«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Itxu Díaz (La Coruña, 1981) es periodista y escritor. En España ha trabajado en prensa, radio y televisión. Inició su andadura periodística fundando la revista Popes80 y la agencia de noticias Dicax Press. Más tarde fue director adjunto de La Gaceta y director de The Objective y Neupic. En Estados Unidos es autor en la legendaria revista conservadora National Review, firma semalmente una columna satírica en The American Spectator, The Western Journal y en Diario Las Américas, y es colaborador habitual de The Daily Beast, The Washington Times, The Federalist, The Daily Caller, o The American Conservative. Licenciado en Sociología, ha sido también asesor del Ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo, y ha publicado anteriormente nueve libros: desde obras de humor como Yo maté a un gurú de Internet o Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti, hasta antologías de columnas como El siglo no ha empezado aún, la crónica de almas Dios siempre llama mil veces, o la historia sentimental del pop español Nos vimos en los bares. Todo iba bien, un ensayo sobre la tristeza, la nostalgia y la felicidad, es su nuevo libro.
Itxu Díaz (La Coruña, 1981) es periodista y escritor. En España ha trabajado en prensa, radio y televisión. Inició su andadura periodística fundando la revista Popes80 y la agencia de noticias Dicax Press. Más tarde fue director adjunto de La Gaceta y director de The Objective y Neupic. En Estados Unidos es autor en la legendaria revista conservadora National Review, firma semalmente una columna satírica en The American Spectator, The Western Journal y en Diario Las Américas, y es colaborador habitual de The Daily Beast, The Washington Times, The Federalist, The Daily Caller, o The American Conservative. Licenciado en Sociología, ha sido también asesor del Ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo, y ha publicado anteriormente nueve libros: desde obras de humor como Yo maté a un gurú de Internet o Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti, hasta antologías de columnas como El siglo no ha empezado aún, la crónica de almas Dios siempre llama mil veces, o la historia sentimental del pop español Nos vimos en los bares. Todo iba bien, un ensayo sobre la tristeza, la nostalgia y la felicidad, es su nuevo libro.

El año que vivimos viendo pasar delitos

28 de diciembre de 2024

El año 2024 comenzó con la izquierda española endiosada haciendo el ridículo, intentando el milagro de convertir cuatro pélets en 60.000 toneladas de chapapote. No hubo éxito. Y eso que hasta la ministra Yolanda Díaz se fue a lloriquear a una playa a practicar el viejo ritual de la danza de la lluvia de pélets con colador en honor a la diosa Demagogia, según las costumbres de la tribu sindical macedonia de los trinca-trinca. 

Como no habían hecho lo bastante el idiota con los pélets, después intentaron montar un 15M al alcalde de Madrid, no por la cursilada de hacer una mascletá en Madrid Río, sino por la aparición en el acto de un pato difunto más tieso que Sánchez cada vez que Aldama concede una entrevista. 

La izquierda y los pacmans trataron de adosarle el muerto a la mascletá, pero un video en las redes sociales demostró que el pato había cascado antes del primer petardazo, y el descojono fue tan expansivo que hay quien dice que se obró el milagro y se vio al anátido fenecido moviendo los hombros, como cuando tratas inútilmente de disimular un ataque de risa en un funeral.

Tras los pélets y el pato, llegó otro pájaro, Ábalos, y su amenaza de tirar de la manta. Lo cierto es que él no llegó a tirar, pero dio igual porque lo hicieron todos los demás durante los diez meses siguientes, mientras los gobernantes implicados, en vez levantar la manta se dedicaron a liársela a la cabeza, intentando de todo para tapar lo que ya no era posible tapar. 

En primavera los de Sumar lanzaron una propuesta para volver gilipollas a la Inteligencia Artificial y no tuvo mucho éxito. Fue un globo sondo sin duda orquestado por el Gobierno para ver cómo sonaba la cosa en los medios afines. De hecho, semanas después, Sánchez utilizó el borrador de intentona censora de los comunistas para diseñar su ley mordaza contra periodistas, diseñada para que no contemos los casos de corrupción que le han estallado en las manos al presidente y señora. Spoiler: se pasó cuarenta días invocando a diario los espíritus de la ultraderecha y el fango hasta que lo logró: vino la horrible DANA y apareció el fango anegándolo todo, y también apareció la supuesta ultraderecha, pero lanzando los cientos de camiones de ayuda que el Gobierno se negó a enviar, y ayudando a los vecinos a limpiar casas y calles.

En julio se produjo un suceso de justicia divina de máxima relevancia, la caída de un mamón sobre el coche en el que viajaba Delcy Rodríguez y, a pesar de que salió en exceso ilesa para los intereses de los venezolanos, al menos me permitió titular un artículo sobre la bella Venezuela como siempre había deseado: “Por fin caen los mamones”. 

El PP nos regaló un verano liderado por los piscinazos de Sémper y sus compadreos con el PSOE, en lo que me recordó a Los Silenos de Grabbe, esa capacidad pepera para estar delante del diablo y no reconocerlo. Para desgracia de los ciudadanos que quieren un cambio de Gobierno, lo de Semper no fue una excepción estival, sino un giro de timón desesperante en la estrategia para los meses siguientes, de una oposición firme contra el Gobierno a una oposición simpática con el Gobierno. 

Por último, bien vencido el verano, tras los pélets, los patos muertos, y los mamones, la izquierda mediática nos trajo otro bonito documental de naturaleza a la hora de la siesta, nada menos que los delfines machistas. Así, el célebre diario socialista de la mañana nos explicó que los delfines no son tan monos como se ve las películas de Disney, y un redactor visiblemente alterado dedicó toda una página a relatar, con una mezcla de espanto y decepción, que los simpáticos delfines en realidad tienen por costumbre violar a las delfinas. Espeluznante. 

Lo mejor que ocurrió en estos doce meses es la victoria de Trump dinamitando el muro de la dictadura woke en Occidente. Y lo peor, siquiera por cercanía, es confirmar con hechos que los destinos de España, de nuestras familias, han estado y están en manos de porteros de puticlubs, nuevos ricos con vicios caros, tan enemigos de la nación como amigos de lo ajeno, y trincones de poca monta que dejarían a los Golfos Apandadores en una unidad de élite del latrocinio internacional.

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