Hay que considerar varias clases de familia. Es justo empezar por la tradicional de siempre y que se inicia con el matrimonio. Se entiende que, en general, sus miembros se respetan y se defienden siempre entre ellos; para lo bueno y para lo malo. Ahí tenemos, por ejemplo, a los hijos de Jordi Pujol, que ya han comentado la injusticia que se está cometiendo con el padre, “después de todo lo que hizo por Cataluña”.
Hay otro tipo de familia formada entre personas que han creado un vínculo a través de relaciones laborales, sociales, políticas, judiciales etc., cuya fuerza puede ser aún mayor que la de la familia tradicional mencionada. No hay que remontarse a sus orígenes sicilianos para entender que en España hemos superado ya ese sentimiento. Tenemos, entre muchos, el ejemplo de Felipe González, expresidente del Gbierno, que ha manifestado que no cree que Pujol sea un corrupto. Es obvio entender la estrecha relación que hay entre ambos, ajena al vínculo familiar, pero, quizá, más fuerte. No deja de ser “la familia”.
Existe otra gran familia, muy peculiar, porque en ella se mezclan todos, y es la que, por ejemplo, se ha creado en Andalucía al amparo de los ERE falsos; ésta es la que incluye mayor número de parentescos: hermanos, primos, cuñados, concuños, padres, hijos, madres, primos lejanos, abuelos, sobrinos, nietos, “acuérdate de lo mío”, “me lo debes”, incluso amigos de toda la vida que, en algunos casos, no se habían visto nunca, pero la defensa por el bien común de sus integrantes es tan fuerte que, incluso, cuentan con jueces entre sus miembros. Basta decir que este tipo de familia ha sido capaz de detraer asignaciones destinadas a subsidios para otras familias con deficientes mentales. Así es “la familia”. Hay miles por todo el País, y progresan adecuadamente.
También existen otras ramas, nacidas del seno la familia natural, que la sabiduría popular, errónea en esta ocasión, ha generalizado en el viejo dicho, “familia y trapos viejos, pocos y lejos”. Estos casos, que existen, son excepciones, pero suponen un verdadero suplicio para quien ha de soportar la mala educación y formación de algún miembro que nunca mereció pertenecer a ese vínculo familiar. Para que vean ustedes, yo mismo, pasé por la experiencia de este suplicio: tuve un familiar que, en una ocasión, uniendo las muñecas de sus manos simulando la sujeción por las esposas, con gesto serio y firme, me advirtió que tuviera cuidado; me dijo eso al enterarse de un negocio que me obligaba a pasar frecuentemente por Marruecos, insinuando que traficaba con estupefacientes (nunca este familiar estuvo tan equivocado en su vida, ni he vuelto a saber nada de este “miembro” de la familia, ni quiero)
Todas las familias son mejorables, sobre todo las que aquí se han calificado por sí mismas. La única familia válida y respetable es aquella que tiene su base en la moral, la ética y las buenas costumbres.