La acepción matemática del término parámetro en el diccionario de la Real Academia me parece la más adecuada para interpretar el pensamiento -¿?- de la periodista que el otro día definió a Macarena Olona como política de extrema derecha:
Parámetro. 2. m. Mat. Variable que aparece en una ecuación cuyo valor se fija a voluntad.
¿A voluntad de quién? A voluntad de lo que diga la chisgarabís de turno. Faltaría más.
Según los parámetros de la progresía occidental, que es tan inmensa como boba, millones de personas quedamos situados en la extrema derecha, en la extrema extrema derecha o en la ultraderecha. Sin embargo, partidos como Bildu o ERC son considerados progresistas. Es decir, están por y para el progreso. Recuerden que todo depende de una variable que se fija a voluntad, así que no le busquen lógica al asunto.
En mi infinita generosidad, estoy dispuesta a hacerle un favor a Elsa García de Blas para que en su próxima entrevista sea capaz de explicarse mejor. Bueno, que sea capaz de explicarse.
Querida Elsa, según vuestros arbitrarios parámetros, pensar que el modelo autonómico no ha salido del todo bien -cuarenta años después- define a un ultra. A mí me pasa y lo confieso. Abro mi corazón. Creo que las autonomías nos han traído toda clase de males: redes clientelares; gasto público desmesurado que amenaza nuestro futuro inmediato; división entre españoles de forma, en algunos casos, irreversible; españoles de primera, de segunda y de tercera; regiones hiperdesarrolladas gracias a privilegios de origen feudal frente a regiones pobres; multiplicación de organismos que regulan y tratan una misma cosa; nacionalismo excluyente -valga la redundancia- donde no existía y lenguas inventadas que pretenden impedir el desarrollo intelectual del niño en toda su extensión. Para la izquierda, este análisis es de ultraderecha. Sin más.
Me emociona pensar que en breve tendré que ir a Perpiñán a leer libros prohibidos. Gracias, Gobierno progresista
Otro must que saca a un ultra del armario es el tema de la violencia de género. Si alguien dice que hombres y mujeres son iguales ante la ley y, por tanto, la presunción de inocencia debe ser la misma para ambos, ahí hay un facha. Somos así de bestias. Creemos que los órganos genitales no pueden predeterminarnos en lo que se refiere a nuestros derechos y obligaciones, con independencia de nuestra orientación sexual. Somos tan antiguos que abogamos por la igualdad pura y dura ante la ley y respetamos que cada uno haga de su capa un sayo con su vida sin que eso constituya una desventaja ni tampoco una ventaja. Traduzco; no somos partidarios de la discriminación positiva en ninguna de sus formas.
Tampoco olvides, Elsa querida, que las mujeres que tú calificas como de extrema derecha no creemos ser víctimas por el hecho de haber nacido mujeres. Detestamos que desde la política nos traten de forma condescendiente como si fuéramos idiotas o que nuestros jefes -como el tuyo el otro día- nos defiendan como si fuéramos bobas. Qué cosas tiene la vida, a mí esto me parece mucho más moderno que la caricatura que la progresía hace cada día del feminismo. No queríamos aliados, queríamos igualdad ante la ley.
Otra cosa que la izquierda achaca a la ultraderecha en exclusiva es la defensa de la vida. En este caso, como en los anteriores, también os equivocáis. Grandes izquierdistas han estado en contra del aborto. Te sugiero que leas sobre este asunto a Gustavo Bueno, que no era ni creyente ni de derechas. La biología es terca y no entiende de progresía, modas y supuestos derechos de la mujer. Lo mismo os sucede con la ideología de género, que estáis peleados con la ciencia. Y la ciencia, que yo sepa, no es ni de izquierdas ni de derechas.
Todas las cuestiones que he expuesto en este artículo yo no las veo ni de derechas ni de izquierdas, las considero puro sentido común
Por último, aunque podría seguir, también te pareceremos fascistas todos aquellos estamos en contra de la Ley de Memoria Democrática. Defender la libertad de pensamiento, a estas alturas, me parece de lo más revolucionario. Me emociona pensar que en breve tendré que ir a Perpiñán a leer libros prohibidos. Gracias, Gobierno progresista.
En definitiva, a los que tú, Elsa, llamas ultras nos parece increíble que desde el poder nos impongan qué debemos pensar; qué podemos decir en público; cómo debemos educar a nuestros hijos o qué libros podemos leer, vender o publicar. También nos molesta una barbaridad que conculquen nuestros derechos fundamentales con Estados de Alarma ilegales y no tenga mayores consecuencias. Esto, que para ti será una minucia perpetrada en aras de la salvaguarda de la salud de la ciudadanía es de una gravedad inmensa. La democracia necesita del uso de las herramientas jurídicas adecuadas exigidas en cada ocasión para seguir viva.
Todas las cuestiones que he expuesto en este artículo yo no las veo ni de derechas ni de izquierdas, las considero puro sentido común, pero entiendo que es mi forma de pensar y no tengo la menor intención de imponérsela a nadie. Soy demócrata, defensora a ultranza del Estado de Derecho, del imperio de la ley y de la unidad de mi nación que garantiza, entre otras cosas, todas las anteriores.
¿Tú qué eres, Elsa?