«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

El consentimiento

23 de abril de 2024

Leo que la cineasta Vanessa Filho ha adaptado para la gran pantalla el libro de Vanessa Springora, El consentimiento. Si la memoria no me falla, fue publicado en 2018 y sacudió con fuerza los vivares de la burguesía bohemia parisina. En él, Springora vuelve a 1985 y cuenta la relación que mantuvo siendo una adolescente de catorce años con el escritor Gabriel Matzneff. Él no cumplía los cincuenta por aquel entonces. 

Fernando Savater describe la vida amorosa del autor franco-ruso como «poco convencional». Es lo menos que puede decirse, desde luego. Y si sólo cupiera relacionar a Matzneff con el caso Springora, por el que ha sido cancelado, tal vez llegaríamos a asumir (penosamente) esa originalidad de su vida íntima. Pensemos, por ejemplo, en la pareja que hoy ocupa el Palacio del Elíseo. Emmanuel Macron y Brigitte Trogneux (Jean Michel para los más cafeteros de la conspiración) se conocieron cuando él tenía quince años y ella casi cuarenta. Aunque es un secreto de polichinela que, en realidad, todo ocurrió antes (Xavier Poussard —Faits et documents—).

Contrariamente a Brigitte, Matzneff no se dejó llevar por un arrebato, o no de la misma manera. Nunca mantuvo en secreto su atracción por los menores de dieciséis años y eso dibuja con claridad los contornos de una parafilia. Con qué intensidad se entregó a ella es un repulsivo melón que no tengo intención de abrir; pero, en cualquier caso, sus relaciones con niños, por escasas que fueran, no deberían tratarse como una anécdota que podemos olvidar mandándola al rincón de los «detalles escabrosos».

Dicho esto, hacerse hoy con la cabellera de Gabriel Matzneff, casi nonagenario y pobre como una rata, tiene el mérito que tiene. Mi opinión es que son necesarias más películas, de Vanessa Filho o de cualquier otro director corajudo. La burguesía bohemia no debería contentarse sólo con cancelar a un decadente escritor franco-ruso de extrema derecha. Debería investigar y denunciar otros abusos a menores perpetrados por algunos personajes que gozan de cierto prestigio en Europa. Se me ocurren algunos.

El año 1982, en el mismo programa de televisión (Apostrophes) donde Gabriel Matzneff presumiría de sus preferencias amorosas, un Daniel Cohn Bendit (Dani el Rojo, padre del sesentayochismo y próximo a la Administración Macron) bajo influencia de los cannabinoides habló de su experiencia como profesor en un jardín de infancia «alternativo» en Alemania. Evitaré recoger aquí lo que dijo al respecto. Podemos concederle, como él sostiene, que todo fuera una provocación. Sin embargo, y a pesar de que el diario Le Monde saliera en su defensa (Les decodeurs, Adrien Senécat, 14/05/2019), la duda sobre lo ocurrido en esos establecimientos educativos permanece. A priori, parece extraño que lo escrito en su libro El gran desorden (1975) y sus declaraciones televisivas sean una inmensa patraña. ¿Para cuándo un documental o una investigación al respecto?

Si el proyecto se hace realidad, podrían dedicarse algunos minutos a Jack Lang. El célebre ministro de Cultura de la era miterrandiana, después presidente del Instituto del Mundo Árabe, fue puesto en una delicada situación por Luc Ferry, también ministro del ramo. Éste dejó caer en Canal+, sin dar nombres, que aquel había sido pillado en Marrakech disfrutando de una fiesta donde había menores de corta edad. Su fuente eran los servicios de espionaje franceses. El Fiscal General de la República abrió una investigación pero, por supuesto, nada ha vuelto a saberse del asunto.

De Marruecos también era un habitual Frédéric Mitterrand, otro ministro de Cultura. En su libro La mala vida (2005) reconocía no poder evitar volver a esos países donde «todos esos rituales de feria de efebos, de mercado de esclavos, me excitan enormemente». 

Es sobradamente conocido que el periódico progresista Libération abogó, desde la publicación de un texto propedofilia en 1974 y hasta principios de los 80, por la defensa del derecho de los adultos a tener relaciones con menores. «La aventura pedófila», como era conocida dicha línea editorial, contó con abajofirmantes como Sartre, Beauvoir, Foucault, Derrida o el mencionado Lang.

Tan sólo ciñéndose al período entre la fundación del diario y nuestros días, Filho o cualquier otro cineasta interesado en investigar estos turbios asuntos, tiene material abundante para la denuncia y la cancelación.

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