La historia de Eidher, un niƱo de Tenerife, ha vuelto a poner de actualidad un tema que hablando como humanista activo, pero muy especialmente como ciudadano de a pie, polĆtico y sanitario, no podemos ni debemos pasar por alto que es el de las llamadas Enfermedades Raras (ER).
Eidher padece una de ellas. De hecho, su caso es único en el mundo y afecta prÔcticamente a todos los órganos de su cuerpo. Sus padres han creado una fundación, han logrado convertir en viral diversas actuaciones en redes sociales que pretenden recaudar fondos para un tratamiento en Boston, e incluso su padre se ha ofrecido para participar en un conocido programa de televisión.
Ante todo, como docente, y en el ejercicio del periodismo, creemos que el nombre dado a estas patologĆas no refleja de forma adecuada aquello a lo que se refiere. AsĆ lo hemos dicho en mĆŗltiples ocasiones, tambiĆ©n en el Senado, y se lo hemos participado a la Federación EspaƱola de Enfermedades Raras (FEDER), que desarrolla una magnĆfica labor
Proviene, como en muchas ocasiones, de una incorrecta traducción de la expresión inglesa ārare diseasesā, que podrĆa aproximarnos, efectivamente, a la voz espaƱola que se ha utilizado, pero que no asimila la magnitud del asunto y podrĆa llegar incluso a ser discriminatoria. Como las palabras tienen mucho valor, ya que nos acercan o distancian de la realidad, pensamos que se deberĆan llamar enfermedades infrecuentes, tĆ©rmino tambiĆ©n aceptado por la Unión Europea.
Se denominan asà por tener una frecuencia de uno entre 2.000 ciudadanos y afectar al 8 por ciento de la población, unos 36 millones de europeos, de los cuales 3 millones son españoles. Se conocen en mayor grado unas 390 enfermedades de entre unas 9.000 diagnosticadas, y se caracterizan por dañar de forma grave a los órganos y tejidos de nuestro cuerpo.
Quienes las padecen suelen estar en terreno de nadie, pues todas estas patologĆas tienen dificultad diagnóstica, mayoritariamente de origen genĆ©tico, pero lo peor es que el 65% de ellas producen invalidez progresiva desde la niƱez, y el 20% van acompaƱadas de dolores. Influyen por lo tanto directamente sobre la calidad de vida del paciente y de la familia.
Son enfermedades, por ello, familiares, lo que hace que aumente nuestra preocupación, y la de la entidad nacional que los engloba y representa, no sólo hacia su poco claro origen, sino también hacia su terapéutica y tratamiento posterior.
Es evidente que dentro de nuestra sanidad pĆŗblica, la quinta mejor del mundo, y a pesar de tener unos profesionales de categorĆa -por encima de la media europea-, de los cuales nos hemos de sentir profundamente orgullosos, y con un papel muy importante de colaboración pĆŗblico privada, que en estas patologĆas es insustituible, todos hemos de hacer un gran esfuerzo de concienciación para mitigar, paliar y, en su caso, participar en las investigaciones conducentes a una posible cura.
Dentro de las obligaciones que hemos asumido siempre con la familia, nĆŗcleo vital de la sociedad, tanto los enfermos como sus allegados nos tienen a su entera disposición los 365 dĆas del aƱo, todo el tiempo que sea preciso.
De hecho, el pasado 5 de marzo tuvimos la oportunidad de acudir en el Senado a un acto oficial en este sentido, que estuvo presidido por la Reina Letizia, y donde la Federación EspaƱola de Enfermedades Raras (FEDER) premió a 10 personas y entidades por su compromiso, esfuerzo y trabajo a favor de estas patologĆas.
Nos comprometemos con ellos de forma clara y contundente, como profesional, docente universitario y polĆtico, y trabajaremos intensamente, en las instituciones donde tengamos representación, en la bĆŗsqueda de soluciones a este problema.
A los enfermos y familiares sólo podemos mandarles desde aquĆ nuestra comprensión y solidaridad. A la sociedad, en general, sólo explicarles que todos somos potencialmente enfermos, pues la salud como estado de bienestar fĆsico, psĆquico e intelectual, no existe completamente. Por todo ello, la felicidad tiene que ser compatible con nuestro estado natural, que pasa por ātener algoā siempre.