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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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La anomalía vasca

20 de marzo de 2022

PNV, EH Bildu, Podemos y el PSE (el PSOE batasunizado) han llegado a un acuerdo para que todos los alumnos de las provincias vascongadas -ahora denominadas con el sabiniano nombre de Euskadi que casi todo el mundo ha adoptado por no parecer de ultraderecha- se vean obligados a acreditar un nivel B2 de euskera al finalizar sus estudios. Lo curioso es que la propuesta socialista era que el castellano y el inglés fueran reconocidas lenguas vehiculares, pero esta opción ha sido desestimada por el resto de los partidos firmantes.

El trilingüismo, ese invento que tanto gusta, por cierto, al PP y a Cs, y que da unos resultados manifiestamente mejorables. Todo por no dar su lugar a nuestro idioma común y que, otra vez, no digan que son de ultraderecha. Estos son nuestros políticos: capaces de poner el español -idioma construido entre todos los españoles- a la altura del suajili con tal de no reconocer que es lengua propia en toda España.

El colmo ya es que a los pobres niños ucranianos que vienen refugiados se les obligará a estudiar en euskera

La reforma que se prepara para otoño pretende la euskaldunización total, es decir, la inmersión lingüística a la catalana que tan magníficos resultados ha dado: imposibilidad de matricular a los niños en su lengua materna -en la mayoría castellanoparlante-, un nivel penoso de conocimiento por parte de los alumnos en ambos idiomas y otra libertad lapidada. El colmo ya es que a los pobres niños ucranianos que vienen refugiados se les obligará a estudiar en euskera. Es decir, perderán la oportunidad de su vida de aprender un idioma que les puede abrir un ámbito profesional y cultural que comparten más de quinientos millones de personas en el mundo. Esto es una canallada, pero no pasa de ser una noticia más en los periódicos. 

Dieciocho diputados de EH Bildu tiene ahora mismo el parlamento vasco. Dieciocho. Sí, es una sociedad diferente. Es una sociedad enferma

Lo que más llama la atención del tema vasco es que no es tema. Respecto a esa Euskadi sabiniana que se pretende milenaria e hija de Túbal, se ha impuesto la omertá. Todo lo que hagan nos parece bien. La mayoría de los españoles llevan décadas mirando hacia otro lado. ¿ETA ya no mata? No. Pues ya nos vale. ¿Miles de vascos tuvieron que dejar sus hogares para rehacer su vida en otros lugares? Mala suerte. Son cosas del azar, como ya dijo la insigne actriz Rossy de Palma hace unos años sobre los muertos a manos de ETA. ¿Que hay muchos Alsasuas en los que no se puede vivir? Está bien, pero que no me lo cuenten que me incomoda. La realidad es muy molesta. No nos manifestemos allí, no vayamos que provocamos y, sobre todo, no vaya a ser que pongamos a algunos frente al espejo y les saquemos los colores. Los colores de la muerte frente a la paz del cementerio. Mejor hablemos de gastronomía vasca que es buenísima. 

Aquella frase tan socorrida como recurrente que comparten también muchos políticos supuestamente no nacionalistas –“no somos superiores, pero sí  distintos”– taladra los oídos de cualquiera. ¡Gracias, hombre! Qué forma tan refinada de desprecio. Es muy probable que sea de las sentencias más repugnantes que he escuchado. Al menos, tengan el valor de decir la verdad de lo que piensan: somos mejores porque nuestros derechos históricos prevalecen sobre vuestro vulgar derecho a la igualdad de todos los españolazos. Ahí tendré que darles la razón. Una sociedad que, después de casi mil muertos y una diáspora de más de cien mil personas por razones ideológicas, tiene una mayoría naZionalista en su parlamento regional, es diferente. Dieciocho diputados de EH Bildu tiene ahora mismo el parlamento vasco. Dieciocho. Sí, es una sociedad diferente. Es una sociedad enferma.

En las Vascongadas ya no cabe la discrepancia. Los partidos constitucionalistas tienen una presencia casi simbólica y se ha construido una sociedad sobre el blanqueamiento del mal

Hablamos mucho de Cataluña -con motivo-, pero allí existe una gran parte de la población que reaccionó y se plantó frente al nacionalismo dominante y totalitario con todas las dificultades del mundo y pagando un alto coste social, familiar y económico en muchos casos. Sin embargo, en las Vascongadas ya no cabe la discrepancia. Los partidos constitucionalistas tienen una presencia casi simbólica y se ha construido una sociedad sobre el blanqueamiento del mal. Aunque es de justicia decir que todavía quedan unos miles que no han doblado sus rodillas ante Baal, y tienen nombres y apellidos. 

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