«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Grupo electrógeno

29 de abril de 2025

No responde el móvil. Será que se ha caído whatsapp. Tampoco va el ordenador. A ver el rúter… No hay luz. Los plomos no son. El ascensor no va. Miras por la ventana: la obra, la puñetera obra otra vez. Pero no hay obra. Sales platónicamente de la caverna y en la calle, un corrillo. No va nada. Como un parte de guerra, llega un último mensaje: aquí tampoco.

De repente, las series televisivas de los últimos años suben a la cabeza: es el Apagón. Un ciberataque y volvemos a la Edad Media. Ya te imaginas en la sierra cazando linces para subsistir.  

Lo bueno de una crisis así es que, como nada funciona, la gente no puede entrar en Twitter y el extremismo desaparece. No hay bulos, ni fake news. Toda la mandanga está cortada oficialmente y la gente (sobre todo el madrileño) puede estar tomando cañitas feliz.

Pero era extraño que al cabo de un rato, y con solo estar en la calle, la idea fuera que el apagón lo sufría gran parte de Europa Occidental, Inglaterra incluida.

-¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?

Un coche pasaba y del interior, en ráfaga sedosa, la voz de Alsina susurrando en plena emergencia nacional.

-Muahahaha

Otra emisora recomendaba mantenerse alejado de Internet (que no iba). Había que volver a la radio. Quedarse en el viejo transistor. De repente, estábamos en su mundo soñado, un mundo sin contraste, de consenso a pilas. Donde solo hablan ellos y todos les escuchamos planchando las camisas. La radio, tan clásica, estaba ahí, con los liberalios butanitos. También son clásicos los trenes, pero siempre se quedan atrapados en algún punto de Cáceres.

Pasadas las horas, la Red Eléctica no explicaba mucho salvo que la situación era «excepcional y totalmente extraordinaria», que suena a estar agradecida y muy emocionada. A la presidenta, Beatriz Corredor, ex ministra del PSOE, se le podría preguntar lo de Ruano: señora, ¿ha perdido usted quince gigavatios?

Ni en su intervención de la tarde ni en la nocturna, el Presidente, con mala cara innegable (descolgamiento de papo) descartó causa alguna. A falta de encontrar una novela de Tolstoi en una Kangoo, en los medios Rusia era aun una vía abierta. Varias hipótesis se barajaban, aunque alguien no experto, de los que tienen que ver un tutorial para poner un LED, podía recordar que España, días atrás, presumió de haber alcanzado por primera vez mayoría de producción energética renovable. ¿Tendría algo que ver semejante hazaña?

Al parecer, las centrales eléctricas tradicionales mantienen una inercia que compensa las fluctuaciones. Nuestro «mix energético», envidia mundial, quizás, a lo mejor quizás, perdió esa capacidad al confiar mucho en las renovables. España siempre está en la vanguardia. En cada cosa tenemos que hacer el cuadrito de Miró.

Para Trump, «arancel» es la palabra más bonita del inglés. «Grupo electrógeno» nos parecen las más hermosas del español. Cualquier independencia energética dio mucha libertad ayer: un mechero, un hornillo; ni que decir un coche de gasoil.

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