Esto es un sinvivir. Acaban las elecciones vascas y, tras el periodo de reflexión sanchista, comienzan las catalanas. Pronto, las europeas. Menuda turra. Entremedias, hemos podido disfrutar de un espectáculo único. Los sindicatos del país con más paro de Europa celebran el 1 de mayo manifestándose junto a tropecientos ministros del Gobierno. Unidos, gritan consignas contra la oposición. Además, al dictado de Sánchez, exigen acabar con los bulos y politizar aún más la justicia. Los protagonistas de escándalos tan sonados como los ERE, las tarjetas black, la corrupción de UGT en Madrid… Pretenden controlar a los jueces. Por la cuenta que les trae.
También atacan las subvenciones a los medios de comunicación que no son de su cuerda. Ellos, que son incapaces de arreglarse sólo con la cuota de sus afiliados y necesitan el dinero de nuestros impuestos para vivir como rajás. Pero cuando los has visto ponerse del lado del nacionalismo y contra la libertad de elección de una lengua ya nada sorprende. Son los mismos que apoyan que un ciudadano de Albacete, por poner un ejemplo, no pueda trabajar en media España por las barreras lingüísticas. Los que callan cuando sufrimos la inflación más alta de Europa.
El Gobierno lanza un lista de medios contra los que quiere legislar. Periodistas que publican manifiestos contra otros periodistas. Es increíble cómo vamos aceptando algunas cosas. Puro macartismo. Leo en varias encuestas que el votante de izquierdas está de acuerdo con la censura. Nada nuevo. Pero Sánchez va más allá: quiere controlar qué empresas contribuyen o se anuncian en esos medios. Podría bloquearles subvenciones, publicidad institucional y contrataciones públicas.
Así, tan ricamente. Se comienza aceptando ruedas de prensa sin preguntas, se permite que ciertos líderes no respondan a algunos medios, y se acaba así. Ya existía una forma de defenderse frente a los bulos: la querella. Es eso que no han presentado ni Sánchez ni su señora ante las noticias que hablan de las actividades de la primera dama.
Máquina del fango, escucho una y otra vez. Voy en un taxi y me ponen La SER. Máquina del fango, máquina del fango, que si la ONU contra el PP y Vox y que si Gaza. Siempre hay uno de los tropecientos organismos de la ONU o alguno de sus relatores para decir lo que necesitas. Incluso para enviar terroristas a Israel. Luego escucho hablar un poquito de Cataluña. Parece que gana Illa. Imagínate. ¡Illa! Allí gastan miles de millones por legislatura en una verdadera máquina del fango: TV3. No deja de ser curioso quienes amenazan legislar sobre los bulos.
El Presidente más mentiroso de la historia de la democracia, un tipo que nombra como ministro a Óscar Puente, el matón de las redes, que acaba de meternos en un lío diplomático al inventarse que Milei se droga. Gobiernan apoyados por los indepes catalanes, la clase política más tramposa, y el partido de Otegi y Merceditas, exdirectora del diario Gara, la voz de ETA. Merceditas señalaba desde su medio y los etarras ejecutaban. ¿Me preguntas qué es fango, Sánchez? Fango eres tú.
