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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Del Bosque y Casillas, Manic Monday

5 de julio de 2016

 

 Lunes. Cuentan que es el día de la semana con más infartos por estrés. Aseguran que es el día ideal para hacer compras online y para echar gasolina al coche. También es el día en el que nos ponemos a dieta, decidimos dejar de fumar y volvemos al gimnasio. Vamos, un comienzo. Eso debieron pensar Del Bosque y Casillas, “venga, pelillos a la mar el lunes”.

Manic Monday, que cantaban las Bangles. Entrenador y cancerbero, con un abrazo, nos han dejado para los anales de la historia del deporte la imagen más surrealista y esperpéntica. A la vez que entrañable.  Dientes, dientes, que eso es lo que les jode. Ese despacho en Las Rozas rozaba el clímax más anticlimático. Imagen equívoca, engañosa, kafkiana, el mantener vivo algo que ni ellos mismos se creen.

Todo arrancó el pasado jueves cuando el exseleccionador se soltó el bigote en la Cadena SER: “Iker con los compañeros ha estado bien, correcto, pero con el cuerpo técnico ‘comme ci comme ça’. Por eso, al único que no le he mandado un mensaje ha sido a Casillas”. ¿Por qué el lío? Porque Casillas siempre ha sido uno de los protegidos de Vicente. A continuación, todos esperando la respuesta de Iker. Iker no aparecía. Ni siquiera en Twitter, el sitio donde se explaya, dando mandobles a diestro y siniestro, a base de emoticonos. El terror de la RAE, vamos. ¿Dónde está Wally? Y aparecen ambos como la visita del médico, unos minutos, “pim, pam, foto”, que diría Antonio Miguel Carmona. La mejor escenificación de una convivencia forzada. ¡Pero si Ana Obregón y Antonia Dell’Atte han tardado 25 años en reconciliarse! Decepcionante la conclusión del enfrentamiento y más con los guardianes del espacio sideral alrededor: Piqué, dedicando ‘peinetas’ y Pedro, culpando a los periodistas de todo. Que parecían la gran Rocío Jurado cuando decía, en el AVE,  aquello de “¡queréis destruir a los seres humanos, sois destructores!”. Como siempre, la autocrítica brillando por su ausencia “¿autocrítica, what’s autocrítica?  Yo lo que quiero ver es el ‘making off’ de ‘el antes y el después’ de esa foto. Más conociendo a Casillas y después de verlo en el Bernabéu soltando eso tan fino de “¡a tomar por culo ya, hombre!” que dirigió al público que lo abucheaba tras recibir dos goles del Valencia. Sentarle bien las críticas, no le sientan, esa es la verdad. ¿A cuento de qué tantas risas? Del Bosque partiéndose la caja. Inaudito.

Esa mañana movió más músculos en esa cara que en toda la Eurocopa 2016. Creo que ante Italia observé un leve mosqueo contrariado cuando levantó la ceja derecha porque no le estaba dando buen rollo aquello. Pero fueron unos segundos, claro. Y, ojo, que el drama es porque Vicente decidió poner a otro portero. ¡Válgame Dios, el atropello y el atrevimiento! ¡Un entrenador cambiando un jugador y haciendo alineaciones!  Si siguiera la máxima de Rajoy: “Hay que hacer lo que hay que hacer…”. Pero prefieren mostrarnos un paripé para colocar el infierno en el lado ajeno. Una risa congelada, mostrar los dientes y soltar una carcajada ¡muahahahaa! Porque la amistad vive sobre terrenos resbaladizos, luciendo sus mejores armas y terminando en la puñalada trapera. Viendo que aquí no pasa nada nunca, hago como Ray Loriga, “sólo me salva el fútbol. Saber que hay partido me asegura un rato de interés por el mundo. Cuando no me puedo dormir hago alineaciones”. Y yo cuento enfrentamientos entre futboleros. Como si lo de Vicente e Iker fuera nuevo: Recuerden a Pep y Zlatan Ibrahimović o Balotelli contra medio universo, incluido su entrenador, Roberto Mancini, que casi caen al suelo a golpes.

En 2008, Luis Aragonés, técnico de la Selección Española, y Raúl González, el máximo goleador del conjunto nacional, sellaron también la paz pero dando la cara, con una rueda de prensa: “Si considero que debo convocarlo, lo haré y si considero que no, no lo haré”, afirmaba el seleccionador. Además, concluyó con un contundente, “yo no me bajo los pantalones ni cuando me quito el cinturón”, por si quedaba duda de su autoridad. Lo de ayer fue tan melifluo…

Ya nadie recuerda aquel puñetazo entre García Márquez y Vargas Llosa. El primero se acercó al segundo para darle un abrazo y éste le increpó mientras le soltaba un derechazo seco y contundente: “¡Cómo te atreves a abrazarme después de lo que le hiciste a Patricia en Barcelona!” Así, sí. Las cosas claras como Sánchez Ferlosio sobre Cela: “Hace treinta años que no le leo. Es un pelmazo”. Fuera de bromas, ojalá Del Bosque reconociendo las cosas como Bielsa: “He hecho concesiones que han debilitado mi manera de hacer las cosas”. Porque, en resumidas cuentas, en esta Selección lo que hay es mucho ego también. Tanto que llega a la risión. Cuenta la leyenda que un escritor hiperconocido abandonó una conferencia porque fue nombrado el tercero. Marchó indignadísimo, sin mirar atrás mientras le explicaban a gritos que estaba el tercero pero por el orden alfabético. Pues eso. A mí esto de “Iker, dolido” me suena ya a película repetida. Ya cansa. Menos candideces y más exigencia. 

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