«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

Exótica deconstrucción del Día D

11 de junio de 2024

La conmemoración del octogésimo aniversario del desembarco de Normandía nos ha dejado momentos dignos de mención. Por ejemplo, ver en el demonizadísimo X gente de Estepa o de Motilla del Palancar emocionarse con motivo de la efeméride, como si hubiéramos sido nosotros los liberados después de la operación Overlord —el nombre lo dice todo—A algún tuitero solole faltó cantar el Rule Britannia! o el Blood on the Risers. Pero si sus mayores hubieran vivido en la región del Cotentin la primavera de 1944 otro gallo hubiera cantado. Aquí es mejor correr un tupido velo, como suele decirse. La versión rosalegendaria del acontecimiento histórico oculta una serie de verdades incómodas sobre las que destaca la voluntad de dominación useña.

La llamada «paz de Omaha» por los plumillas del consenso, que hoy conectan con la guerra ruso-ucraniana o, más bien, ruso-otaniana, no puede separarse del sometimiento europeo a los Estados Unidos. De Gaulle jamás celebró el aniversario del desembarco. Pronto fue consciente del plan que Roosevelt tenía para Francia. Éste consistiría en anularle utilizando a los políticos de Vichy. Según Alain Peyrefitte, biógrafo del General, el presidente de los Estados Unidos «sabía perfectamente que los petenistas serían más dóciles a la hora de obedecer a Washington, de la misma manera que obedecían a Berlín, en vez del fundador de la Francia Libre cuya posición intransigente con respecto de la independencia nacional era ya bien conocida». Las declaraciones que hizo el propio De Gaulle el 6 de junio de 1964 dejan claro lo que pretendía iniciarse el llamado «Día D»: «¿Quieren ustedes que vaya a conmemorar el desembarco cuando no era más que el preludio de una segunda ocupación del país? ¡No cuenten conmigo para ello!». La firma con Moscú de un Tratado de Alianza y Asistencia mutua a finales del año 1944 obligó a los aliados al reconocimiento del gobierno provisional y evitó que el Hexágono pasara a ser un protectorado norteamericano para el que, por cierto, ya se había impreso moneda.

Que hoy nuestros señoritos se quieran fabricar un 6 de junio a medida donde los enemigos de antaño son los amigos de hogaño y viceversa, todo con fines propagandísticos, tiene su gracia. Una celebración del Desembarco sin la representación de aquellos que combatieron las divisiones mejor preparadas del III Reich en el Frente del Este, algo que seguramente garantizó el éxito de la operación Overlord, dice mucho sobre la fatuidad de nuestros líderes. Eso sí, a cambio disfrutamos de Zelenski, siempre vestido para ir a tirar conejos a Sonseca, representante sin mandato de una democracia sin oposición en unas tierras cuya afinidad con el Eje durante la Segunda Guerra Mundial es bien conocida.

Gagá Biden, que volvió a mostrar por enésima vez signos de desorientación y obligó a Macron y Brigitte a seguirle el rollo, dijo que no abandonarían a Ucrania. Aunque todavía no era 4 de julio, el espíritu de la barbacoa le iluminó y no tardaron en caer las referencias a la democracia, la libertad y a todos los aderezos que tanto nos gustan de la «nación indispensable». Por supuesto, dejarán caer a Ucrania cuando convenga, como han hecho con otros tantos aliados a lo largo y ancho del planeta.

Macron, sin embargo, presumió de compatriotas durante el acto: «Tenemos una juventud audaz, valiente, lista para el mismo espíritu de sacrificio que sus mayores». No sabemos si estaba haciendo alusión a su ejército, del que es sabido que sólo aguantaría 72 horas en combate, o a la simpática juventud del Hé mademoiselle! y gorra del PSG. Lo esperable es que, tras la jornada electoral del pasado domingo, calme su ardor guerrero. Si la debacle en las europeas le hace recapacitar sobre el escaso entusiasmo popular que genera su deseo de ser Marte, además de Júpiter, bienvenidas sean éstas.

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