«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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El bebé regalo

1 de abril de 2023

Permítame empezar este artículo con una pregunta: ¿cuándo usted contrata algo acepta que se lo entreguen «defectuoso»? 

Sí, hablo de la gestación subrogada, de contrato y de posibles defectos en la entrega del objeto del contrato: el bebé. Sobre todo de qué sucede cuando el «objeto del contrato» no sale como el ilusionado papá o mamá espera. Disculpen las almas sensibles que hablan sólo de gestación subrogada a cambio de nada, pero no me lo creo. Incluso en un mundo feliz, bueno y sin maldad, donde el altruismo dirigiera nuestras acciones, la gestación subrogada tampoco sería una buena idea. De lo que sí tengo la total certeza es de que en el mundo en que vivimos este tipo de tratos, salvo contadas excepciones, sólo se hace a cambio de dinero. Y, seamos sinceros, por necesidad. Mucha necesidad. Pero de esto ya se ha escrito mucho esta semana.

En esta especie de escenario ginocéntrico que nos han montado, parece que todo el problema es si es lícito que la mujer pueda ser vasija, si es libre de verdad para hacer con su cuerpo lo que le da la gana o lo que diga el Ministerio de Igualdad. La mujer, siempre la mujer como medida de todas las cosas. Más de allá de las absurdas contradicciones de la izquierda y de la nula autoridad que tienen para hablar de nada que tenga que ver con la dignidad del ser humano, porque no la conocen, hay todo un mundo que se ignora. ¿Acaso el mundo de la gestación subrogada es una ciencia exacta en el que todo sale bien?

Lo que el común ve es la foto final de un niño precioso y unos padres felices con el corazón colmado de amor, como es lógico. Vemos un resultado perfecto. Pero en ese camino pletórico «de amor» hay desechos, hay descartes. Es maravilloso querer ser padre, pero lo normal es querer ser padre o madre de un niño sano. Qué tal si hablamos de los casos sucedidos en tantas partes del mundo donde se obliga a abortar, aun siendo la gestante la madre biológica, haciendo valer la cantidad pagada como parte del contrato porque el niño viene mal, ese desagradable eufemismo que se utiliza para decir que no se quiere un niño Down, un niño con espina bífida u otra enfermedad que nos dé problemas. Porque ser padre es una lotería y el encargo mediante contrato puede evitar buena parte de esa lotería. Más allá de las fotos de padres felices con carritos dobles, hay realidades durísimas que se ocultan. Hay intentos. Digamos que hay intentos del hijo que queremos y eso es de una crueldad terrible. Los que consideran que la gestación subrogada es siempre un sí a la vida, deberían saber que eso es así si hay suerte. 

Si el proceso médico de la gestación subrogada no es una ciencia exacta, menos lo es el factor personal. Todas las partes que conforman el contrato son seres humanos y el ser humano es imprevisible. ¿Cómo prever las reacciones emocionales? Lo fiamos todo a los exámenes psicológicos, como si sus dictámenes fueran infalibles. Nos creemos dioses. Pensamos que una mujer puede estar perfectamente preparada para desprenderse de su hijo de forma inmediata después de haberlo parido sin ningún estrago emocional y puede no ser así. Y eso sucede. Porque no somos máquinas. La gestación subrogada ignora el vínculo afectivo que se forma entre madre e hijo durante el embarazo y, además, se da por hecho que en todas partes se cumplen estos protocolos que tantas veces fallan. También se dan muchos casos de padres de intención que se arrepienten, ¿verdad que esto no sale en las revistas? ¿Qué hacemos con esa criatura? 

La gestación subrogada es un tema complejísimo como para atreverse a simplificarlo en un simple sí, ¿por qué no? Pero lo más peligroso es que cuando se aborda de lo que menos se habla es del menor y todos los avatares por los que puede pasar, como si fuera un objeto de regalo preparado para nuestra felicidad que nos llega con un enorme lazo. Luego nos ponemos estupendas con la cosificación. 

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