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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

España, un teatrillo arrabalero

7 de febrero de 2016

La investidura del Presidente del Gobierno toma forma. Aquellos que han criticado la decisión del Jefe del Estado se equivocan quizá por el desconocimiento de su encorsetada función. Debemos  tener en cuenta que los deseos no necesariamente se convierten en realidad y que en nuestro sistema no gobierna el partido que gana las elecciones si no aquel que logra formar gobierno. Por ello no tiene mucho sentido el empecinamiento de Rajoy (aunque legítimo), máxime cuando en dos ocasiones ha declinado la posibilidad de optar a convertirse en Presidente. Se me antoja que cuanto menos, si debe morir, debería hacerlo con las botas puestas.

Su decisión, la de negarse y sobre todo la que tiene que ver con no echarse a un lado para posibilitar la investidura de otro candidato mejor visto por el resto del parlamento, sitúa a España en una situación muy delicada. Es necesario poner de manifiesto que la postura enrocada del Presidente en funciones deja en evidencia un carácter de tintes autoritarios en lo político y de egoísmo en lo personal. Su error se fundamenta en no asumir que su futuro no se desprendería de la ronda de consultas con el Rey. Su porvenir le fue revelado por los españoles, en las elecciones vía resultados, plasmado en la pérdida de 63 diputados. Cierto es que no es de recibo que pretenda la Presidencia quien obtuvo 90 escaños pero, ¿dónde podemos encontrar la legitimidad de quién perdió 63?.

Antes, a finales de 2014, Podemos tomaba la iniciativa de la II Transición. Ya dejé por escrito en aquellas fechas que se equivocaban quienes ninguneaban a los neocomunistas. Los partidos asentados al abrigo del postfranquismo miraban con sorna a esos intrusos sin darse cuenta de que les estaban robando la cartera. Ya lo han hecho. Ya gobiernan en las ciudades más importantes de España, en muchos casos con el indecente apoyo de unos socialistas irresponsables y traidores. De unos socialistas que comparten postulados políticos y que rocían todas sus actuaciones con agua bendecida de sectarismo y la intolerancia. El PSOE aún no ha asumido su personaje en esta función. El de convidado de piedra. El de muleta de Podemos. El de bastón de apoyo con el que azotar la libertad de aquellos que no comparten sus postulados.

Hoy Podemos sigue marcando la agenda política. Pablo Iglesias se la escribe a Pedro Sánchez a modo de guión en esa libreta morada que ya marca las directrices del futuro que está por venir. Ese mañana en el que España se ha convertido en el decorado perfecto para la representación de un teatro esperpéntico en el que no falta lo fundamental: el aleccionamiento de abajo arriba. En este sentido no deja de ser llamativo el nombre de la compañía de títeres que el pasado viernes ahorcaba jueces, violaba mujeres y enaltecía terroristas en Madrid, en lo que el Ayuntamiento califica de error. Y es que lo llaman error cuando quieren decir terror. Ya lo hicieron en Navidad en forma de aquelarre laico y lo hacen ahora con teatrillos arrabaleros; sólo queda esperar para conocer lo que nos preparan para Semana Santa.

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