«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

El hombre subvencionado y majadero

2 de abril de 2022

La izquierda, como el fascismo, siempre ha tenido cierta obsesión creacionista: hacer un hombre nuevo con un alma nueva.

El denominado humanismo marxista es una prueba de esta obsesión. Aunque no fue el de Marx el primer intento teórico de la izquierda para inventar un hombre nuevo que superara la alienación causada por el  sistema capitalista.

Mucho más siniestros y fracasados fueron los intentos de crear este hombre nuevo en la realidad.  Ejemplos notorios se llevaron a cabo en la URSS con aquel héroe soviético tan promocionado en el cine, el arte y la literatura oficial que acabó en una siniestra y gris mansedumbre casi al límite de la mendicidad, o con los experimentos sociales de Mao en China mediante la reeducación de las masas y las revoluciones culturales.

Las ideas de Mao culminarían en el disparate y el genocidio comunista que desataron en Camboya los jemeres rojos de Pol Pot cuando implantaron el año cero de la Historia y emprendieron la caza, captura y asesinato de todo aquel que hubiera tenido una educación burguesa. El resultado fueron más de dos millones de muertos o un cuarto de la población camboyana de entonces.

Ahora, de forma más progresiva, poco a poco, y ayudado por las circunstancias de nuestras sociedades hipertecnológicas, se vislumbra otro intento de crear un hombre nuevo, un hombre subvencionado y bastante majadero, en mi opinión.

El objetivo es vivir de una escasa paga pública pero sin trabajar, y si lo hace lo hará de forma testimonial en una ONG u otra organización muy dependiente de los fondos públicos

El arquetipo del nuevo hombre sería esencialmente urbanita. También es demócrata, pero muy peculiar por asambleario, totalmente contrario a la democracia representativa que domina los sistemas constitucionales occidentales. Los principios liberales de respeto a la ley, limitación de poderes y libertades no van con él pues la democracia —su democracia— está por encima de todo ello.

El objetivo es vivir de una escasa paga pública, pero sin trabajar. Y si lo hace, lo hará de forma testimonial en una ONG u otra organización muy dependiente de los fondos públicos. Sus necesidades de habitación y ocio deberán estar resueltas también por el Estado. Incluso hay algún vaticinio de nuevos alimentos artificiales, universales y gratis.  

Al nuevo hombre lo de formar una familia le parecerá una aberración de tiempos pasados, por lo que la tasa de natalidad bajará aún más en nuestras sociedades. Todos los trabajos más duros y más rutinarios serán realizados por inmigrantes, que también paulatinamente serán sustituidos a su vez por la tecnología y la robotización.

La formación del nuevo hombre será muy deficiente en relación con los estándares de cultura a los que estamos habituados, pero tendrá una educación muy bien dirigida para que la vida que le ofrece el Estado la encaje personalmente con la máxima docilidad, pues el pensamiento crítico será muy limitado y en su caso proyectado para asentar aún más la nueva sociedad frente a la sociedad burguesa actual, a todas luces insostenible en la mentalidad woke del nuevo hombre.  

Lo que es incomprensible es que la derecha comulgue con gran parte de esta majadería

Una educación basada en la sensiblería, en algunas certezas socialmente aceptables y la incapacidad para el esfuerzo. Las grandes palabras de la izquierda: solidaridad, diversidad, sostenibilidad… se quedarán más huecas que nunca pues la falta de responsabilidad llevara al egoísmo más infantil.  

La tecnología controlará su vida completamente. La nueva realidad virtual, el metaverso, le viene que ni pintado al nuevo hombre para su desarrollo como meta persona.

Habrá lógicamente una elite que dirija a esta masa de nuevos hombres. Una élite mejor formada que será quien vaya ajustando la educación, el ocio y la sociedad al nuevo hombre.

Lógicamente uno piensa que este planteamiento es otro disparate más de la izquierda. Pero sí que explica sus recientes propuestas en la Educación para acabar con los suspensos, y también con materias como son la Filosofía y la Historia, y casi con las Matemáticas que pierden su precisión y rigor para convertirse en un instrumento para la sociabilidad y la resolución pacífica de conflictos (del literal del documento en el que se proponen las nuevas Matemáticas).   

Lo que es incomprensible es que la derecha comulgue con gran parte de esta majadería. Sólo se entiende, y en parte, porque la derecha debe pensar que la formación cara y a la carta siempre les permitirá ser parte de las elites. Como si estas propuestas no fueran para ellos.  

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