«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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Cataluña, una carrera de fondo

12 de febrero de 2021

El día que Sánchez dijo que todos somos culpables de lo que ha ocurrido en Cataluña, no se equivocó tanto. Bastaría con acotar ese ‘todos’. Le enmiendo la plana al presidente que padecemos y reformulo la frase: el nacionalismo no es el único culpable de lo que sucede -no ha sucedido, sucede- en Cataluña. No seré yo quien disculpe a la banda sediciosa del supremacismo, la xenofobia, la mentira, la violencia y el totalitarismo. La cuestión es que de los ‘malos’ no cabe esperar nada bueno, de los malos sólo se puede esperar que hagan el mal. Y lo hacen. El drama de España es que los supuestos buenos han sido cooperadores necesarios para que la anomalía catalana, que es la anomalía española por extensión, haya llegado al punto de desastre que ha llegado.

Muchos españoles esperamos -sentados- el día que alguien del PSOE o del PP haga acto público de contrición y reconozca que su partido se equivocó pactando durante décadas con el nacionalismo vasco y catalán a cambio de 4 míseros años en el poder. Es necesario que digan que el cortoplacismo los cegó; que vendieron España como si fuera suya; que no quisieron entenderse entre los partidos nacionales como hacen en otros países para enfrentarse a los enemigos de España. 

Recuperar Cataluña para la normalidad, la democracia y la convivencia es una carrera de fondo, no los 100 metros vallas

En Cataluña, ambos partidos han desistido incluso como oposición. El PSC nacionalista y acomplejado ante CiU durante años, que luego quiso ser Esquerra Republicana, jamás ha ejercido como oposición frente a los gobiernos nacionalistas. Considerar al PSC un partido constitucionalista es absurdo. Qué decir del Partido Popular, que vendió a sus votantes cuando entregó la cabeza de Vidal-Quadras -el mejor líder que jamás ha tenido el PP en Cataluña- a Pujol en el vergonzoso pacto del Majestic. Todo por el poder. 

Arrimadas, la última esperanza fallida de los catalanes, ni siquiera subió al estrado del Parlamento regional a defender su investidura para dar voz al millón de catalanes que le había dado su confianza. Ciudadanos desperdició una oportunidad de oro para que el secesionismo visibilizara con claridad que pueden dejar de ser los dueños del cortijo. Perdón, de la masía, que son muy sensibles para sus cosas. Tiempo después, Inés se fue a Madrid en busca de una vida más tranquila, cosa comprensible en lo personal —su vida en Cataluña era un infierno—, pero que el catalán no nacionalista sintió como la enésima bofetada. El abandono total.

Ante semejante panorama, me temo que el votante catalán ya no se fía ni de los suyos. No es para menos. Sabe muy bien quién tiene enfrente y cómo se las gasta, pero lo que desconoce es quién está de su lado. ¿Hay alguien ahí capaz de hacer una oposición estable, constante e inequívoca en el mensaje? Recordemos que unos minutos de entrevista de Casado en la RAC bastaron para destrozar media campaña de su candidato, Alejandro Fernández.

Hace falta trabajo, paciencia, inteligencia, estrategia a largo plazo y valor. Lo que se ha llamado toda la vida ‘pico y pala’

Los resultados del domingo revelarán muchas cosas. 

En primer lugar, si el defecto Illa es percibido como tal, un engaño vergonzante que ha utilizado un Ministerio de extrema importancia en un año de pandemia -con un resultado perfectamente descriptible- para intentar conquistar la Generalidad.

Por otro lado, estas elecciones serán el test perfecto para comprobar si la ciudadanía, agotada por la crisis sanitaria y desangrada por el desastre económico, percibe a los partidos independentistas como partidos capaces de lidiar con problemas reales, no sólo como heroicos luchadores por republiquetas imaginarias.

Por último, el domingo veremos qué oposición elige el catalán no nacionalista y esto quizá sea lo más importante de cara al futuro. Recuperar Cataluña para la normalidad, la democracia y la convivencia es una carrera de fondo, no los 100 metros vallas. Hace falta trabajo, paciencia, inteligencia, estrategia a largo plazo y valor. Lo que se ha llamado toda la vida pico y pala y sacrificio. 

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