Rafael García Serrano fue un gran escritor sin miedo a su verdad. En la Guerra Civil combatíó con la boina roja del Requeté. Escribió un libro apasionante, lejano a las pasiones y lleno de sabiduría, talento y humor, su “Diccionario para un macuto”. Por lo demás era sincero, desmedido y carecía de complejos. Y se adelantó a los tiempos. Al referirse a Europa lo hacía como “la puta Europa”. Para don Rafael, Europa era una puta que carecía de ideales y sólo se movía por intereses. Una profesional del amor efímero, cínica y cobarde.
He leído con interés la estupenda entrevista de Iñaqui Ellacuría a Mauricio Wiesenthal publicada en El Mundo. Nacido en Cataluña, humanista, escritor de culto, hispanojudío, con un apellido heroico y justiciero. Y me he quedado con una sentencia sobre la falsa Europa: «No podemos construir una Europa en la que la burocracia de Bruselas olvida los valores judeocristianos, la patria y las tradiciones transmitidas» . En lo que respecta a la pretensión de sobrevolar la libertad con la imposible igualdad, fundamento del comunismo, Wiesenthal defiende que «la libertad y fraternidad deben primar siempre sobre la igualdad. Debemos huir de lo uniforme, de la vida entendida como una fotocopia”. Y resume el nacionalismo catalán: «El nacionalismo llevó a Cataluña la simplificación. Y un catalán simplificado no es un catalán. Nunca quiso vivir en un corral cerrado”.
Se han topado con los límites de una nación seria. Y me pregunto el porqué de la falta de reacción de la UE y de la OTAN
Polonia es Europa, una nación de la Unión Europea y frontera de Europa con Bielorrusia. Los bielorrusos y los rusos han llevado hasta la frontera a miles de sirios, iraquíes y kurdos obligándolos a cruzar los límites fronterizos. Los polacos lo han impedido. La Unión Europea se ha callado. España, a través de su perverso – en todos los sentidos- presidente del Gobierno, ha optado por el silencio y la mirada hacia Doñana. Meses atrás, en mayo, cuando Marruecos invadió nuestras fronteras de Ceuta y Melilla en señal de “gratitud” por haber acogido en España a Brahim Galli, líder saharaui acusado de toda suerte de delitos, Polonia se ofreció a España para enviar fuerzas de apoyo a nuestras ciudades del norte de África. Además de Lituania, también fronteriza con Bielorrusia, sólo un Estado europeo ha movilizado ayuda militar a Polonia. El Reino Unido, que ya no forma parte de la Unión Europea. Un Estado sin complejos, sin agenda 2030 y con el poder de Soros y el comunismo muy limitado en sus territorios.
El más grande de los polacos de los últimos siglos, Karol Wojtyla, San Juan Pablo II, superviviente al nazismo de Hitler y el comunismo de Stalin, responsable con la palabra del desmoronamiento del Muro de Berlín y tiroteado en el Vaticano por un sicario de la KGB soviética, se refirió en marzo de 1993 al futuro de la Iglesia y de Europa. «Veo a la Iglesia del tercer milenio afligida por una plaga mortal. Se llama islamismo e invadirá Europa de manera inexorable. Se apaga la luz sobre la Europa cristiana, reducida a un sótano de antiguallas, penumbras y telarañas”. Y otra cosa que un Sumo Pontífice no puede decir. Y de ladrones, traidores e hijos de puta de todas las nacionalidades de la Unión Europea. Tan sólo Polonia y Hungría no se han sometido a las humillaciones.
En la frontera de Polonia con Bielorrusia hay soldados bielorrusos y rusos que empujan a los infelices engañados a cruzar la frontera. Pero se han topado con los límites de una nación seria. Y me pregunto el porqué de la falta de reacción de la UE y de la OTAN. Están atacando una frontera de la UE, de un Estado que es miembro además, de la OTAN. Y Occidente, con la honrosa excepción del Reino Unido, no ha ofrecido a Polonia apoyo militar alguno. No es sólo la frontera de Polonia. Es la frontera de Occidente, de la libertad, del individualismo que impera sobre el gris, ruinoso y hambriento colectivo, la libertad y el respeto de la mujer, la libertad que rechaza la esclavitud, la libertad que ofrece trabajo y está sometiéndose a los vagos y los aprovechados. Y nadie se mueve. Polonia resiste. Y con el Brexit, el Reino Unido ha recuperado su dignidad.
¿Europa? Una Europeíta entregada. Un cuento que va a terminar muy mal.