Dicen que la española cuando besa es que besa de verdad y ahora podemos decir que el socialista cuando ama es que ama de verdad. Más allá de las diferencias ideológicas que yo pueda tener con el PSOE, que son todas, he decidido que si pudiera elegir por quién ser cortejada, lo haría sin ninguna duda por un miembro de tan detestable partido. Suena mal, pero el amor y la razón no pueden, ni siquiera deben, estar siempre de acuerdo.
En todos los años que llevo de vida laboral, con todas sus alegrías — las menos — y las preocupaciones —(…)— jamás mi amado ha dejado todo y se ha tomado cinco días para quedarse conmigo en casa con el objeto acompañarme y hacer una profunda reflexión acerca de la vida, su trabajo, mi trabajo y valorar si merece la pena tanto sacrificio si menos acarrea tanto sufrimiento. Es más, ni en el peor de los casos —que los he tenido—, ha mandado una mísera carta a su jefe confesando su amor por mí —con lo que le gusta a una mujer que le digan en público que la quieren— y que los cinco días se los coge a cuenta de nada, ni vacaciones ni asuntos propios. Cinco días de parada en todas tus obligaciones porque el amor, el compromiso y la unión lo merecen. ¿No creen que si todos hiciéramos habría menos divorcios?
Me parece glorioso que el amor pare el calendario vacacional y anule la agenda laboral. Pienso que es aún más maravilloso que el jefe —el contribuyente— lo permita. Cuánto tiene que enseñar el socialismo patrio en materia de amor al mundo.
Es duro reconocer que has criticado duramente a Sánchez y a Gómez y luego darte cuenta de que lo que te carcome es la envidia. Quién pudiera ser amada como Pedro ama a Begoña. O como Ábalos ama a Jessica.
El caso Ábalos, Jessica es el novamás. La capacidad del ex ministro de querer a alguien a quien —no sé si presuntamente, pero por si acaso lo añado— paga por pasar el tiempo con él en concepto de lo que sea —que no es lo relevante— es más digna de elogio que de crítica. Qué amor insuperable te lleva a comprar el tiempo de tu amada. Sólo el que no ha amado de manera desesperada será incapaz de entenderlo.
El jefe y ex amigo de Koldo afirma que tenían una relación. Sentimental. Y lo dice de forma sentida. Porque el amor no entiende de razones, de matices ni de obligaciones pecuniarias. De Jéssica no puedo decir qué tipo de relación tenía con Ábalos porque lo desconozco.
Todo esto me ha recordado a un asunto de Borrell que, ignoro la razón, se ha hecho todo lo posible por esconder. Josep El Europeo representa el compromiso, el cuidado y la protección más allá del matrimonio. Sólo alguien con estos valores usa información privilegiada por razón de su cargo para recomendarle a su ex — ¡a su ex! — que venda sus acciones de Abengoa días antes de que esta se venga abajo y la susodicha palme una pasta. Las acciones fueron vendidas por nueve mil euros, que esto para un socialista no es dinero, eso también es cierto. Pero nadie se atreverá a negarme que no es un detallazo.
Es evidente que la izquierda ama más y mejor.
No obstante, por ponerle un pero a estos elementos ejemplares y no dejarme llevar por el empalago amoroso del que soy presa, hay un matiz que desdibuja un poco el relato sentimental y rebaja el tono de esta modesta columna muy a mi pesar. En todos los casos el enamorado dispara con pólvora de rey y eso me desilusiona un poco.
Begoña Gómez La Excatedrática —la pobre— jamás habría llegado donde llegó si no fuera por el cargo de su marido: Sánchez El Enamorado. Pedro parece que se limitó a poner a su disposición un despacho que, en puridad, no es suyo —el Palacio de La Moncloa— y unas relaciones que van de suyo por ostentar —en nada diremos detentar— la presidencia. Esto como mínimo.
En el caso de Ábalos El Sensible, todo parece indicar que cuando la nómina no le llegó para satisfacer tanta dedicación, colocó a la contraria de su contraria en una empresa pública. ¿Acaso Jessica La Preodontóloga en esa época tenía prohibido el acceso directo a un puesto de trabajo que los demás no tenemos? En ningún sitio está escrito. O sí, pero eso ahora no importa. Yo escribo de AMOR con mayúsculas.
Y de Borrell qué decir. No puso un duro de su dinero, pero tuvo el buen gusto de señalarle a su ex dónde había. Ojalá tener todas un ex como Borrell.
Insisto, la izquierda ama más y mejor. Y muy barato. Para ellos, claro.