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Periodista, documentalista, escritor y creativo publicitario.
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Jesucristo no era afeminado

1 de febrero de 2024

Es descorazonador ver que ya no queda ningún rincón en el que no se haya colado el feísmo. Lo último ha sido el cartel de la Semana Santa de Sevilla, a medio camino entre lo kitsch y la palabrota. Es como si hoy sólo pudieras triunfar siendo un tipo siniestro y con muy mal gusto. Como si para tener éxito tuvieras que vender tu alma al diablo.

Creo no ser muy duro si digo que, objetivamente, la obra es una boñiga. Podría servir para la Semana del Orgullo, pero no para la Semana Santa. Y no por el paño, al que no le veo problema alguno. La imagen representa a un Cristo afeminado (principalmente por la posición de la mano) y con una cara que da grima por lo siniestra.

Viendo la boñiga esta, uno podría pensar que Cristo expulsó a los mercaderes del templo a golpe de bolso, pero no, lo hizo a latigazos. Y es que Cristo era un hombre muy hombre, valga la redundancia. Viril, masculino y con mucho carácter, como atestigua toda toda la documentación a nuestro alcance. Pintarlo como lo ha hecho el autor del cartel es una falta de rigor, de buen gusto y de talento.

El autor se burlaba de los detractores de su obra diciendo que confía en que Jesús los perdonará porque no saben lo que hacen. Mejor sería que se preocupara él de no recibir un latigazo espiritual cuando pase a mejor vida, sobre todo teniendo en cuenta que a la hora de crear su obra ha habido de todo menos buena voluntad. No es casualidad que el rechazo del bodrio que ha parido haya sido tan mayoritario, llegando incluso desde los sectores más insospechados.

El tal Salustiano tiene fijación por las cosas extrañas. Le gusta pintar niños fumando, niños con cuchillos, vestidos como niñas, con miradas siniestras, incluso leyendo Las once mil vergas de Guillaume Apollinaire, obra en la que se describen con detalle las múltiples y grotescas aventuras sexuales del protagonista.

En otro cuadro titulado Pentecostés, un niño sostiene en su mano una copa y una galleta. No cuesta mucho ver en él de nuevo la burla de lo sagrado.

También tiene una línea de dibujos de adultos que aparecen con pistolas de agua de niños. Y la duda que yo siempre tengo ante este tipo de autores es: si son normales ¿por qué se esfuerzan tanto en parecer unos pedófilos que practican todo tipo de orgías con niños?

Algo parecido se pudo ver con el escándalo de Balenciaga. ¡Quién sabe si es la manera de comprar entradas para la isla de moda!

Volviendo a lo nuestro, sería un acierto mandar el cartel al basurero de la historia y encargar uno nuevo que al fiel le permita rezar y al pagano le resulte igualmente atractivo por ver representado en él al salvador del mundo.

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