que en la región de al lado. Esto es consecuencia del capitalismo de amiguetes que ha producido el sistema autonómico, que además fomenta una mentalidad muy estrecha en la que se prefiere lo que fabrica el vecino a lo que hace otro español.

En el capítulo exterior, nuestras PYMES tienen un enorme talento para salir a vender fuera, y de hecho fueron quienes nos sacaron de la denominada crisis financiera de 2008 con su esfuerzo exportador. Los tiempos han cambiado y si antes el español salía de las crisis con su maleta de inmigrante, hoy lo hace con su maleta de muestras.   

Hay que apoyar la venta en el exterior con ayudas financieras. Un ejemplo urgente es el de resolver o establecer un sistema para agilizar los avales técnicos como han hecho casi todos los países con los que competimos, y también establecer más departamentos de internacional en los bancos, pues aún son muy pocos los que los tienen en plena actividad.   

El esfuerzo de las oficinas comerciales de nuestras embajadas es esencial para montar agendas de visitas y para detectar oportunidades, pero aún queda mucho camino que recorrer y existe una gran diferencia de calidad en el trabajo entre unas oficinas comerciales y otras.

La vida de la empresa son sus socios, y nuestro sistema legal tiende a enquistar los problemas, no a resolverlos. Muchas crisis empresariales proceden de una pelea de socios que no se resuelve y acaba con la empresa. No existen garantías suficientes en nuestro sistema legal para proteger a los inversores minoritarios. Hay muchísima reticencia a acudir a ampliaciones de capital ante la falta de garantías legales que ofrece el sistema a los socios minoritarios.

En conclusión, hay que seguir profundizando y copiando (en moderno, benchmarking) lo que han hecho otros para potenciar a nuestras PYMES. Nos sobra talento y empuje empresarial que no puede estar lastrado por un tratamiento que se les da a nuestras principales empresas muy poco operativo, muy poco competitivo.

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