«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Historiador de formación y periodista de profesión, todo un clásico del intrusismo que engrandece a este oficio. Primera autoridad nacional en perroflautología, es autor de ocho libros: tres biografías, cuatro ensayos sobre historia de España y una enciclopedia, perdón, enziklopedia que reúne todo el saber perrofláutico acumulado en la primera generación Logse. Tras un esfuerzo intelectual semejante sólo le han quedado ganas de conducir Negocios.com a buen puerto.
Historiador de formación y periodista de profesión, todo un clásico del intrusismo que engrandece a este oficio. Primera autoridad nacional en perroflautología, es autor de ocho libros: tres biografías, cuatro ensayos sobre historia de España y una enciclopedia, perdón, enziklopedia que reúne todo el saber perrofláutico acumulado en la primera generación Logse. Tras un esfuerzo intelectual semejante sólo le han quedado ganas de conducir Negocios.com a buen puerto.

Iberia, del sindicato al cliente

5 de septiembre de 2013

Ha decidido Iberia poner en marcha un tipo de billete para los que volamos sin equipaje o, mejor dicho, con el equipaje en la mano. La idea no es nueva, simplemente es buena y justa. Mucho creo que han tardado en aplicarla. El viajero que no utiliza el servicio de facturación de maletas no tiene así la obligación de pagarlo. La muy denostada Ryanair –denostada solo de boquilla porque luego es la que más pasajeros transporta de España– lo viene haciendo desde siempre aunque con otro formato distinto. Ninguna de las plazas que oferta incluye el equipaje, que hay que pagar bulto a bulto por separado. Los de Ryanair han llegado a tal nivel de refinamiento que hasta miden con un metro el tamaño de los bolsos de mano. Hay quien se enfada y arma la de San Quintín en Barajas como si tuviese algún derecho a saltarse las normas que él mismo ha aceptado al adquirir el billete. Otros lo entienden y se sacrifican en aras de la baratura del pasaje.

Que Iberia innove y vaya adaptándose a las necesidades del mercado es una buena noticia para Iberia y una todavía mejor para sus clientes. La innovación no sienta tan bien a sus sindicatos, que a punto han estado de cargarse la compañía en los dos últimos años. Creyeron –muchos aún siguen creyéndolo– que la empresa era suya, que estaba ahí para que ellos se sirviesen de ella hasta el final de los días. Las crisis purifican siempre, hacen limpia de lo malo y permiten que florezca lo bueno. Lo malo en Iberia era la casta político-sindical que chuleaba aquella empresa desde tiempo inmemorial. No es extraño que tuviesen los sueldos que tenían, o que cualquier negociación, por nimia que fuese, se eternizase sine die. La empresa era suya y así se lo hacían ver al mundo. Si no se hacía lo que ellos querían, huelgazo, escenitas en el aeropuerto de viajeros durmiendo sobre la maleta y hasta la siguiente.

Mientras corría el dinero a raudales los excesos pasaron desapercibidos, pero fue llegar la contracción y automáticamente se pudo comprobar que aquello no daba más de sí. O decadencia y cierre o modernización. Lo primero implicaba tener al accionista maniatado y al cliente cautivo. Lo segundo justo al contrario. La fusión con British terminó actuando como inesperado catalizador. Una compañía como IAG no está para crear empleo, sino para generar valor a sus accionistas y satisfacer la demanda de sus clientes. Para conseguir estas dos cosas hace falta crear puestos de trabajo, pero también comprar aviones, queroseno, carros portaequipajes y todo lo necesario para que una aerolínea funcione. El trabajo es el medio, no el fin, el fin es la ganancia del que arriesgó sus ahorros para multiplicarlos creando riqueza. Y ojo, que es bueno que así sea.

Iberia ha conseguido, con bastantes dificultades por cierto, salir del círculo vicioso al que la habían condenado y que, de seguir, hubiese concluido con la quiebra o la nacionalización. Quizá esto último y no otra cosa es lo que buscaban los de sindicato con sus patrióticos lagrimones de cocodrilo.

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