«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Periodista, documentalista, escritor y creativo publicitario.
Periodista, documentalista, escritor y creativo publicitario.

Degenerados molones

24 de octubre de 2024

Hubo un tiempo en que a los degenerados de las propias filas se los castigaba con mayor severidad que a los de las filas enemigas. Tiempo en que también se admiraban las virtudes del enemigo, aunque estuviera en la trinchera contraria.

Es algo propio de personas libres apreciar la verdad y la belleza, consiguiendo escapar de corsés ideológicos que, lo único que hacen es empobrecer y empequeñecer el mundo. Una mirada sectaria sobre la realidad es como pretender disfrutar de una buena película ocultando la mitad de la pantalla o más.

La pasada semana se hizo viral la entrevista a un personaje bastante desagradable, un tipo que vive dominado por los más bajos instintos y que, para colmo de indignidad, alardea de ello. Aquí no se trata de juzgarlo, ¡a saber lo que ha sufrido en su vida!, pero es él mismo quien, orgulloso de ello,  cuenta todo tipo de obscenidades, sobre las que, por supuesto, es lícito emitir un juicio —y muy severo—.

No voy a dar su nombre ni a entrar en detalles escabrosos, porque el asunto en cuestión es tan desagradable que embrutecería al más indecente. Sólo mencionar que el clip que se ha hecho viral gira en torno a la relación del tipo con una prostituta y a unos hechos muy repugnantes.

La ocupación de esa mujer daría para otro artículo y para un debate muy largo que seguramente sus padres, sus hermanos y sus hijos, en caso de tenerlos, ventilarían en un segundo. Pero claro, es lo que tiene teorizar y fantasear sobre cosas abstractas o vivirlas en tus carnes. Es entonces cuando la parte de la conciencia que todavía no ha sido anestesiada se pone en alerta y, sin necesidad de fundamentos ni demasiados argumentos, se opone a ese tipo de perversiones que hacen las delicias de no pocos depravados y sobre las que tantos intelectualoides se atreven a teorizar desde una prudente distancia.

El caso es que el tipo en cuestión es muy de ¡Viva España!, ¡Sánchez Traidor!, ¡Puto Gobierno! y otras tantas consignas, muy loables por otra parte. Y claro, muchos de quienes repiten estas consignas han salido a reírse de las declaraciones del tipo, como si fueran un chascarrillo más.

Lejos de sentir el desprecio y la repulsa que habrían manifestado en caso de que el protagonista fuera un conocido simpatizante de Podemos, ha despertado en ellos una sonrisa, porque claro, es su degenerado. El que creen que sirve a sus mismos intereses, cuando en realidad es el que más daño les hace.

Con los degenerados que uno tiene en sus líneas debería ser más contundente que con los que habitan las líneas del adversario, porque si de verdad uno los cuenta como de los suyos, debería ejercer, como mínimo, la caridad de un modo más vehemente. Y eso pasa por una corrección fraterna severa. Lo contrario es cinismo, desidia y apatía moral.

Y, de igual manera, es importante saber reconocer en el adversario lo que tiene de bueno, bello y verdadero, que muchas veces no es poco.

Quien crea que hay degenerados más molones que otros se ha abandonado ya a una mirada sectaria sobre la realidad que debería abandonar cuanto antes.

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