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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Coase, el faro en la economía

6 de septiembre de 2013

Sylvia Nasar ha escrito una biografía de Beatrice Webb, ampliada con vivos retratos de unos cuantos economistas. El libro se llama La gran búsqueda de las ideas económicas, en lo que podría ser una crítica exagerada, pero no del todo injusta, de la propia obra. Ha tenido un éxito notable, especialmente para el tipo de obra que es. Quizás sea porque es una historia de buenos y malos, con héroes y villanos, como los novelones del XIX.

Uno de los héroes es, sin duda, Paul Samuelson. Es éste un chico aplicado que se sumó a la fiebre keynesiana de los años 40, junto con otras modas del momento, y compuso con ellas un manual de resonante éxito. En él explicaba la teoría de los bienes públicos. Ya saben, ofrecidos a uno, se ofrecen a todos, y como no podemos discriminar su uso y pagan justos por free riders; éstos ganarán la partida del gratis total, de modo que esos bienes no se producirán en el mercado. Pero son necesarios. De modo que es el Estado quien tapa ese “fallo del mercado” con la provisión de los públicos bienes, con sus públicos funcionarios gestionando los públicos dineros. El ejemplo más claro, lo dijo Samuelson, son los faros. Vete tú a lanzar haces de luz sobre la mar sólo para quienes pagan en puerto la tasa correspondiente. Bien público. Y pasamos al siguiente capítulo.

Ronald Coase es un pensador de otra raza. Era, porque acaba de morir, lo hizo el pasado lunes cuando frisaba los 103 años de edad. Estudió economía en la London School of Economics, bajo la égida de Friedrich A. Hayek; una LSE que rivalizaba con Cambridge (Reino Unido) en talento y a la que Coase dedicó 20 años de su vida. A comienzos de los 50 se fue a los Estados Unidos, y se preguntó por qué no se podía organizar la economía como una gran fábrica, como decía Lenin. Su respuesta fue que el mercado favorece estas pequeñas organizaciones de planificación porque permiten salvar los costes (de transacción, dicen los economistas), que derivarían de que cada uno contratase por su cuenta. Escribió un artículo, La naturaleza de la empresa, y dio un paso hacia el Nobel. Luego jugó con la idea de las externalidades, las consecuencias de nuestras acciones hacia la propiedad de terceros. Si no hubiese constes de transacción, las dos partes podrían llegar a un acuerdo sobre el valor del perjuicio, y sellar con precios sus diferencias, no con un impuesto, como decía Pigou. Es El problema del coste social, otro artículo, y el segundo paso hacia el Nobel.

Con este artículo prácticamente creó una disciplina, que une derecho y economía. Y en este contexto, escribió aún otro artículo: El faro en economía. En él demostraba que la gran mayoría de los faros de Inglaterra eran iniciativa privada, y que el falso problema del free rider se solventaba con la negativa de los demás de comerciar con él. Por eso Coase es un faro en la economía, y Samuelson ni un capítulo de un manual.

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