«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Amando de Miguel es catedrĆ”tico emĆ©rito de SociologĆ­a en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de MĆ©xico (DF). Ha publicado mĆ”s de un centenar de libros y miles de artĆ­culos. El Ćŗltimo libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su Ćŗltimo trabajo inĆ©dito: ā€œLa pasión autoritaria de los espaƱoles contemporĆ”neosā€.

BiografĆ­a

Amando de Miguel es catedrĆ”tico emĆ©rito de SociologĆ­a en la Universidad Complutense (Madrid). Siguió estudios de postgrado en la Universidad de Columbia (New York). Ha sido profesor visitante en las Universidades de Texas (San Antonio) y de Florida (Gainesville). Ha sido investigador visitante en la Universidad de Yale (New Haven) y en El Colegio de MĆ©xico (DF). Ha publicado mĆ”s de un centenar de libros y miles de artĆ­culos. El Ćŗltimo libro publicado: Una Vox. Cartas botsuanas (Madrid: Homo Legens, 2020). Su Ćŗltimo trabajo inĆ©dito: ā€œLa pasión autoritaria de los espaƱoles contemporĆ”neosā€.

Información o deformación y propaganda

5 de noviembre de 2022

Hace un siglo, la mayor parte de los espaƱoles adultos era analfabeta. Por tanto, la información, a travĆ©s, de la letra impresa llegaba, solo, a una escuĆ”lida minorĆ­a. Empero, esta se encontraba al cabo de la calle. Se publicaban muchos periódicos, revistas y libros. AdemĆ”s, esa clase ilustrada y, mayormente, ociosa tertuliaba de cutio en salones, cafĆ©s, botillerĆ­as, paseos, etc. Los periódicos contenĆ­an artĆ­culos largos y las noticias ā€œhinchaban el perroā€ con los telegramas que recibĆ­an.

Desde los tiempos de nuestros abuelos o bisabuelos, el espectÔculo de la información ha dado un vuelco. Ahora, las noticias, comentarios y artículos nos llegan en incesante cascada, a través, de los archiperres internéticos, aparte de la radio y la tele. Las piezas informativas suelen ser breves, incluso, mensajes o titulares. Hemos ganado en cantidad y variedad de información, aunque hay pocas ocasiones de tertuliar con los amigos, vecinos o parientes. Pero, las personas del común se intercambian datos y opiniones de forma continua.

Se echan de menos mÔs artículos explicativos para entender la confusa realidad. La profusión de mensajes cortos y de titulares resulta insuficiente; nos deforma el mundo que nos rodea. No digamos, si todo ello confluye de manera intencionada como propaganda.

LosĀ chamanes, brujos o arĆŗspices los suplimos hoy con las distintas tribus de expertos

No es, solo, el incesante caudal de mensajes y titulares. Lo grave es que se tiende a destacar lo llamativo, lo insólito, lo extravagante. Puede llegar a una cierta deformación de la realidad. El resultado sería un remedo de las ferias antiguas, donde se exhibía la mujer barbuda y otros tipos raros.

En todas las sociedades, ha habido, siempre, algunos singulares individuos con la misión de interpretar el mundo para los demĆ”s. En nuestro tiempo, disponemos de distintos profesionales que realizan esa valiosa tarea. Los medios de comunicación nos proporcionan todo tipo de noticias o sucesos. Pero, como digo, se suelen quedar cortos a la hora de interpretar lo sucedido y, no digamos, la probable evolución de los acontecimientos. Es lo que se llama ā€œanĆ”lisisā€, una operación que, normalmente, se queda corta.

Nada hay, realmente, nuevo bajo el Sol. Lo que parece una radical novedad, suele encontrar precedentes

Aunque parezca mentira, no existe una carrera para aprender a analizar la información sobre el mundo. Es, mĆ”s bien, tarea de aficionados o de unos pocos profesionales especializados, cada uno en su campo particular. En los comentarios sobre los espectĆ”culos deportivos o en la meteorologĆ­a, parece que hay conocedores mĆ”s avezados. La escasa presencia de los modernos equivalentes de losĀ chamanes, brujos o arĆŗspices la suplimos con las distintas tribus de expertos; por ejemplo, los mĆ©dicos, los cientĆ­ficos o los economistas. Algunos de ellos se introducen en la Administración PĆŗblica con el rango de ā€œasesoresā€ o como funcionarios de los gabinetes de estudios. En los medios de comunicación, se les asigna el viejo tĆ­tulo de ā€œcolumnistasā€, aunque el tĆ©rmino no quede muy claro.

El arte de interpretar la información, los sucesos nuevos, se atiene a unas pocas reglas de sentido común: (1) Nada hay, realmente, nuevo bajo el Sol. Lo que parece una radical novedad, suele encontrar precedentes. (2) Una adecuada explicación se apoya en la correspondiente metÔfora o comparación. (3) El sesgo mÔs corriente de las interpretaciones es anticipar los sucesos futuros que interesan al público o a los que mandan (wishful thinking). La cuestión es no alarmar mucho a la población. 

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