“Políticamente indeseable” es el título del libro que ha escrito Cayetana Álvarez de Toledo causando una considerable polvareda, o lo que hoy en día y para estar a la moda llamaríamos un trending topic. Lo primero que hay que destacar es que se trata de un libro sensacional, en el más amplio significado de la palabra.
Está muy bien escrito y es largo, denso, fascinante e incluso trepidante en muchísimas de sus páginas y describe (como nadie lo había hecho antes) las entrañas de lo que llamamos “Génova” y los problemas del liderazgo de Pablo Casado.
Pero aun sabiendo que a la autora no le gustan las adversativas (aunque estoy seguro de que tampoco busca la adhesión total) hay en este libro al menos un par de puntos que considero muy discutibles.
El primero es su exagerada posición sobre los males de la identidad. Todos vivimos en una acumulación de identidades que forman parte esencial de nosotros y además esto es clave para paliar el mal social de este siglo, que no es otro que la decadente anomia de nuestras modernas sociedades. Identidades que van de mayor a menor y en las que la nación -nadie escapa a su influjo, salvo algún monegasco- es parte esencial.
Creo que la pretensión real del libro de Cayetana Álvarez de Toledo es llamar la atención a Pablo Casado para que recupere el carácter
E hilvano lo anterior con las críticas que hace de VOX en el libro. No se puede reducir a los votantes de este partido en a la caricatura de una especie de ultranacionalista español. El fenómeno es bastante más complejo, pues además de identitarios hay votantes católicos, nostálgicos, liberales, conservadores e incluso algún voto transversal -que viene de la izquierda o de la hastiada abstención- al que jamás podrá acceder el PP y que trajo, por ejemplo, el primer gobierno andaluz de derechas de la historia.
Hay dos denominadores comunes en los votantes de VOX que guardan relación entre sí y que además, y paradójicamente, son objeto de denuncia en el libro por haberse desentendido de ellos el PP. La lucha por las ideas -la batalla cultural- y el enfrentamiento al zarandeo que incesantemente sufre nuestra identidad nacional. Este hartazgo no lleva a la intolerancia -ésta sí es la fuente del nacionalismo peligroso y ahí es donde la identidad se hace demoníaca- sino a la reconstrucción de una idea de España (algo parecido a un gaullismo moderno) y a la batalla cultural sin paliativos y en todos los frentes, empezando por el presupuestario como estamos viviendo en Andalucía.
Hay muchas joyas en el libro. A mí me gusta especialmente cuando denuncia que para algunos -demasiados, diría yo- liberal es un eufemismo de político light… ¡Nada más lejos de la realidad! Volvamos a lo esencial, a la batalla cultural, a proclamar que el sistema liberal conservador capitalista es el mejor y por supuesto que España y lo español, su cultura y su idioma son algo con lo que ya no se puede jugar más. Esta guerra de ideas requiere una acción inmediata -y no es una ficción populista- como es poner a las comunidades autónomas, a todas ellas, en el estado de subordinación que la Constitución exige.
Y para finalizar, invito a reflexionar sobre el objetivo de este excepcional y explosivo libro. Además de la mera inercia de una escritora intelectual y de sólido fuste que quiere contar lo que le ha pasado, lo cual es de agradecer, alguno insinúa un golpe de estado en el PP o incluso su intención de postularse para liderar el partido. Creo que la pretensión real es sólo una clara llamada de atención a Pablo Casado para que recupere el carácter del carismático líder que ganó las primarias pero luego se esfumó tras la debacle de sus primeras elecciones generales, lo que unido al incesante cuchicheo al que le someten todas las mañanas los genoveses, acaba minando al más aguerrido. Cuchicheo y mezquindad que han acabado con Cayetana y que no dejarán que brille nadie más que el líder máximo… ¡Al menos hasta que vuelen los cuchillos!