«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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La igualdad no existe, idiota

27 de enero de 2024

Esta semana se ha hecho viral un vídeo en el que aparecía una joven muy enfadada en un programa de televisión porque no tenía trabajo después de haber acabado su carrera de periodismo y, recalcaba, dos másters. Le respondía un señor que si quería tener empleo más o menos seguro al terminar una carrera estudiara una ingeniería. Por supuesto, no había terminado la frase el buen hombre cuando todo el público, con el presentador a la cabeza —de La Sexta, dicho sea sin ánimo de ofender—, manifestaba su santa indignación, mientras —supongo— el ayudante de cámara corría al campo a buscar leña para hacer un auto de fe en directo que sirviera de ejemplo para propios y extraños de las ideas que no deben predicarse en los santos lugares de la progresía.

El presentador del ‘pograma’, —hay que distinguir entre ‘pogramas’ y programas, y esto era un ‘pograma’— que visto lo visto no era moderador, sino parte, tras el abucheo dirigido lo más probable por un eficacísimo regidor, tomó la palabra para trasmitir el sentir del rebaño congregado en el plató. No puedo reproducir el textual completo, tampoco se pierden mucho, pero dijo que todas las carreras tenían que garantizar un puesto de trabajo al terminar los estudios. Claro que sí, y un pisito para emanciparse.

La cara de perplejidad de los jóvenes mirando al hombre maduro que había sido becario hasta los treinta, y contaba cómo a unos y otros les había ido de forma diferente en función de las carreras que habían estudiado, era todo un poema. Era un ¡peroquémeestáscontando!, ¿que no tengo las mismas oportunidades estudiando filosofía que ingeniería aeroespacial? ¿Me estás diciendo que mis gustos personales, mis aficiones y mis ilusiones vitales no coinciden con lo que la sociedad reclama? Es ahí cuando se les pone la cara de meme de: «emos sío engañados». Pues sí, habéis sido engañados. Desde pequeños, además. Lo mejor que podemos hacer por nuestros jóvenes es decirles lo que otras generaciones han sabido siempre: la vida no te debe nada.

Así se instala la frustración en un ser humano. Tan fácil como eso. Cuando se ha educado a alguien alejado de la realidad. Esa sensación de fracaso inmensa contra la cual muchos, demasiados, no saben luchar. ¡Cómo es posible que yo no tenga las mismas oportunidades y el mismo sueldo que un ingenierodecaminoscanalesypuertos! Pues querido joven, porque si yo, que estudié Derecho, hago mal mi trabajo, no voy a enterrar a doscientas personas debajo de un puente. Porque te han mentido; la igualdad no existe, idiota. Lo repetimos quinientas veces si queréis, debe existir la igualdad de oportunidades, pero no todos somos iguales.

El secreto que desconoce esta parte de la juventud, que no toda es así, es que el esfuerzo y la tenacidad en el desempeño de los pequeños trabajos, de las becas, de ayudas voluntarias no pagadas, suele producir resultados. No es una regla escrita, pero lo más normal es que a nadie le regalen nada. Lo que suele dar resultado es aprender humildemente y ganarse los puestos con sudor y con más de una lágrima. La gente que ha llegado a algo, ha llegado así. Nuestro trabajo cuando terminamos una carrera universitaria vale muy poco. Lo siento. Es así. Lo que no te puedes creer cuando terminas Periodismo es un segundo Tucker Carlson, ni cuando terminas Derecho una especie Perry Mason —un abrazo a los maduros—.

La vida no te debe nada y tampoco es justa. En el caso de fuera justa, me temo que no coincidiría con tu concepto de justicia. Sólo Dios es justo. El único método que se ha demostrado eficaz para prosperar hasta el día de hoy ha sido el del esfuerzo. El universo no está ahí para ti. La igualdad no existe, es un invento de los políticos. Es más, la desigualdad por sexo está incluso consagrada en la Constitución desde la semana pasada.

Desde la madurez —interesante— sólo puedo decir: trabaja, sé humilde y constante.

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