«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Donde habite el olvido

16 de octubre de 2013

 Versificaba Borges que el olvido es la única venganza y el único perdón, pero internet lo ha proscrito y ya es imposible la amnesia, así que no hay manera de perdonar o de vengarse, y por eso cuesta tanto dejar atrás las guerras y las novias de otro siglo. Ruge la marabunta progre ante el reconocimiento del martirio católico, siempre tan sensibles ellos al olor del incienso, que puede parecer que ya es lo único que les coloca: suspira Almudena Grandes por sus milicianos sudorosos, omnipresentes en sus fantasías quizá como rechazo de su propio entorno –donde habitaban más las camisas azules de la Primera Línea de Falange–, y así hasta fabricarse una nostalgia pervertida de lo que no vivió. El anticlericalismo español es un caso más para el psicoanálisis –y para el juzgado de lo penal– que para la historia política.

También le han negado el beneficio del olvido al ex presidente Aznar, que irrumpe en el debate con una nueva catilinaria, en el breve hueco que le han dejado sus consejos de administración. Primero en la Fiesta Nacional y luego en San Sebastián, ha clamado en plan rey Lear –siempre tan anglófilo– como si se hubiera equivocado al designar al heredero y hallara ahora la patria comprometida. Los fanáticos del poder temporal –es decir, los antiguos aznaristas– le reprochan hoy los errores que en su día aplaudieron hasta romperse las manos, y recuerdan –o sea, buscan en Google– las cesiones de Aznar ante el nacionalismo. Les salen varias páginas. Cómo olvidarse de que el catalán en la intimidad llegó a convertirse en español prohibido para los padres de Cataluña, que muchos de ellos se quedaron sin poder ayudar a sus hijos con los deberes, porque estaban secuestradas las criaturas por los pederastas del idioma. La TV3 nos mostraba en la Diada a los chavales que se han educado con el pacto del Majestic, y ahora a ver quién les explica que sus libros de texto son, según el discurso de San Sebastián, “grotescas deformaciones históricas”. Quizá Alejo Vidal-Quadras puede por fin mandarle un guasap cariñoso al expresidente, algo así como “bienvenido al club”.

Por cierto que Alejo –junto a Santiago Abascal– ha convocado mañana a los militantes y electores del PP en un hotel de Madrid, porque el catalán quiere olvidarse –es decir, vengarse y perdonar– de todos los feos que la dirección del partido hace a los disidentes, que hay quien sospecha que cuando Cospedal firmó aquella declaración de amistad con el partido comunista chino, les pidió también consejo sobre formas eficaces de control del aparato.

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