«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El jinete pálido

2 de septiembre de 2013

Alejo Vidal Quadras ha recomendado al PP el cambio de jinete y eso me ha recordado a mí El jinete pálido, el magnífico western de Clint Eastwood, que con esta película resucitó el género. En este film un valiente se atreve a enfrentarse al malvado de turno y, con ello, logra que la mayoría de los mineros decentes recuperen su autoestima y puedan vivir con dignidad. De eso se trata para los militantes y dirigentes del PP, tienen que recuperar su autoestima, dejar de ser rehenes de un pequeño grupo que se ha dedicado a sojuzgarles, a robar en nombre de sus siglas, y eso exige acabar con la tibieza, preferir el riesgo del conflicto a la certeza de la consunción en un escenario de creciente indignidad.

Puede pensarse que se trata de una épica barata, pero, para bien o para mal, la política no es simple gestión, porque a los hombres no les mueven solo las cuentas de resultados sino las ideas, incluso los poetas. El actual equipo dirigente del PP debiera abandonar el barco por pura decencia, por sentido de responsabilidad, porque no se puede hacer peor lo que están haciendo, olvidarse completamente del programa y dedicarse a disimular o a encubrir la corrupción y los comportamientos absolutamente indignos de unos cuantos. Esto tiene que acabar y va a acabar, por las buenas o por las malas, y lo lógico es que acabe por las buenas, en interés de España y del propio partido. Si no sucede así, más pronto que tarde, aparecerán varios jinetes pálidos, habrá follón, confusión, bajas, un escenario que debiera evitarse.

El jinete pálido del PP puede ser cualquiera, en la película era, de hecho, un absoluto desconocido, porque cualquiera puede encabezar un movimiento que los votantes desean, que muchos militantes añoran, una vuelta a la decencia, a la coherencia política y a la ejemplaridad personal. No cabe desdeñar las alternativas contrarias, pero tampoco dejar de definir cuál es la más deseable. Quienes mandan actualmente seguramente preferirán alguna clase de tongo, que se deje de hablar del caso, que un milagro convierta a los culpables en víctimas de una conspiración; es poco probable, pero lo van a intentar, y seguro que no les faltan aliados, porque los negocios raros siempre son muy rentables. La segunda alternativa, que puede mezclarse con la anterior, es, sencillamente, el hundimiento del Titanic y el sálvese quién pueda, cosa que dejará ver la escasa elegancia y valor de buena parte del público de primera clase, pero el naufragio será general y definitivo, es decir, con la izquierda en el poder durante los próximos veinte años. Estoy seguro que los votantes, que son los auténticos dueños del capital político del PP, preferirán algo más de valor y de bravura, y entonces aparecerá el jinete pálido, muchos valientes. Se pasará mal, pero merecerá la pena. De cualquier modo, la solución tendrá que ser en breve plazo. 

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