«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

El gran fracaso de Pedro Sánchez

27 de mayo de 2023

Me atrevo a escribir esta tribuna anticipando un análisis de la hecatombe que sufrirá el PSOE y Pedro Sánchez en las elecciones regionales, parciales —medio país no vota, de acuerdo con nuestro muy peculiar sistema autonómico—, y municipales, éstas sí en toda España. 

El fracaso de Sánchez será consecuencia de una apuesta para construir una nueva mayoría de izquierdas con un aquelarre de apoyos de una deslealtad abominable. Mi intuición es que este intento tiene cierta inevitabilidad fatalista. Más claro, podemos estar asistiendo a un lento suicidio político

Para entender la situación actual, hay que rebobinar en el tiempo hasta la primera victoria del PP con Aznar. Fue en el año 1996, y en aquellas elecciones, el PSOE de Felipe González consiguió recuperar durante la campaña gran parte de la ventaja (mucho de los puntos) que le separaba del PP según las encuestas. Fue la denominada campaña del video del dóberman. Un video duro, casi guerra civilista en el que unas imágenes siniestras apoyaban un mensaje negativo que se convertiría en el eje de la campaña electoral: «la derecha no cree en este país». Aznar ganó las elecciones por la mínima, pero para el PSOE esta campaña tan dura fue siempre recordada como un éxito; incluso como una hazaña.

En las siguientes elecciones generales, las del año 2000, Aznar conseguiría una mayoría absoluta. Esta victoria generó un enorme desconcierto en el PSOE, y también en todos los medios de comunicación, pues nadie anticipaba este resultado tan contundente.

También en esos años se produciría la disolución del partido socialista más antiguo de Europa, el partido socialista italiano. Una disolución provocada por una enorme corrupción (el «amigo» Bettino Craxi, como le llamaba Felipe, tuvo que huir y refugiarse en Túnez perseguido por la justicia italiana). En España, tendemos a los excesos al hablar del pasado, pero no hay que olvidar que la época de Felipe González que aunque tuvo sus aciertos tuvo un final siniestro y de una degradación brutal, en la que los índices sociales y económicos más relevantes estaban entre los peores de Europa. Y además el PSOE acabó aquella etapa envuelto en tremendos escándalos de corrupción e incluso crímenes de estado.

Tras Aznar apareció Zapatero. Y utilizo la palabra apareció deliberadamente porque es inexplicable que el PP pasara de una mayoría absoluta y de un gobierno de mucho éxito a la oposición. El atentado de Atocha, el candidato, el apoyo a la guerra de Irak pueden ser la suma de razones que llevaron a la derrota de los populares. El PSOE vuelve de nuevo al poder, sin digerir el fracaso del final del Felipismo, y por supuesto, sin elaborar un discurso socialdemócrata renovado.  

Ante tal depauperación de ideas, ZP, como así se le llamaba, siguió la estela del dóberman, y empezó una política de bloques con una batería de leyes dirigidas a las minorías que apoyaban entonces al PSOE, y también, y esto es lo importante, a resucitar ya de forma evidente la guerra civil española. Promueve la ley de memoria histórica, e incluso el propio Zapatero se proclama víctima de la Guerra Civil por la muerte de su abuelo durante el conflicto, equiparándose, sin ningún rubor, a las víctimas del terrorismo de ETA, que el personaje hubiera nacido un cuarto de siglo después de la guerra era irrelevante.  

En este punto hay que recordar que la adscripción de muchos electores, sobre todo en los años ochenta a los bloques de derecha y de izquierda se remonta a la II República. Los votantes de entonces, y muchos de hoy se adscriben en uno u otro bloque en función del bando en el que estuvieron sus abuelos. Hay algún estudio sociológico al respecto que constata esta idea.También es un hecho que es fácil comprobar en nuestros entornos personales. El franquismo no consiguió romper la tradición ideológica, y las familias republicanas de izquierdas siguieron siendo de izquierdas una vez llegada la democracia. Hoy, parece que la transferencia de votos entre bloques se ha hecho más fluida con la irrupción de los nuevos partidos y también con el paso del tiempo.

Desde ZP, muy exacerbado por Sánchez, tenemos un PSOE que en lugar de gobernar para todos los españoles, solo lo hace para quienes le apoyan. En este error cayó Azaña  que gobernaba para quienes apoyaban su muy personal versión de la república. Sánchez mantiene la máxima tensión hacia la derecha, incluso acusándoles de graves crímenes en el pasado, y negando en todo momento que uno de los protagonistas del Terror Rojo de 1936 que causó más de cien mil muertos en la retaguardia de la Guerra Civil fue precisamente el partido socialista. El cinismo del PSOE es insuperable.  

Pero volvamos a la cronología, después de ZP, volvió la alternancia y algunas victorias del PP,  entre ellas una con mayoría absoluta. Pero en 2018 volvió a aparecer el PSOE, y utilizo la misma palabra pues es una aparición inexplicable que Sánchez ganara la moción de censura del año 2018 y mandara a Rajoy al retiro.

Pero nuestro actual presidente del gobierno, en una pasión de poder enfermiza, y para paliar su incapacidad para construir un discurso ideológico serio y atractivo (felipismo), y con su versión de la Guerra Civil y las leyes woke bastante desgastadas (zapaterismo o PSOE state of mind)  se lanza a una aventura de gobierno, que puede ser la última, y llega a acuerdos de gobierno con BILDU y ERC. Dos partidos que para los españoles representan lo que más daño ha hecho a nuestra convivencia: el terrorismo y el golpismo. Y, lo que es aún peor, partidos que no tienen ningún pudor en recordárnoslo constantemente, como acaba de hacer BILDU rellenando sus listas electorales de terroristas.  

Esta aventura de Sánchez puede ser la última, el PSOE puede acabar como el PSI del amigo Bettino, es decir, disuelto (hay que investigar a fondo y con todas las consecuencias donde fueron los dineros del Covid) o en la insignificancia, como le ha pasado a otro gigante del socialismo europeo, el partido socialista francés, que ha pasado de once millones de votos a apenas seiscientos mil.   Los españoles por nuestro nivel cultural y por nuestro nivel de renta no nos merecemos este gobierno, ni este PSOE.   

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