El presidente en funciones, que rima con «tócala otra vez, Sam», está en Lanzarote dorándose al sol y es la primera vez que apoyo una decisión suya. Incluso me parece estupendo que haya ido en Falcon. Sánchez nació de una piscina, la de su casa de Pozuelo, aunque tenga por suegro a una sauna. Desde allí, móvil en mano, inolvidable la imagen piscinera de septiembre de 2016, removió cuanto pudo hasta paralizar España, toreando al PP con una investidura que iba a ser no es no y terminó siendo un interminable desastre. Ahora, de nuevo ante el bloqueo y las negociaciones, regresa a la piscina, y todas las oraciones para que se quede allí serán pocas.
Que el Gobierno se vaya de vacaciones es tal vez la única buena noticia del 23-J. Mientras están quietos no legislan. Erramos a veces en el diagnóstico: todo aún es susceptible de empeorar, queda mucho mal por hacer. Por eso podemos aprovechar para descansar y coger fuerzas —las vamos a necesitar— mientras el Narciso está flotando a placer en la piscina de La Mareta.
Tal vez estos días de cierto relajo, sin los líderes de la izquierda bufando en televisión, nos ayuden a iluminar una sencilla reflexión que estoy echando en falta en todos los análisis que he leído hasta el momento. Me refiero a unos hechos constatables:
Sánchez es progre. Las televisiones públicas son progres. ERC es progre. Los pies de Borja Semper en la arena son progres. El País es progre. Los libros de texto son progres. El PNV es progre. Los actores son progres. El IBEX 35 es progre. La presidenta del mayor banco español es progre. Los sindicatos son progres. Google es progre. La radio musical más escuchada es progre. La mayoría de los columnistas son progres. Las letras de Shakira son progres. La Ley de Memoria Democrática es progre. María Guardiola es progre. Los verificadores de noticias son progres. Joe Biden es progre. Los que miden las audiencias son progres. Las aerolíneas son progres. Las secciones culturales de los periódicos son progres. Page es progre. Los dueños de las aplicaciones de IA son progres.
La educación pública es progre. Las ONGs son progres. Barbie es progre. Las aplicaciones que usamos a diario son progres. Olaf Scholz y Emmanuel Macron son progres. Los novelistas más vendidos son progres. ChatGPT es progre. Felipe González es progre. La CEOE es progre. El programa de entretenimiento más visto es progre. Las empresas que reparten la tarta publicitaria son progres. La prensa deportiva es progre. Las principales radios generalistas son progres. Ursula von der Leyen es progre. El CM del Abc es progre. Los festivales musicales más importantes son progres. Netflix es progre. Feijoo es progre. Las grandes marcas de alimentación son progres. Las asociaciones ecologistas son progres. Los canales que emiten fútbol son progres. Los ricos de Davos son progres. TikTok es progre.
El cura de mi parroquia es progre. Renfe es progre. La industria del porno es progre. La ministra de Defensa es progre. La dirección de la empresa que cuenta los votos está repleta de progres. Kim Kardashian es progre. Las asociaciones de prensa son progres. La ONU es progre. La universidad es progre. Las grandes marcas de ropa son progres. El streamer en español mejor pagado del mundo es progre. Hollywood es progre. Las grandes corporaciones que operan en España son progres. Los Juegos Olímpicos son progres. Facebook es progre. Las eléctricas son progres. José Andrés es progre. Correos es progre. Los del negocio de las renovables son progres. Los libros de autoayuda son progres. Yolanda Díaz es progre. Wikipedia es progre. Mbappé es progre. Los huevos del caballo de Espartero son progres.
Y luego, en feliz resistencia, está Vox.