«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Historiador de formación y periodista de profesión, todo un clásico del intrusismo que engrandece a este oficio. Primera autoridad nacional en perroflautología, es autor de ocho libros: tres biografías, cuatro ensayos sobre historia de España y una enciclopedia, perdón, enziklopedia que reúne todo el saber perrofláutico acumulado en la primera generación Logse. Tras un esfuerzo intelectual semejante sólo le han quedado ganas de conducir Negocios.com a buen puerto.
Historiador de formación y periodista de profesión, todo un clásico del intrusismo que engrandece a este oficio. Primera autoridad nacional en perroflautología, es autor de ocho libros: tres biografías, cuatro ensayos sobre historia de España y una enciclopedia, perdón, enziklopedia que reúne todo el saber perrofláutico acumulado en la primera generación Logse. Tras un esfuerzo intelectual semejante sólo le han quedado ganas de conducir Negocios.com a buen puerto.

El ‘cinecidio’

10 de octubre de 2013

No hay cosa que más guste a un pelma que encontrar una causa perdida con la que dar el coñazo hasta el día del juicio final. Pelmas en Madrid hay muchos y causas perdidas aún más. La última de la que he tenido noticia es una campaña para evitar que cierren los últimos cines de la ciudad. Todo ha venido porque la semana pasada cerraron los Renoir de Cuatro Caminos, algo que, según aseguran estos, debería entristecernos e invitarnos a la acción. Por acción hay que entender pedir al Gobierno que meta la mano en los bolsillos de la mayoría para que una ridícula minoría –la de los propietarios de los cines– pueda seguir explotando sine die salas vacías con sus taquilleros, proyeccionistas y acomodadores de acompañamiento cobrando cada mes puntualmente.

“Es que son muy románticos”, dicen unos, “es que los cines forman parte de la cultura de la ciudad”, dicen otros. Pues me parece muy bien, si quieren que sigan abiertos no tienen más que acudir a ellos a diario y pagar religiosamente la entrada. ¿Qué no son suficientes para mantener el negocio funcionando? Ya lo siento, pero nada es gratis. El que quiera salas de cine porque le gusta el ambientillo, la “magia” que diría el brasas de Garci, que se lo pague como me pago yo el tabaco, que es romántico a más no poder y forma parte de la cultura occidental desde que algún desconsiderado se lo trajo de Cuba hace 500 años.

La sala de cine apareció en un momento de la historia y es casi seguro que desaparezca a lo largo de este siglo. Le va a pasar lo mismo que a los discos, que a los libros y los periódicos de papel o que a la diligencia. La gente sigue viendo películas, pero no quiere hacerlo en el cine del mismo modo que sigue escuchando música y leyendo libros, pero no utiliza ya los soportes antiguos. Se podrían mantener a costa del contribuyente todas esas industrias durante todo el tiempo que los políticos quieran, pero lo que tendríamos sería muertos vivientes. Podría sufragarse con cargo al presupuesto un servicio regular de diligencias –se le ocurre algo más romántico– entre Madrid y Barcelona como hace 200 años… pero nadie las cogería porque eran lentas e incómodas. ¿Va entendiendo de qué va el tema? Pues aplíquelo a la procesión de lamentos de los pesados de los cines.

Lo más grande del libre mercado es que el mundo termina pareciéndose a la gente, y eso es necesariamente bueno. En 1980 había en Madrid 117 salas de cine, hoy sólo quedan 32. ¿Quién cree que es el responsable de semejante cinecidio? Nadie más que usted y yo, que no nos dejamos caer por un cine ni equivocándonos. Preferimos ver las películas en la comodidad del hogar, todas las veces que queramos y por una cantidad de dinero muy inferior, algunas veces incluso gratis. Sí, gratis, la palabra maldita con la que tendremos que aprender a convivir o dedicarnos a otra cosa. El mundo es como es y, además, en el largo plazo siempre es como nos gustaría que fuese. Por eso los cines cierran. Y no hay mucho más que añadir.

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